Vardy, en un entrenamiento.

El héroe de los tabloides

Jamie Vardy, revelación del año en la Premier, quiere liderar el renacimiento de Inglaterra

hugues

Jueves, 28 de junio 2018, 11:31

La selección inglesa vive agarrada a la Copa del Mundo del 66, pero también al recuerdo de la Eurocopa del 1996. No la ganó, pero quedó como el renacimiento de los «Three Lions». Fue a la generación de Charlton lo que el brit pop al ... Swinging London. Un momento excitante en una historia de frustraciones.

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En el 96, la estrella era Paul Gascoigne, el jugador favorito de Jamie Vardy. Hay una foto de Jamie y su novia junto a él. Los dos igual de delgados, los dos con una sonrisa similar.

«Yo le inspiré», dijo Gascoigne. «Él es un hombre maravilloso», tuiteó la novia de Jamie.

Vardy no tiene sus problemas con el alcohol, pero sí fama de pendenciero. Un «Jack the lad», que es el término inglés para fanfarrón de pub. Un temperamento. Su delgadez no es enfermiza, sino un privilegio físico. Tiene sólo un 6% de grasa corporal, bajo hasta para un deportista. Parece un ciclista modesto.

Vardy no va mucho al gimnasio, pero acostumbra a introducirse en una criocámara a temperaturas heladoras tras los partidos. Se sabe recuperar. Su forma extenuada, agresiva de jugar lo necesita. Criogénesis y pintas de cerveza.

«Sólo soy un parásito. No me quedo esperando, voy a por ellos». Con ese juego simple de acecho y oportunidad marcó 24 goles esta temporada.

De todas las historias que dio el Leicester campeón, la mejor es la de Jamie Vardy.

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Su equipo de siempre, el Sheffield, lo rechazó por bajito con dieciséis años. No dejó el fútbol. Desterrado del sistema inglés de ligas cayó al submundo de los clubes amateurs. Lo fue escalando hasta llegar al Leicester en 2012. La selección era el siguiente paso. «Soy un jugador de equipo», le dijo al seleccionador Hodgson. Pero el concepto de equipo de Vardy va más allá de hacer una cobertura.

«Nunca abandono a un compañero». Por defender a un amigo en un pub acabó en comisaria y con una pulsera policial. Como a las 18:00 tenía que estar en casa, le sustituían en el minuto 60 para poder llegar a tiempo.

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«Frío como un pepino», que dicho en inglés («cool as a cucumber») queda mejor, así lo definió el presidente de uno de esos clubes, el Fleetwood, para explicar que Jamie en realidad no es violento. Él no empieza las peleas, las termina.

Aunque ya en el Leicester, tuvo que pedir disculpas cuando se hizo pública la grabación de un casino en la que llamaba «japo» repetidas veces a un hombre de rasgos asiáticos.

Su vida está en los tabloides. A su boda asistió un miembro del grupo One Direction, pero no su madre. La mala relación con la novia se aireó. Ella tiene hijos de una relación anterior. «Esa mujer -como el abuelo de Vardy la llamó en la prensa- la ha separado de su madre».

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El padre biológico de Vardy (el apellido es del padrastro) también habla en los periódicos. Su esposa lo abandonó tras dejar embarazada a otra mujer.

Para medios como The Sun, la selección, In-ger-land, es una pasión. Se hacen concursos de canciones de apoyo como si fuera Eurovisión. Individuos con pinta de tocar en los Housemartins, chicas en bikini, cruces de San Jorge, y una estetica Benny Hill. Vardy, que hasta hace poco combinaba el fútbol con su trabajo en una fábrica de férulas ortopédicas, recupera la figura inglesa del «working class hero».

Inglaterra remontó hace unos meses un 2-0 a Alemania. Vardy marcó el segundo de tacón. Era una señal que necesitaba la selección, con los mismos problemas de siempre en la construcción del juego, pero con tres leones: Rooney, Kane y Vardy.

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Para Ian Wright, Vardy, desconocido hasta ayer, va a ser el Toto Schillaci inglés.

El Fleetwood Town, que lo traspasó al Leicester por un millón de libras, lo ha puesto como modelo de su escuela de fútbol. Un jugador académico, por fin.

Pero para crear a Vardy es necesario calle, pubs, Yorkshire...

Inglaterra, años después, vuelve a tener un carácter. Y un camino directo del césped al pub.

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