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«Rodri es el mejor del mundo en su posición, extraordinario sosteniendo el centro del campo», enfatiza un referente como Pep Guardiola cuando se le pregunta por Rodri Hernández, la brújula silenciosa que guía a España sin perder el norte y el domingo luchará por ... el título continental frente a sus colegas de la Premier. «Es un jugador top. Nunca se pone nervioso, siempre transmite calma y además marca goles decisivos como el que le dio la Champions al City», subrayó Toni Kroos sobre el madrileño antes de enfrentarse en cuartos. «Es clave, maneja el tiempo y el espacio. No se le puede dejar jugar libre», apostilló Julian Nagelsmann, técnico de la 'Mannschaft'. «Rodri es el eje sobre el que pivota todo el juego español. Mantiene el control de los partidos», reflexionó, por su parte, el Didier Deschamps en la previa de semifinales.
El cerebro español recibe encendidos elogios de rivales y compañeros, rendidos a su templanza y sabiduría, virtudes de los pensadores clásicos y de los futbolistas de ayer, de hoy y de siempre. Cuando Rodri se retiró cojeando antes de acabar el estreno ante Croacia en Berlín, Luis de la Fuente tembló. No era nada grave, molestias musculares tras un curso extenuante. Brilló ante Italia, descansó ante Albania por una sanción quizá buscada, y volvió frente a Georgia para rescatar a La Roja con el gol del empate. Ante germanos y galos, su magisterio condujo al éxito.
Sus estadísticas en el torneo son magníficas: 93,8% de precisión en los pases a lo largo de los 476 minutos y 62,66 kilómetros recorridos, una media de 12,12 por partido. Para quien dice que la mayoría de sus pases son sencillos, ha completado con éxito 72 de 83 a media distancia y 25 de 27 envíos largos. Ha recuperado 31 balones, bloqueado dos disparos, anotado un gol y visto tres amarillas.
El verdadero valor de Rodri va más allá de las estadísticas. Su inteligencia táctica, capacidad para anticipar las jugadas del rival, romper líneas de presión y mantener el control bajo presión, lo convierten en un jugador indispensable. En cada partido, Rodri demuestra ser el vínculo perfecto entre la defensa y el ataque, el paradigma de la cohesión. «Me gusta lo que represento ante los ojos de mis compañeros. Que me escuchen en el vestuario, en los entrenamientos…», explicó en una entrevista reciente.
En perspectiva, sorprende todavía más que el ocurrente Luis Enrique apostase por Rodri como central en el Mundial de Catar. Se trataba de dar mejor salida de balón y, sobre todo, de liberar al Sergio Busquets, mucho más cómodo con Hernández guardándole la espalda. La idea nació en el descanso de un partido ante Portugal, por recomendación de Aitor Unzué, y desde ese momento Rodri se hizo indiscutible en el eje de la zaga. Pasó por delante de Pau Torres, Eric Garcia, Hugo Guillamón y en alguna ocasión hasta Laporte.
Rodri, paciente y sin malas caras, esperó al adiós de Busquets a la selección para convertirse en la referencia. El ex del Atlético, club que en 2019 le traspasó al City por 70 millones sin que el Cholo Simeone hiciera gran cosa por retenerlo, no ha eludido la comparación con su antecesor. «No somos exactamente los mismos jugadores. Sergio es excepcional en el perímetro pequeño, con un primer toque único y una velocidad del cerebro extraordinaria, a menudo bajo la presión de dos o tres adversarios y sin derecho a perder la pelota. Yo soy un jugador con más impacto físico y más proyección en los últimos treinta metros». Sus nueves goles este curso con el City, avalan su crecimiento ofensivo.
Dice su amigo Álvaro Morata que si Rodri tuviese redes sociales y marketing, sería Balón de Oro. Alcanzó el quinto puesto con el City campeón de todo y volverá el debate si se corona con España en Berlín. Un caso parecido al de Xavi, Iniesta o Iker Casillas, que no recibieron la máxima distinción individual pese a conquistar Europa y el mundo con España. Al madrileño le encantaría que alguna vez un pivote defensivo obtuviera el galardón, pero en el plano personal no le quita el sueño.
Rodri, a quien Dani Carvajal anima a diario para fichar por el Real Madrid y reemplazar a Kroos, no le cambian los éxitos. Guarda con recelo su vida privada. «No me gusta la fama, ni ser extravagante», insiste. Comprometido con la educación como herramienta clave para su desarrollo personal y profesional, se licenció en Administración y Dirección de Empresas (ADE). Practica pádel y golf para mantenerse en forma y relajarse del estrés competitivo. Es aficionado a la música, especialmente al rock, y toca la guitarra para hallar equilibrio y creatividad. El cine es otra de sus grandes pasiones. Entretenimiento y escapismo.
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