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José Carlos Carabias
Enviado especial a Donuaeschingen
Jueves, 27 de junio 2024, 00:56
Turquía ha ganado a Georgia y una hilera de automóviles decorados con banderas otomanas de la media luna y la estrella atronan en el pacífico vecindario de Villingen y su pueblo hermano Schwenningen, dos localidades que juntan 80.000 habitantes en la Selva Negra, el ... sosegado enclave que eligió la selección española para residir en esta Eurocopa y en el que quiere permanecer en el denominado 'sueño de 45 días'. Así llama el 'staff' técnico de España al plan para jugar la final del Europeo, 45 fechas después desde que se concentraron en Las Rozas hasta el próximo 14 de julio, fecha del último partido.
En Villingen, en Donuaeschingen y en el estado de Baden-Wurttemberg habitan miles de turcos y albaneses de segunda generación que buscaron prosperidad lejos de sus países de origen. La felicidad de estos descendientes mediterráneos es contagiosa, los bares claman cada vez que hay un gol de sus selecciones, la plaza con un chorro de agua de Villingen es Neptuno o Cibeles.
Los partidos de Alemania, Turquía y Albania, los restaurantes con televisiones gigantes en las terrazas o en el interior, dos banderitas germanas en la parte posterior de los coches y los estandartes teutones colgados de algunas terrazas han sido la conexión de estos parajes con la Eurocopa. Una atmósfera muy alejada del bullicio, el ajetreo y los desplazamientos de las aficiones en Gelsenkirchen, Dusseldorf, Colonia o Berlín, por citar algunas sedes visitadas. Nada de multitudes por aquí.
La Selva Negra es paz, ausencia de estrés, su vida cadenciosa como destino turístico en las montañas de Feldberg, enclave majestuoso para el senderismo, en las cascadas de Triberg, en la fuente de la juventud de Baden-Baden o en los bosques de hoja perenne y villas pintorescas asociadas a los cuentos de hadas de los hermanos Grimm.
Es toda la zona al sur de Stuttgart, la gran ciudad vinculada a la Selva Negra distante más de una hora por autopista, con capital en Friburgo. Una región que ensalza la belleza del arte gótico y que está poblada por campos de cereales y viñedos.
Un área famosa por las rabas, el trigo y, sobre todo, la calidad de sus espárragos, según cuenta a este periódico Rafael Barquero, español a punto de jubilarse que lleva más de treinta años viviendo en la Selva Negra. «Emigré desde mi pueblo, Villanueva de la Serena, el más bonito del mundo, y aquí me he quedado».
Rafael Barquero ha acudido un día más a mostrar su ánimo a la selección española hasta el campo de entrenamiento del SV Aasen, un club de la cuarta categoría alemana cuyas instalaciones sedujeron a Jürgen Klopp y a sus equipos fetiche de referencia, el Borussia Dortmund y el Liverpool.
Frente al recinto deportivo donde la Federación Española ha montado una carpa para el trabajo de los periodistas que funciona con solvencia, hay una granja de vacas y sembrados de verdes cereales regados por la lluvia frecuente que retrata el perfil social de la zona. El ganadero trata de continuar con su labor con un tractor o una furgoneta y tiene que bordear su casa por un estrechísimo camino lateral o pedir paso a los empleados municipales que custodian las instalaciones donde se prepara la selección. El campo y los animales no esperan por nadie.
Luis de la Fuente quería calma y reposo para la delegación y no cabe duda que lo ha conseguido. En el primer día de entrenamientos del equipo nacional, una barrera y una oficial de policía escoltaban el acceso al angosto camino desde Aasen a los campos de fútbol. En la segunda jornada ya no había nadie, ni agente ni valla. No hay avalanchas, casi no hay ni público siguiendo a la selección española. De vez en cuando algún grupo de aficionados con niños que piden autógrafos y más de costumbre, Rafael Barquero, el incondicional. Poco más durante la primera fase de la Eurocopa.
«Esta es una zona bastante próspera -explica el emigrante extremeño-. Mi hija trabaja en Mercedes, que tiene la sede en Stuttgart, y muchos habitantes de la región hacen lo mismo. Además de esto, hay mucha industria relacionada con los relojes y la fabricación de armamento».
En efecto, la prosperidad se aprecia en el nivel de las casas de los pueblos próximos a Donuaeschingen. Poblaciones de muy pocos habitantes como Tuningen, Brigatchal, Marbach o Bad Durrheim exhiben un poderío notable en el volumen de sus viviendas. No hay edificios, ni bloques de pisos, solo potentes edificaciones unifamiliares con garaje adherido y amplio terreno en propiedad.
La Selva Negra es zona ciclista, una especie de País Vasco en Alemania. Hay muchísima afición a la bicicleta que se plasma en múltiples detalles. Los carriles bici llenan las ciudades, se adentran en el campo y conectan poblaciones. A diario se ven cientos de cicloturistas ataviados con sus maillots, culottes y bicis de marca recorriendo las praderas o los pueblos. La zona parece perfecta para perderse en bicicleta por los bosques y los sembrados.
El sábado y el domingo pasados se celebró una carrera ciclista de aficionados que obligó a los acompañantes de la selección a adelantar su hora de llegada a Aasen para no coincidir con la prueba deportiva. La carrera pasó por delante del hotel de concentración de España y las carreteras se cortaron, obviamente, para los corredores.
Aquí está el museo de Jan Ullrich. El ciclista germano ganó el Tour de Francia de 1997 y la Vuelta a España de 1999, pero terminó apestado en su país por ser el número uno implicado en la Operación Puerto del dopaje y el dichoso Eufemiano Fuentes. Pasados los años y recibido el perdón que todo el mundo merece, Ullrich recoge un poco de calor de parte de sus paisanos. El exciclista del Telekom, que nació en la antigua Alemania Democrática (Rostock), se educó sin embargo en Friburgo, la capital de la Selva Negra. El museo abrió el pasado 31 de mayo y está ubicado en la localidad de Bad Dürrheim.
La Selva Negra es el paradero del turismo alemán que no busca playa y sol en Mallorca. La cercanía con Suiza y sus montañas perpetuas, el fantástico Lago Constanza que alimenta el río Rin y conecta Alemania con Austria y el país helvético, la catedral gótica de Friburgo y su aguja de 116 metros y los mercadillos navideños en los bellos pueblos de la zona confieren a la región un atractivo singular.
El hotel donde se aloja la selección enlaza con ese entorno de quietud. Está en medio de ningún sitio, ya sin el toro tópico de bienvenida en la entrada del establecimiento, y alberga un campo de golf que circunda el alojamiento. España sueña con establecer un punto de unión entre el sosiego de cada día y la legítima ambición de dar forma al 'sueño de 45 días'.
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