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Nico Williams estaba ayer en todas las conversaciones de los aficionados al fútbol, especialmente en las de los del Athletic, que bailaban alrededor de una gran pregunta como podrían bailar alrededor de una hoguera: la de hasta cuándo seguirá este jugador luciendo la camiseta rojiblanca. ... Dos eran las respuestas que se repartían la opinión general. La mayoritaria, que Nico continuará una temporada más y que lo hará por una especie de compromiso familiar ineludible. También porque está «muy feliz» en el Athletic, como aseguró Jon Uriarte, y porque sólo tiene 21 años y le hace ilusión jugar en Europa con su club de toda la vida, pero especialmente por una cuestión sentimental. En concreto, por la presencia de su hermano Iñaki.
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La segunda opción es la pesimista y dice que se irá este mismo verano después de que uno de los clubes europeos más poderosos ponga encima de la mesa los 58 millones de la cláusula y le ofrezca uno de esos contratos que no se pueden rechazar. Dicho esto, surge un segundo interrogante. ¿Acaso no hay aficionados que confíen en que Nico quiera convertirse en un 'one club man' y hacer toda su carrera en el Athletic? Pues bien, puede que haya alguno, algún optimista irredento, pero es una excepción muy singular, como un niño que prefiere la coliflor a las golosinas. Lo cierto es que el pequeño de los Williams ha enviado mensajes bastante explícitos, empezando por su renovación con una cláusula no precisamente disuasoria, de que sueña con volar más alto de lo que deportiva y económicamente le puede ofrecer el Athletic. Y está en todo su derecho, por supuesto. Sólo faltaría que nos interpusiéramos en los sueños deportivos ajenos.
Mi sensación es de que una gran parte de la afición rojiblanca está aceptando esta cuestión con es resignación amable que podemos llamar deportividad; muy lejos, en cualquier caso, de un ambiente acritud contra el futbolista, como si estuviera preparándose para una traición. Es más, apostaría a que la próxima temporada lo que recibirá Nico en San Mamés no serán críticas sino todo lo contrario, muestras muy efusivas de cariño para llegarle al corazoncito y que siga otro año más. Y es que estamos hablando de un jugador superior. Ayer le comparaban con Thierry Henry, con Mbappé, con Vinicius... Todo eran elogios para él. Se hablaba de una España con 'Nicomanía'. Como sería la cosa que la principal estrella del periodismo bufandero español prometió hacerse un peinado como el suyo si seguía jugando a este nivel y España ganaba la Eurocopa.
Nico, en fin, empieza a ser un fenómeno con un impacto internacional que no se recuerda en un jugador del Athletic. En la era moderna, desde luego, no hay un rojiblanco del que se pueda decir que ha sido una de las estrellas indiscutibles en una Europa o en un Mundial, alguien de quien hable con admiración todo el mundo del fútbol. Julen Guerrero, por citar otro fenómeno juvenil, fue al Mundial de Estados Unidos con 20 años, pero pasó inadvertido. Jugo medio tiempo contra Corea del Sur en el estreno y el partido entero contra Bolivia, pero Clemente no le dio ningún minuto en los choques de más calibre: ni contra Alemania, ni contra Suiza en octavos ni contra Italia en cuartos. Y algo muy similar sucedió en la Eurocopa 1996 y en el Mundial de 1998. De hecho, bien mirado, antes de Nico el rojiblanco que más ha destacado con España en lo que se lleva de siglo XXI ha sido su compañero Unai Simón. Javi Martínez y Llorente ganaron títulos, es cierto, pero el suyo siempre fue un papel secundario.
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Javier Ortiz de Lazcano
Quiere esto decir que el Athletic se encuentra en una situación nueva que requiere mano izquierda, sangre fría y pragmatismo. Si más pronto que tarde tendrá que resignarse a la marcha del jugador, la primera obligación será exigir el pago completo de su cláusula y hacerlo con un buen talante, de manera que el futbolista, al irse, no cierre la puerta a un regreso. Y la segunda, intentar cubrir su vacío de la mejor manera posible. El club ya está trabajando en ello, como es natural. Los fichajes de Djaló y la reciente renovación de Berenguer son dos grandes noticias en este sentido.
Nico Williams volará porque quiere volar -yo apuesto que será en el verano de 2025-, y el Athletic no podrá impedirlo. No se le pueden poner puertas al campo. Lo que sí se puede hacer -y de hecho en esto consiste la filosofía del club- es seguir trabajando para que salgan otros como él. Es así de sencillo. Y de complicado.
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