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Los jugadores de La Roja levantan el trofeo de campeones. RFEF

¡¡España, campeona de Europa!!

La Roja logra su cuarta corona europea en Berlín ante Inglaterra gracias a los goles de Nico y Oyarzabal

Domingo, 14 de julio 2024

Quedaba por saber si la extraordinaria aventura de España en la Eurocopa tendría el final feliz que se merecía o si, por el contrario, terminaba de forma triste, como suele ocurrir a veces en el fútbol, un deporte que no entiende de justicias, ni de ... la poética ni de la ordinaria. Pues bien, esta vez el fútbol quiso ser justo y premió al mejor equipo del torneo, una selección memorable que levantó el título tras ganar siete partidos consecutivos, algo sin precedentes, tumbando por el camino a gigantes como Italia, Alemania, Francia e Inglaterra. En la final fue muy superior a su rival, al que sometió en una segunda parte magnífica con goles de Nico Williams, justo tras el descanso, y Mikel Oyarzabal en el minuto 86. Fue el tanto heroico que deshizo el empate logrado por Palmer en la que fue la primera de las dos únicas ocasiones claras que fue capaz de hacer la selección de Southgate en todo el partido. La otra fue en el descuento y la salvó Dani Olmo sacando de cabeza bajo palos.

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Ese gol inglés del empate en el minuto 72 fue un golpe durísimo, ya que el 2-0 estuvo a punto de caer hasta en cuatro ocasiones. Pareció regar a lo grande la flor de Southgate, cuyo equipo había tenido en la Euro una trayectoria aburrida e indigesta pero con una asombrosa dosis de fortuna, como se vio en sus tres últimos partidos ante Eslovaquia, Suiza y Países Bajos. Por un momento, el temor fue inevitable. Sin embargo, la reacción de España, que encontró en Zubimendi un magnífico relevo para Rodri en la segunda parte, fue espectacular, propia de un grupo con una confianza y unas convicciones de hierro. Metabolizó el impacto y se fue a buscar el 2-1 sin mirarse la herida. Pudo hacerlo Lamine en el minuto 82, pero acabó haciéndolo Oyarzabal a pase de Cucurella. Y es lógico sospechar, viendo el desarrollo de la final, que todos los aficionados al fútbol salvo los ingleses se alegraron.

España

Simón; Carvajal, Le Normand (Nacho, m.83), Laporte, Cucurella; Rodri (Zubimendi, m.46), Olmo, Fabián; Yamal (Merino, m.89), , Nico y Morata (Oyarzabal,m.68).

2

-

1

Inglaterra

Pickford; Walker, Stones, Guehi; Saka, Mainoo (Palmer, m.70), Rice, Shaw; Foden (Toney, m.89), Bellingham; y Kane (Watkins, m.61).

  • Goles 1-0, m.47: Nico, 1-1, m.73: Palmer. 2-1, m.87: Oyarzabal.

  • Incidencias Olímpico de Berlín. Lleno.

  • Árbitro François Lexetier (Francia). Amonestó a Olmo, de España; y a Watkins, Kane y Stones, de Inglaterra.

La selección española ganó y parece que con esto está todo dicho. Ahora bien, tras un partido como el de este domingo, apoyados en la alegría del triunfo, también podríamos especular, aunque parezca extraño, con la posibilidad de lo que hubiera sido una derrota injusta. Alguien quizá hubiera dicho entonces que de los segundos nadie se acuerda. Es uno de esos lugares comunes del fútbol que nunca van a morir aunque sean una estupidez objetiva. Aceptarlo es aceptar que la trayectoria de un equipo no tiene ningún valor sino que lo único que vale es el resultado final, llegue éste como llegue.

Rácana Inglaterra

Dicho de otro modo: aceptarlo era defender que las seis victorias anteriores de España y la belleza de su fútbol no habían servido para nada y nadie iba a acordarse de ellas. Y que la rácana Inglaterra de Southgate quedaría indeleble en nuestra memoria y nunca dejaríamos de evocarla. Dejémonos, en fin, de majaderías. Lo dijo Sócrates. Sócrates Oliveira, el gran futbolista brasileño, se entiende. «La gente no se olvida de sus emociones». Y las que ha dado España en el último mes han sido inolvidables. La de este domingo en el estado olímpico de Berlín fue la última, la más grande, efectivamente, pero no deja de ser la consumación de un camino extraordinario que devuelve a la Roja a los años gloriosos y tiene toda la pinta de significar el comienzo de una nueva etapa triunfal.

Dos partes diferentes

El partido tuvo dos partes, una primera áspera y apretada como las tuercas de una submarino, y una segunda mucha más eléctrica gracias a la alta tensión con la que salió España tras el descanso. Lo cierto es que era un escenario muy factible. Era evidente que la tropa de Luis de la Fuente iba a tener que picar mucha piedra ante una Inglaterra que, desde el principio, dejó muy claras sus intenciones: se dedicaría a esperar en su campo sin cometer errores, a tapar bien las bandas, a esmerarse en las disputas y a confiar en alguna jugada aislada en ataque. Bien mirado, era el mismo plan que los 'pross' habían empleado ante todos sus anteriores rivales, con independencia de su calidad. El equipo de Southgate, sencillamente, juega así. Incluso da la sensación de sentirse cómodo con esa actitud especulativa pese a que la naturaleza de muchos de sus futbolistas no tiende precisamente a esperar y a no proponer nada salvo que sea absolutamente necesario.

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España, en fin, se topó con una piedra y no supo encontrarle grietas en la primera parte, que terminó sin apenas ocasiones en las dos porterías, con excepción quizá de un remate forzado de Foden en el descuento que Unai Simón paró sin problemas. No encontró la Roja caminos por las bandas de Nico y Lamine, bien cerrados por Walker y Shaw, y por un entramo defensivo muy firme de los ingleses. Tenía el balón, hasta un 70%, pero no era capaz de hacer daño con él a un rival muy entregado en las labores de zapa y con mucho oficio para cumplir los mandamientos básicos del buen defensa: leer bien los cruces, tapar los tiros, no permitir disparos desde fuera del era. El caso es que el partido se fue convirtiendo poco a poco en uno de esos tostones que se producen cuando dos equipos se anulan entre sí.

Lo sucedido tras el descanso rompió todos los esquemas. España salía al campo sin Rodri, elegido al final el mejor jugador del torneo, su metrónomo, su referencia indiscutible. Pues bien, no hubo tiempo de sentir la más mínima sensación de orfandad. Zubimendi demostró su calidad y Nico Williams abrió el marcador en el primer ataque de la segunda parte. España se desató y pudo sentenciar en tres ocasiones de Dani Olmo, Morata y Nico. No fue posible y hubo que sufrir. Inglaterra se encontró en un contragolpe con un gol de Palmer, cuyo disparó rozó en Zubimendi y se envenenó del todo. Hubo que volver a empezar ante una Inglaterra que había revivido y estaba apoyada por 50.000 hinchas. Pues bien, España lo hizo con la grandeza de un campeón.

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