Eurocopa 2024 | Grupo B

De la Fuente y Spalletti, calma tensa

Ambos se picaron al final de la primera parte por una fea entrada a Le Normand. El italiano aceptó la inferioridad de su equipo y el de Haro es el padre de familia perfecto

Rubén Cañizares

Enviado especial a Gelsenkirchen

Jueves, 20 de junio 2024, 23:25

De la Fuente saltó al verde de Gelsenkirchen a las 20:49 minutos. Desde su área técnica miró hacia la zona de la grada ubicada tras el banquillo de España y allí encontró a un grupo de seguidores con quienes intercambió un cariñoso saludo desde ... la lejanía. Lo hizo hasta en dos ocasiones, antes de beber agua y sentarse en su butaca.

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Se levantó poco después para saludar a Spalleti, que se acercó a él para darle un abrazo. A Pablo Amo, el segundo de España, le dio la mano. Luego, cada uno a su lugar a escuchar los himnos y el minuto de silencio en memoria de Gerhard Aigner, secretario general de la UEFA de 1989 a 2003, fallecido a los 80 años.

Justo antes del pitido inicial se dio un abrazo con Amo, con el que compartiría confidencias durante los noventa minutos. Como hace Davide con su padre Carlo en el Madrid, el técnico gallego es la sombra de De la Fuente, que solo se sentó en su sitio durante cinco segundos. Fue en el minuto 30, por una atención médica a Italia. Ahí aprovechó para darle instrucciones a Lamine y a Nico. A ambos les pidió que insistieran en hacer el partido ancho.

Vestido con traje oscuro, camiseta y zapatillas negras, a De la Fuente lo que más le gusta es aplaudir los robos en campo contrario de su equipo. Y las coberturas en defensa, especialidad de Cucurella, para felicidad del técnico de Haro. Pablo Amo no es de tanto aplaudir. Le va más el rock&roll. Al tercer disparo de Fabián desde la frontal del área, atajado por Donnarumma, decidió quitarse la rabia de encima tirando una botella de agua contra el suelo. Normal que estuviera en manga corta. Mucha adrenalina metida dentro de sí.

Spalletti, con traje, corbata y zapatos, pareció más calmado que De la Fuente. Solo pareció. A diferencia del riojano, que caminó de un lado a otro del área técnica con los brazos cruzados, el técnico italiano lo hizo con las manos en los bolsillos. Una trampa. Un mínimo chispazo le hizo saltar. A Dimarco le tuvo frito indicándole que no dejara recibir tan fácil a Lamine. Al cuarto árbitro, también. Le pidió explicaciones por la tempranera amarilla a Donnarumma, por protestar, con trabajo previo de desgaste. Primero mandó a su segundo y luego a Buffon. El remató la faena.

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Antes del descanso, ambos técnicos se picaron tras una fea entrada de Calafiori a Le Normand que el banquillo de España entendió como amarilla. A Spalletti no le gustó esa protesta y se lo recriminó fuera de su área técnica. De la Fuente le mandó volver a su sitio y no meterse en casa ajena. Nervios de quién se sabe inferior y no es capaz de ponerle remedio.

No lo hizo ni con los cuatro cambios realizados antes de que De la Fuente hiciera el primero. Esas manos en los bolsillos salieron de ahí bien poco. Para alguna tímida protesta al cuarto, más por frustración que por razón alguna, y para saludar a los jugadores que dejaban el terreno de juego. Como buen señor que es, se resignó y aceptó que ahora mismo su Italia es peor equipo que España.

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A De la Fuente el guión de la segunda mitad no le cambió ni una coma. Brazos cruzados y aplausos en cada recuperación. También se llevó las manos a la cabeza en el disparo de Nico al larguero y le abroncó tras una estúpida pérdida en campo propio. Un mini enfado, que no llegó ni a mini. Ambos se dieron un abrazo cariñoso cuando fue sustituido por Ayoze.

Comunión

El gol de la victoria fue el momento de mayor comunión. De la Fuente extendió sus brazos y apretó los puños mientras se giraba al banquillo. Allí se fundió en un abrazo colectivo junto al resto del cuerpo técnico y a los suplentes que no estaban calentando. Premio al partidazo de su equipo, celebrado en equipo, como tanto le gusta repetir.

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Mantuvo la calma en el interminable tiempo de descuento, a pesar del añadido sobre el añadido que echó en cara al cuarto árbitro. De la Fuente es educado hasta cuando discute.

Y llegó el pitido final, abrazó primero a Fabián y de ahí uno a uno a todos, inclusive los miembros del departamento de comunicación. Luego, fue uno más en el pasillo a los jugadores camino de vestuarios. Es el mejor padre para esta familia.

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