Rumanía y Eslovaquia sellan el pase a octavos con un empate provechoso

Con la clasificación, como primeros de grupo los rumanos y como uno de los cuatro mejores terceros los eslovacos, cubren el expediente dos selecciones alejadas de la aristocracia europea y que venían de ofrecer una de cal y otra de arena en el torneo. Eslovaquia, que hizo saltar la sorpresa tumbando a Bélgica en la primera jornada, sufrió después un revolcón a manos de Ucrania. Por su parte Rumanía, que dio cuenta del combinado ucraniano en su puesta de largo, tropezó luego frente a los 'Diablos Rojos', aunque afrontaba el desenlace encabezando un grupo en el que reinaba una igualdad máxima y que no movió ficha en una resolución que deja fuera de juego a Ucrania.

Se trata de un meritorio avance a octavos de la tropa de Francesco Calzona, estratega italiano que compatibiliza su cargo de seleccionador eslovaco con la dirección técnica del Nápoles y que ha armado un bloque punzante y vertical que persigue la yugular del adversario con bastante determinación.

Cierto es que el primer aviso lo dieron los soldados de Anghel Iordanescu con un disparo de Ratiu, veloz lateral del Rayo, que repelió Dubravka sin que Hagi, otro buen conocido de la parroquia española, lograse embocar el rechace entre palos, pero Eslovaquia demostró personalidad y encontró pronto el premio merecido a ese espíritu intrépido. Un buen centro de Kucka desde la derecha lo cabeceó a la red Duda para poner en cuestión la existencia de un pacto de no agresión en el Frankfurt Arena.

Sin embargo, Rumanía se resarció enseguida gracias a un derribo de Hancko sobre Hagi que el árbitro vio fuera del área pero que el VAR situó dentro, lo que sirvió la oportunidad para que Razvan Marin ajusticiase desde los once metros y devolviese el escenario al punto de partida. No titubeó el centrocampista del Cagliari, que golpeó arriba, ajustado y con violencia mientras Dubravka se vencía al lado opuesto.

Después del toma y daca de la primera parte, el paso por vestuarios sirvió a modo de anestesia. Pesaba la calculadora, afloraba el cansancio e incidía también el mandato de ambos técnicos, a los que seducía el resultado. Con todo, Rumanía disparó un par de salvas consecutivas por mediación de Razvan Marin y Dragus, esta última con un efecto óptico que llevó a ver dentro el balón a parte del respetable. Gozó también de aproximaciones venenosas Eslovaquia, primero en las botas de Strelec y después en las de Haraslin. Pero ya no fueron más que fuegos de artificio antes de firmar un armisticio feliz para ambos.