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Eduardo Llanos lleva muchos, muchísimos años, en esto del fútbol. Empezó como entrenador de las categorías inferiores del Club Deportivo Logroñés para dar enseguida el ... salto al mundo de la representación de futbolistas. «Estoy a punto de cumplir 34 años en este oficio», afirma el riojano, fundador y máximo responsable de Emart&Soccer, una de las agencias que más movimientos de mercado ha registrado en los últimos años. De hecho, en el último periodo de fichajes concretó, según Transfermarkt, 98 operaciones, siendo la octava empresa mundial con más volumen de traspasos, la segunda de España.
Llanos gestiona toda esa cantidad de trabajo desde una oficina en la calle Portales, aunque, según cuenta, su vida profesional no se encierra en cuatro paredes. «A mí me gusta estar en contacto tanto con mis representados como con los clubes», afirma. «Un buen agente viaja de un sitio a otro, habla continuamente con sus jugadores y está las 24 horas del día colgado al móvil», añade. «Es duro porque llevas la oficina encima, pero si te llama un futbolista le tienes que atender y da igual que sea un sábado, un domingo o Navidad», sentencia.
Por sus manos han pasado, y muchos ellos continúan con él, nombres como los de Mauro Icardi, Sergi Enrich, Ángel Rodríguez o Carlos Vicente. «Ahora mismo, tendremos a unos 150 futbolistas, además de entrenadores», apunta el riojano, quien ha tenido contacto directo con aquellos irrepetibles presidentes de los noventa que hacían de sus funciones un espectáculo. «Con Lopera, Gil o Caneda tenía muy buena relación», afirma. Preguntado por si en las distancias cortas eran tal cual se mostraban ante los medios, su respuesta es clara. «Eran peores; cuando te sentabas con ellos, se abrían y te decían lo que pensaban de cada uno», cuenta. «Veían el fútbol como una lucha: tú tenías que ganar al contrario tanto en el campo como en los despachos y entre ellos se daba desinformaciones. Se decían 'coge este entrenador que es muy bueno' y ellos lo odiaban a muerte», reflexiona el riojano.
Ahora, afirma, las cosas «han cambiado mucho» aunque sigue habiendo presidentes «muy intrusistas». Los equipos han ganado en estructura y las relaciones que se establecen son diferentes. Aun así, la figura del representante sigue siendo la más desconocida de todas. «Se ha visto muy denostada desde el principio;nos ven como esa figura oscura del que se lleva el dinero, aunque somos mucho más que eso», lamenta Llanos, que aclara que la FIFA estipula en un 10% el máximo que se puede llevar un representante. El riojano, mientras, asegura que sus funciones van, en muchos casos, más allá. «No actuamos como padres, pero sí como amigos», afirma. «De hecho, he sido padrino de boda de algún futbolista y he estado en los partos de sus hijos porque estaban solos», apostilla.
Su experiencia les puede resultar útil a sus representados. «He visto a jugadores que han ganado mucho dinero y que ahora están arruinados y lo que intentamos es que cuando terminen su carrera tengan un colchoncito y salgan preparados para una vida sin competir», sintetiza el representante, quien relata después que ha trabajado con futbolistas que han sacado adelante hasta dos carreras. «Algunos son médicos, abogados, periodistas...», concreta.
En su nómina de jugadores, Llanos cuenta con nombres que están jugando en Polonia, Rumanía, India o incluso Iraq. «Antes nadie se iba a jugar fuera. Les llegaba una oferta de China y decían '¡cómo me voy a ir para allá!'. Veían lejano hasta irse a Francia», explica. Ahora, son muchos los que emigran. Y las razones son tanto económicas como deportivas. «Por un lado, la fiscalidad en España les perjudica y hay clubes de primeras o segundas divisiones de países menos importantes que pagan más que un Segunda de aquí». señala Llanos. «Pero además, esto es como un currículum y si alguien ve que aquí no le sale un Primera, lo que hace es buscar prestigio fuera», apostilla.
Aun así, siempre hay casos que le llenan de orgullo al riojano, como el de Carlos Vicente. «No lo quiso el Zaragoza B, en el Nástic duró un mes y después nos lo llevamos al Ejea y de ahí pasó al Calahorra, luego al Racing de Ferrol y ahora al Alavés, en Primera», se congratula. «Da gusto porque es una muestra de cómo trabajamos, nuestro día a día es un 'pico y pala' constante», concluye.
Para Eduardo Llanos, la edad ideal para que un jugador joven tenga representante es su segundo año como cadete. «Lo que pasa es que los padres enseguida se ponen nerviosos», lamenta.
Desde su punto de vista, existe demasiada presión para esos futbolistas que están empezando. «La tienen por parte de su entrenador y también por sus padres. Es demasiado», opina este agente cuya empresa también está implicada, desde hace unos años, en el balompié femenino. «Su visibilidad ha crecido muchísimo, ya que antes nadie se sabía los nombres las jugadoras de la selección y ahora sí; da gusto ver partidos en estadios llenos», se congratula antes de concluir con un deseo para el futuro. «A mí me gustaría volver a disfrutar en Logroño con el fútbol profesional», dice. «Que la gente viviese el fútbol como una fiesta, pero es complicado porque aquí hay mucha desunión y me da mucha pena», finaliza.
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