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El 21 de mayo de 2022, justo una semana antes de la disputa de la final de la Champions que enfrentó a Real Madrid y Liverpool en el Stade de France, Kylian Mbappé escenificaba su renovación con el PSG en el Parque de los Príncipes. ... Aprovechando el último partido de aquella temporada, Nasser Al-Khelaïfi daba un golpe de mano posando junto al astro de Bondy y una camiseta en la que lucía el nombre del campeón del mundo con Francia encima de una fecha que se reveló engañosa con el devenir de los días: 2025.
Poco antes, Mbappé había informado a Florentino Pérez de su decisión de dejar al Real Madrid compuesto y sin novia. Los blancos eran los grandes derrotados de un pulso en el que se vieron ganadores durante meses y el emir de Catar reforzaba su posición en el tablero geopolítico a las puertas del Mundial que acogió el opulento emirato. Un año después de aquel desenlace que pilló a muchos con el paso cambiado, el 'caso Mbappé' se ha dado la vuelta.
El culebrón más largo en la historia del fútbol dio otro giro de 180 grados el pasado 12 de junio. Aquel lunes saltaba a la palestra una misiva que Mbappé rubricó once meses antes. En ella, trasladaba al PSG su negativa a activar el año adicional de contrato que contemplaba el acuerdo difundido a bombo y platillo aquella festiva jornada del 21 de mayo de 2022 en el Parque de los Príncipes. Once días después, remitía otra carta para profundizar en los motivos de una resolución que sitúa, por ahora, el 30 de junio de 2024 como último día de su vinculación con el club de la ciudad de la luz. Desde entonces, las dos partes libran una guerra que puede dinamitar el ecosistema del deporte rey.
Soliviantado por lo que considera una tremenda «deslealtad» de su jugador franquicia, Al-Khelaïfi dio un ultimátum a Mbappé durante la presentación de Luis Enrique como nuevo técnico del PSG, urgiéndole a renovar o irse este mismo verano. El dirigente catarí marcó un plazo máximo de dos semanas para que el atacante adoptase una decisión definitiva porque el tiempo corre en contra de los parisinos, cuya actitud es opuesta a la que tuvieron un año atrás.
Entonces se cerraron en banda a que el mayor talento que ha deparado el fútbol francés en los últimos años abandonase París, aun a costa de tener que bañarle en oro y entregarle las llaves de la planificación deportiva. Ahora no esconden su hartazgo con los bandazos del delantero y no están dispuestos a supeditar el proyecto a sus caprichos. Si se aviene a renovar, perfecto. Si no, están dispuestos a echarle con cajas destempladas aunque dejando, eso sí, mucho dinero en caja.
Luis Enrique, a diferencia de lo que ocurrió con Christophe Galtier, llega con mando en plaza y el asturiano siempre ha puesto al grupo por encima de cualquier futbolista. Ni siquiera se arredró con Messi, a quien llegó a sentar en el banquillo durante su estancia en el Barça para dejar claro quién mandaba en el vestuario por más que terminase reculando. En París tampoco le temblará el pulso.
El preparador valora lo que Mbappé puede aportarle, pero necesita que todos remen en la misma dirección y la actitud del de Bondy dificulta la paz dentro de la caseta. De ahí que el PSG filtrase el pasado fin de semana el enfado que había provocado en varios de sus compañeros la afirmación del astro a France Football sobre el lastre que supone jugar en un equipo que suscita tantos recelos a la hora de perseguir el Balón de Oro.
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Fue otro paso más dentro de la escalada de tensión entre Mbappé y un PSG que sigue tensando la cuerda al deslizar los nombres de posibles sustitutos del '7'. A Luis Enrique le encanta Harry Kane, un delantero refractario a cualquier tipo de vedetismo que le costaría al PSG algo más de cien millones de euros. Victor Osimhen es otra opción, pero las elevadas pretensiones económicas del Nápoles complican la llegada del nigeriano a París. En el punto de mira de Al-Khelaïfi también figuran Kolo Muani, Marcus Rashford y Bernardo Silva, aunque este último para reforzar el flanco derecho del ataque.
Pero para ejecutar cualquiera de esos movimientos, el PSG precisa resolver cuanto antes el 'caso Mbappé'. El atacante está citado el próximo lunes para ponerse a las órdenes de Luis Enrique y cinco días después debería viajar con sus compañeros a Japón, donde el conjunto francés disputará tres partidos de pretemporada. El objetivo de Al-Khelaïfi es que para entonces se haya clarificado la situación, en un sentido o en otro.
En caso de que Mbappé salga traspasado, la operación se irá seguramente por encima de los 230 millones de euros, convirtiéndose en el traspaso más caro de la historia. PSG Community, el mismo medio que adelantó la llegada de Luis Enrique, eleva la cifra total a 250 millones, una cantidad que, aseguraron el pasado 22 de junio, ya habría sido acordada por el emir de Catar con Florentino Pérez.
De puertas hacia fuera, el Real Madrid lleva semanas haciéndose el sueco en todo este asunto porque salió el escaldado el pasado verano ante el carácter imprevisible de los acontecimientos en un escenario lleno de medias verdades y filtraciones interesadas. No se fía de Mbappé ni del PSG. Por eso ahora aparenta ser un espectador pasivo y trabaja entre bambalinas. Quiere que el futbolista rompa amarras porque él, y solo él, sigue teniendo la sartén por el mango en esta partida de póker a tres bandas en la que ninguno de los jugadores ha descubierto aún su última carta.
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