El Real Madrid sobrevive a un derbi inolvidable

Un centro de Carvajal que peinó su cuñado Joselu y mandó a la red Savic en su infructuoso intento de despeje venció la resistencia del Atlético en un choque trepidante en el que los dos contendientes exprimieron sus fuerzas al límite y ofrecieron un recital de fútbol ofensivo. Brahim, ya con el Atlético lanzado a tumba abierta e incluso Oblak persiguiendo la heroica, puso el epitafio de su corajudo adversario en una de esas inolvidables riñas libradas de poder a poder que elevan el deporte rey a la categoría de arte y que cita al Real Madrid con Barça u Osasuna en la final de la Supercopa de España que se disputará el domingo en el mismo escenario.

Se adelantaron pronto los rojiblancos sacando partido a su pizarra por mediación de Hermoso, pero el Real Madrid se repuso con la grandeza a que acostumbra y le dio la vuelta al marcador aprovechando la pértiga de Rüdiger y una insólita exquisitez de Mendy. Griezmann, más listo y prolífico incluso que un Sabio de Hortaleza, devolvió las tablas todavía en un primer tiempo exuberante y puso de nuevo en ventaja a su escuadra ya en la segunda parte. Mas cuando los centuriones de Simeone se frotaban las manos, apareció Carvajal al rescate del Real Madrid para precipitar una prórroga previsible a tenor de los antecedentes en la que su equipo, una vez más, fue inmisericorde con el Atlético.

Salía el Real Madrid sobre aviso después de lo visto a finales de septiembre en el Metropolitano, pero tropezó en la misma piedra. Un córner en el que Rodrygo quedó emparejado con Hermoso le sirvió al central rojiblanco para desnudar otra vez las contemplativas defensas antiaéreas de los blancos, que tuvieron la virtud de levantarse pronto y le dieron al Atlético una ración de la misma medicina. Botó con seda Modric un saque de esquina y Rüdiger emuló el testarazo de Sergio Ramos en Lisboa aprovechando que Savic y Hermoso hicieron la estatua.

La igualada espoleó al Real Madrid, autoritario en la medular pero que volteó el marcador con una inopinada conexión entre sus dos laterales en la que Carvajal sirvió con finura y Mendy se vistió de Modric para definir de espaldas y con el exterior. Esta vez fue el Atlético el que supo encajar el golpe sin inmutarse y puso pronto de nuevo las tablas aprovechando una genialidad de Griezmann, que se giró en una baldosa y soltó un latigazo a la tronera que le permitió romper el registro de Luis Aragonés y convertirse en el máximo artillero histórico del Atlético.

Semejante desgaste debía pasar factura y tanto Ancelotti como Simeone acortaron brida para que la fiesta no se fuese de madre. Movieron ficha los técnicos, el Cholo remodelando los carriles y Carletto dando resuello a un Modric fatigado para situar como director de orquesta a Kroos, que escuchó sonido de viento por sus críticas previas hacia el fútbol saudí pero dio otro aire a su equipo. Sin embargo, fue el Atlético el que pegó de nuevo en una acción que retrató a Kepa, falto de contundencia en una pugna con Morata el día en que Ancelotti volvió a elegirle por encima de Lunin.

Elevó la apuesta Carletto renunciando a buena parte de su andamiaje defensivo para montar el zafarrancho de combate y obtuvo el premio que buscaba cuando Carvajal puso el balón en la escuadra tras dos rechaces de la zaga rojiblanca a sendos disparos de Vinicius y Bellingham. Olió sangre el Real Madrid, que fue a revienta calderas y estuvo a un tris de evitar el tiempo suplementario gracias al duende callejero de Brahim, aunque también Griezmann avisó a un inseguro Kepa.

Confrontados ante un superpoblado batallón de atacantes puesto que el Real Madrid percutía con tres delanteros puros y un todocampista con alma de 'killer' como es Bellingham mientras el Cholo reculaba, a los rojiblancos no les quedó más remedio que aferrarse a su espíritu guerrero con la vista puesta en una tanda de penaltis que querían los rojiblancos pero de la que huía el Real Madrid. Lograron esquivarla al fin los blancos gracias al infatigable Carvajal, que le puso el cuero en la testa a Joselu para cerrar una disputa en la que Brahim, otra vez soberbio, puso la coda después de que Griezmann errase su oportunidad de abrir de nuevo el pleito.