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Álex Sánchez Alarcón
Szczesny y Courtois, los guardianes de la Copa

Szczesny y Courtois, los guardianes de la Copa

Los veteranos porteros de Barça y Real Madrid protagonizarán este sábado un cara a cara bajo los palos de La Cartuja que puede decidir el campeón

Daniel Panero e Ignacio Tylko

Madrid

Viernes, 25 de abril 2025, 00:46

Los focos suelen ponerse siempre en los delanteros, sobre todo al tratarse de los dos colosos del fútbol español, pero en las finales los porteros suelen ser los grandes protagonistas, sobre todo en el caso de que el duelo se prolongue tanto que se resuelva en los penaltis. El clásico de este sábado en La Cartuja escenificará una batalla bajo pals entre dos ilustres veteranos: el polaco Wojciech Szczesny, que hace solo unos meses estaba retirado disfrutando del sol en Marbella, y el belga Thibaut Courtois, un seguro de vida para el Real Madrid.

Szczesny, de 35 años, puede lograr con el Barça un triplete impensable si se tiene en cuenta que hace solo unos meses presumía de estar ya jubilado. Está a un paso de estrenar su palmarés con los azulgranas, pero está curtido en mil batallas. 84 veces internacional por su país, ha ganado, entre otros títulos, tres ligas y tres Copas en Italia con la Juventus y dos FA Cup con el Arsenal. Tres años más joven, Courtois ya ha jugado 103 partidos con Bélgica y, solo en el Real Madrid, sin contar sus grandes éxitos con el Atlético y el Chelsea, ha levantado dos 'orejonas', tres Ligas, una Copa del Rey, además de dos Mundialitos, una Intercontinental, tres Supercopas de España y dos de Europa.

El sueño inimaginable de Szczesny

Pocos reflejan mejor lo que ha sido el Barcelona esta temporada que Szczesny. De nombre y apellidos absolutamente impronunciables, el meta de Varsovia ha pasado en apenas unos meses de estar celebrando la jubilación en una hamaca a estar bajo los palos de una de las porterías más exigentes del planeta fútbol. De ser capturado por los fotógrafos, cigarro en mano, a estar en la carrera por un triplete histórico para culminar su carrera deportiva. Todo lo ha hecho en tiempo récord y con una naturalidad que hace entrever que no estará incómodo en un escenario como el de La Cartuja, ya que nació preparado para aguantar la presión.

Y es que el Barcelona acudió al mercado con la urgencia de encontrar a un portero al que no le temblaran las piernas. Y no lo encontró. Tuvo que ir a un baúl para sacar de allí a un meta que tenía todas las cualidades para ser clave este curso. «Hace unos meses estaba en la playa y no quería jugar a fútbol y ahora estoy jugando en el que creo que es el mejor equipo de Europa, es surrealista. Hubiera sido imposible pensar en ganar estas competiciones tan importantes después de retirarme, pero ahora estoy aquí y no quiero aceptar otro destino», afirmó hace apenas diez días en la previa del duelo de Champions contra el Borussia Dortmund.

Esa ambición es una de las claves que han llevado a Tek, de 35 años, a ganarse el cariño de un vestuario en el que ha caído de pie. Su fama de tipo divertido le permitió enganchar muy rápido con el ambiente juvenil del equipo azulgrana y su paciencia y humildad a la hora de esperar una oportunidad convenció a un grupo que vio rápidamente en él a un ejemplo. Szczesny esperó y esperó hasta que Iñaki Peña cometiera un error y desde entonces su importancia en el engranaje del Barcelona ha ido creciendo hasta el punto de que Flick reconociera hace ya tiempo que él es ahora el «número 1», un puesto que el polaco no está dispuesto a soltar ni siquiera ahora que Ter Stegen ya parece recuperado de su grave lesión de rodilla.

Wojciech Szczesny atrapa un balón rodillas en tierra. AFP

Y es que Szczesny llega a la Cartuja sabiendo que está ante la oportunidad de su vida. Está en el inicio, pero también en la recta final de su 'segunda carrera deportiva' y tiene ante sí un escenario ideal para poner la guinda. Desde aquel fatídico retraso de Iñaki Peña antes de la Supercopa de España ha sido titular indiscutible para Flick y ha alternado errores puntuales con grandes actuaciones en las que ha demostrado algunas de las señas de identidad que le hicieron ser un portero fiable primero en el Arsenal y después en Italia en dos clubes importantes como la Roma o la Juventus.

Antes de colgar las botas ya había demostrado ser un portero capaz de aparecer en las grandes citas. Es un meta que destaca por su frialdad en la toma de decisiones, por su buena colocación, por la tranquilidad que transmite y por unos reflejos que se habían puesto en duda por la edad, pero que parecen intactos. El Barcelona saltará al césped de la Cartuja con la seguridad de que tiene a un portero que no ha ganado la Champions todavía, ese es su gran objetivo, pero que ya sabe lo que es estar en un gran club y levantar un título. Hasta once veces lo había hecho antes de vestirse la elástica azulgrana. Szczesny ha pasado de la playa a estar otra vez bajo los focos y puede que su historia acabe siendo una de las más bonitas que se recuerdan si logra el triplete. Este sábado tendrá la primera parada.

Courtois, el mejor cerrojo de Ancelotti

Por su parte, Courtois estará una vez más en la portería del Real Madrid en un encuentro decisivo. Es el hombre de confianza de Carlo Ancelotti cuando llega la hora de la verdad y, como ya ocurriera en la final de la Liga de Campeones ante el Borussia Dortmund, jugará de titular pese a que Andriy Lunin ya está totalmente recuperado de sus problemas físicos en el sóleo. Es un nuevo revés para el cancerbero ucraniano, que ha jugado todos los minutos hasta ahora en la Copa del Rey, y una demostración más de la confianza que tiene Carletto en el meta belga, que afrontará otro día más en la oficina.

Y es que Courtois es un portero hecho para los días importantes. Lo ha demostrado a lo largo de su extensa carrera y no le vendrá grande, por tanto, un escenario tan exigente como el que se presenta este sábado en el Estadio de La Cartuja. Y eso que el Barcelona le ha hecho al Real Madrid nueve goles en los dos últimos compromisos disputados entre Liga y Supercopa de España, pero es ese quizá el principal motivo por el que Ancelotti ha decidido apostar todas sus fichas a un caballo ganador, y Courtois siempre lo ha sido.

¡Vaya si lo es!, pensarán los aficionados blancos. Desde que llegara al Real Madrid en el verano de 2018 se ha acostumbrado a jugar finales y a levantar el título en prácticamente todas ellas. La Supercopa de España de este año es la excepción que confirma la regla. No es de extrañar, por tanto, que Ancelotti recurra a él en la antesala de lo que sería para él un momento crítico como decir adiós al único trofeo que le queda a tiro, la Copa del Rey.

Thibaut Courtois celebra un éxito con la afición ante la afición del Real Madrid. Reuters

Para llegar a este punto, Ancelotti ha tenido que tomar una decisión similar a la que ya tomó el pasado año con Andriy Lunin. El meta ucraniano suplió con garantías durante toda la temporada a Courtois después de que el ex del Chelsea sufriera una grave lesión de rodilla y fue clave para que el Real Madrid alcanzara la final de la Liga de Campeones. Sus intervenciones, especialmente en la dura eliminatoria contra el Manchester City, abrieron un debate que se cerró tan pronto como se recuperó Courtois de la lesión. De poco sirvió que Lunin disputara con garantías los octavos de final, los cuartos y las semifinales. Una vez que el meta belga reapareció, todo cambió. Disputó cinco de los últimos seis partidos de Liga y se coronó en la gran final disputada en Wembley siendo titular.

Ahora la historia se repite y Courtois es una de las grandes bazas a las que se agarra el madridismo para vencer a un Barcelona que parte como favorito. Su capacidad de liderazgo está fuera de toda duda y es un portero que transmite una seguridad bajo palos que puede ser clave ante las dudas que ha mostrado el Real Madrid en el último mes de competición. Jugará gracias a la confianza que Ancelotti tiene en él y también gracias a la lesión que Lunin sufrió a principios de mes en el sóleo, un percance del que ya está totalmente recuperado pero que es la excusa perfecta para que el técnico italiano de un volantazo en la portería justo en la gran final. Será otro día más en la oficina para Courtois, que sabe que es la hora de aparecer cuando más se le necesita, en una nueva final.

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