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Arreciaba la lluvia en Las Gaunas. La noche cerrada invitaba a pensar que octubre ya estaba aquí. Frío, humedad y un jueves a la vuelta de la esquina con un partido más que resuelto parecían motivos suficientes para macharse cuanto antes, para así evitar el ... habitual atasco para ir de Las Gaunas a cualquier otro sitio. Pero la grada permanecía quieta. Todos sentados. Nadie cogía dirección hacia los vomitorios. Quedaban cinco minutos… Y no existía razón alguna para marcharse del campo. En otras temporadas no hubiera quedado ni el apuntador. Con un 3-0 y el asunto más que resuelto, la gente estaría para el minuto 80 rezando las cuatro esquinitas en cama propia. Pero ahora no. Ahora no hay motivos para marcharse antes de Las Gaunas.
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