La Real se la jugará en Anduva

Celta, Sevilla y Villarreal ya sucumbieron ante el Mirandés del guipuzcoano Andoni Iraola, buen conocedor del significado del trofeo por sus tiempos como león en el Athletic. Anduva fue un fortín inexpugnable para celestes, hispalenses y el 'submarino amarillo', que cayeron de modo sucesivo en el feudo burgalés y a partido único.

Ahora la eliminatoria se presenta a doble vuelta y eso da un plus a la escuadra que tutela Imanol Alguacil, que tras rendir el Santiago Bernabéu con un despliegue de coraje y eficacia comandado por los nórdicos Martin Odegaard y Alexander Isak, buscará un resultado que le permita encarar la vuelta en buena disposición de alcanzar la que sería su primera final desde 1988, cuando la Real Sociedad claudicó en Valencia frente al Barcelona, un año después de que los Bakero, Begiristain, López Rekarte, Arconada, Górriz, Zamora y compañía venciesen por penaltis al Atlético para alzar el título en La Romareda.

«No nos importa el rival, lo hemos demostrado en toda la Copa. Son semifinales y ante un equipo que ha eliminado a tres Primeras y haciendo nueve goles. Los dos nos jugamos muchísimo y nosotros tendremos que hacer un gran partido para intentar encarrilar la eliminatoria», advirtió este miércoles Alguacil, que ve a sus futbolistas «supermotivados» pero avisó que enfrente tendrán un adversario «difícil de batir y muy competitivo» cuyo periplo copero ya ha dejado claro que no les «importa» la enjundia del contrincante al que tengan que medirse.

Espoleado por la victoria en el derbi vasco del pasado domingo que elevó a cuatro los triunfos consecutivos en su estadio, el conjunto txuri urdin podrá contar con Odegaard, reservado por precaución frente al Athletic tras salir tocado del Bernabéu, y también con Mikel Oyarzabal, al quedar sólo en un susto la dura entrada que sufrió de Iker Muniain. Con Joseba Zaldua como recambio del sancionado Andoni Gorosabel en el lateral derecho y Nacho Monreal de vuelta al flanco izquierdo tras descansar el pasado fin de semana, la gran baza donostiarra es el pletórico estado de Isak, autor de ocho goles en sus seis últimos partidos.

Viene de empatar el Mirandés ante el Sporting en su último partido en la categoría de plata. A cuatro puntos de la zona que da acceso a la zona de 'playoff' por el ascenso a Primera, la Copa del Rey vuelve a centrar sin embargo las ilusiones del cuadro castellano-leonés, a dos pasos de una final histórica. Ya sabe lo que es eliminar a la Real Sociedad, a la que apeó en dieciseisavos del torneo del KO en el curso 2004-2005, cuando los rojillos se impusieron en la tanda de penaltis en una lluviosa noche en Anduva que tuvo como héroe al guardameta Iban Triviño.

Ahora, ocho años después de alcanzar las semifinales de Copa frente al Athletic, el equipo de Iraola afrontará un duro examen a domicilio con el anhelo de resolver la eliminatoria en Anduva y dos jóvenes valores criados en Zubieta, Merquelanz y Guridi, en las filas de un 'matagigantes' que quiere cobrarse otra pieza en su cacería copera.

Anduva decidirá la semifinal copera entre la

Varias generaciones de aficionados realistas han crecido soñando con ver a su equipo en una final, como en aquellos gloriosos años 80, y fruto de la ilusión 'txuri urdin', Anoeta recibió engalanado al Mirandés, el 'matagigantes' copero, que comenzó rondando el área realista,

Se podía pensar que la cosa sería más sencilla para la Real a partir de entonces, pero nada de eso.

Curiosamente, el empate fue el estímulo que necesitaba la Real para meter una marcha más, pues la reacción no pudo ser más contundente. Contra 'txuri urdin' y doble parada de mérito de Limones, que no obstante acabó dejando el balón rechazado para que

Portu tuvo el tercero al regreso del descanso y en una volea que era de matrícula, pero el Mirandés se aferró al partido, mantuvo el pulso y fue capaz de probar a Merino con un disparo lejano de Antonio Sánchez y en una llegada de su capitán, Kijera, que dio una verdadera exhibición física para frenar a Portu. Pasaban los minutos y los rojinegros mantenían toda su frescura en la presión alta. Alguacil se desesperaba en la banda, impotente, y lo cierto es que

Los nervios de la segunda semifinal copera en treinta años para la Real y el derroche físico del Mirandés para contener al equipo que por momentos se lució en el Bernabéu en cuartos comenzaron a hacer mella. El cansancio era la nota predominante en un tramo final de partido con pocas licencias y a los locales apenas les dio el fuelle para asomar un par de veces por el área de Limones, que respondió seguro a dos disparos lejanos de Oyarzabal. Poco arsenal ofensivo de una Real que no fue la de otros días, escaso como para terminar de doblegar a un rival que volvió de San Sebastián con el objetivo cumplido.