El Barça tira de corona en el Calderón

Antes de un pulso entre rojiblancos y azulgrana, en la amplia historia de batallas recientes en todas las competiciones, el punto de partida estaba claro por la personalidad tan marcada de clubes o entrenadores. Sabían a lo que jugaban y defendían una idea pasara lo que pasara. Ahora nada de eso está claro. Cada día se debate sobre la esencia en El Manzanares y en el Camp Nou, mientras en el terreno de juego se imponen la confusión y la falta de fiabilidad. ¿Qué Atlético y que Barça se verán en esta semifinal copera? Un misterio.

El Barça siempre apostó en estos choques por la posesión y el juego iniciado desde atrás, asumiendo riesgos, atrayendo al rival para superar líneas en busca del tridente; el Atlético, mordiendo arriba, con una perfecta organización y coordinación en la presión, ganando los duelos particulares y los balones divididos, sabiendo cómo ejecutar un ataque rápido tras un robo. Pero esta temporada los dos son menos reconocibles.

Simeone, con un bloque menos agresivo que nunca debido a las pocas rotaciones que ha podido hacer, sobre todo en la media por las lesiones, se ha quedado a medio camino entre su estilo de siempre y la apuesta por el toque con la que el técnico argentino intentó modificar algo a principio de curso para ser menos previsible. Comenzó de forma irregular la Liga, luego encadenó una buena racha, pero últimamente ha dejado de ser fiable y el Atlético es cuarto, a 10 puntos del Real Madrid y con un partido más. Le falla la aportación de sus dos delanteros, ya que el francés Kevin Gameiro, fichaje estrella del verano a cambio de 32 millones, más cuatro en variables, sólo ha anotado en 30 partidos ocho goles, de ellos seis en Liga, uno en Champions y otro en la Copa. Y los números de Fernando Torres son nefastos, con sólo tres goles tras participar en 22 encuentros. Igual ninguno sale de inicio frente a los culés.

El Atlético, que sigue echando de menos a emblemas como Diego Costa o Raúl García, ha perdido contundencia en ambas áreas y sufre signos de agotamiento en el centro del campo. Las lesiones de Augusto Fernández y Tiago y la marcha de Thomas Partey a la Copa de África provocan que Koke, Gabi y Saúl tengan que jugarlo prácticamente todo. Simeone se inventó últimamente de centrocampista a Giménez, pero el uruguayo se lesionó en Mendizorroza, donde el Atlético empató sin goles en un pésimo partido y Godín se lió con el brasileño Deyverson en una asquerosa batalla a escupitajos. Y las patadas del belga Yanick Carrasco a unas botellas cuando fue cambiado ante el Alavés, indican que ya no todo es felicidad ni sintonía entre los jugadores y su entrenador.

Sin los guardianes de la esencia

El equipo de Luis Enrique, especialmente sin los guardianes de su esencia, los lesionados Busquets e Iniesta, comete tantas imprecisiones cuando quiere jugar desde su área que ya no es raro ver el patadón del portero a los puntas. Así sucedió de forma descarada en la vuelta de cuartos de final ante la Real Sociedad, con Mascherano de mediocentro para pelear el balón dividido más que para crear.

El Barça recupera a Rafinha, con opciones de ser titular en una media en la que siguen de baja Busquets e Iniesta. También se cae de la lista el lateral zurdo Digne por unas molestias y se queda en Barcelona el portero titular en la Liga, Ter Stegen, porque la Copa es cosa del holandés Cillessen y del canterano Masip, suplente. La principal duda es saber quién jugará de mediocentro, puesto al que optan Rakitic y Mascherano. Y mucho depende de que Leo Messi aparezca para marcar las diferencias o esté en modo apagado como en el Benito Villamarín, hasta que le dio el gran pase del empate final a Luis Suárez.