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Cristian Reino
Miércoles, 3 de febrero 2016, 12:56
El mejor Barça de la temporada humilló este miércoles al Valencia en la ida de las semifinales de la Copa y se clasificó virtualmente para la final. Los azulgrana, comandados por Suárez y Messi, autores de los siete goles, y pilotados por un Busquets imperial, ... firmaron un partido brillante, espectacular por momentos, que acabó en goleada humillante, que deja a Neville muy tocado. La fiesta fue tan completa en el Camp Nou, que hasta el técnico británico tuvo el detalle involuntario con la hinchada local de hacer debutar a Cherysev, convertido en ídolo azulgrana desde que dejó al Madrid fuera de la Copa por alineación indebida.
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Los de Luis Enrique habían sufrido en sus últimas victorias (Málaga, Athletic y Atlético), sin embargo en esta ocasión se mostraron arrolladores. Y empezaron con la idea clara de resolver la eliminatoria cuanto antes. Las precauciones iniciales de Neville, además, fueron una invitación a los blaugranas para salir en tromba. De hecho, para el minuto 11, los azulgrana ya ganaban por 2-0. El primer tanto llegó como consecuencia de un robo de balón de Neymar en la línea de creación valencianista. Perdió André, el brasileño asistió a Suárez y el charrúa resolvió de tiro cruzado. Empezaba la cuenta ante un Valencia muy timorato y que salió atrás a cerrarse, pero haciéndolo mal.
El control era absoluto de los locales. Tocaba y tocaba el equipo de Luis Enrique, que en el 2-0 bordó el fútbol colectivo. Busquets vio la subida del lateral, Aleix Vidal, que ganó la línea de fondo y de primeras tocó atrás para que Suárez rematara a la red. El Valencia no reaccionaba. El dominio era apabullante en un Barça sin Mascherano ni Alves, pero con Arda, Busquets e Iniesta en el centro del campo y el tridente en punta. Neville, por su parte, quiso contemporizar, dejó a Negredo en el banco y puso sobre el tapete un once revolucionario en el que Siqueira y Cancelo ejercieron de falsos extremos, con el objetivo de tener unos carrileros con recorrido y que a su vez taparan las subidas de los laterales azulgrana, pero que al final naufragaron teniendo que recular todo el tiempo.
Sorprendió la apuesta de Neville, que renunció a salir a presionar arriba, a pesar de que tanto el Málaga, como el Atlético y el Athletic pusieron recientemente en apuros a la creación azulgrana. Así, el Valencia salió con miedo y con menos intensidad y sus hombres corrían detrás de la pelota como pollos sin cabeza. Las sensaciones del equipo ché eran muy flojas, todo lo contrario que el cuadro local, que se gustaba. Combinaba en jugadas de 8-10 toques, con Busquets jugando a su aire y sin que nadie le impidiera lanzar asistencias de 30 metros.
El 3-0 ya fue el no va más. Más que el Barça, quienes parecía que portaban la zamarra azulgrana eran los mismísimos Harlem Globetrotters. Solo así se explica el pase de torero de Neymar, toquecito de espaldas de espuela, para que Messi batiera solo a Ryan. Media hora y el Barça no aflojaba. El final de la primera parte ya fue para que el Valencia cogiera las maletas y se montara en el Euromed rumbo a casa. En el 45, Messi falló solo y estrelló la pelota al palo. Un minuto después, se escapó solo, Mustafi le zancadilleó por detrás, aunque pudo tocar el balón, e Iglesias Villanueva decretó los once metros. El central germano se fue a la ducha por roja directa y en Valencia se echaron a temblar. Sin embargo, Neymar no acertó, se topó con el poste y evitó que el Barça sentenciara la eliminatoria 135 minutos antes. Fue la primera mejor parte azulgrana de la temporada, arrolladora, frente a un cuadro visitante, que con la llegada de Neville va de mal en peor.
Tras la reanudación, el panorama cambió bien poco. Con uno menos, el Valencia siguió acurrucado en torno a su portería y sin pocas ganas de buscar la meta contraria. Vezo salió para apuntalar la defensa y Neville dispuso un 4-4-1, con el que quería que la derrota fuera lo menos dolorosa posible. Pero el tridente blaugrana no estaba por la labor de desperdiciar 45 minutos para dejar la eliminatoria sentenciada. Suárez y Messi olieron la sangre y no tuvieron piedad con el rival, que mermado con 10, a medida que iba encajando, se iba viniendo cada vez más abajo. El descosido de Suárez y Messi deja la vuelta como un mero trámite.
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