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colpisa / agencias
BUENOS AIRES
Sábado, 24 de noviembre 2018
La vuelta de la final de la Copa Libertadores de América 2018 entre River Plate y Boca Juniors, prevista para este sábado en el Monumental, se jugará hoy a las 17:00 horas en Buenos Aires (21:00 horas en España) tras ser suspendida por ... el ataque al autobus xeneize, informó la Conmebol.
«Quiero felicitar a ambos presidentes porque hubo entre ellos un pacto de caballeros, porque en estas condiciones se desnaturalizó el juego. Uno no puede jugar y el otro no quiere jugar con un rival que no está en condiciones», dijo el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez.
«En consecuencia, el partido se suspende para el domingo a las 17:00 horas locales», agregó el máximo representante del fútbol sudamericano tras los ataques contra el autobus que trasladaba a la plantilla de Boca.
A 13 días del partido de ida entre los archirrivales Boca y River por la final de la Copa Libertadores una lluvia de piedras amenazó este sábado la disputa del duelo definitivo en Buenos Aires. Poco antes del encuentro, cuando ya había una multitud en las tribunas, el autobus que trasladaba a los jugadores de Boca hacia el estadio «Monumental» recibió una lluvia de piedras y proyectiles de parte de los simpatizantes de River que esperaban para entrar al campo.
El vehículo había ingresado rápidamente al garaje del club con varios vidrios rotos. El gas pimienta que había arrojado la policía para dispersar a los atacantes entró en el bus afectando al menos a seis jugadores que llegaron descompuestos al Monumental. Todos vomitaron en el vestuario y según versiones no confirmadas por el club algunos tienen heridas cortantes de vidrios y astillas. El mediocampista Pablo Pérez tiene una herida en el brazo y otra en el ojo, por lo que fue hospitalizado.
El titular de la FIFA, Gianni Infantino, junto con el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez y el responsable de la AFA, Jorge Tapia, habían experimentado el clima exaltado de los simpatizantes al llegar al estadio por el acceso a los palcos. Los insultaron y los escupieron, hubo empujones y tumultos.
También entre el público y la policía hubo incidentes fuera del estadio. Si bien el partido se debe jugar sólo con simpatizantes del club local -en este caso River- se produjeron enfrentamientos en uno de los tres anillos de control que rodeaban el área del estadio. Fue cuando un grupo comenzó a arrojar proyectiles a los encargados de la seguridad para vencer la valla y pasar sin las correspondientes entradas. La barrera fue colapsada y los hinchas llegaron hasta dentro del campo.
La policía lanzó granadas de gases lacrimógenos y atacó con palos a los simpatizantes que trataban de ingresar al estadio, algunos de ellos con entradas en la mano pero desesperados por miedo a quedarse afuera de un partido histórico. Nunca antes los dos colosos del fútbol argentino que tienen una rivalidad de más de cien años habían confluido en una final por la Copa Libertadores.
En el partido de ida que se jugó en Boca el domingo 11 el marcador terminó con un empate 2-2. Aquel encuentro debía celebrarse el día anterior pero una lluvia muy intensa obligó a suspender el partido para el día siguiente lo que obligó a evacuar la «Bombonera» que ya había sido habilitada para el público. Hoy debía jugarse la vuelta y un sol espléndido acompañó a los adornos que decoraron casas, autos y calles con sus banderas en toda la ciudad.
Unos 10 mil simpatizantes de Boca fueron hasta el Hotel Madero en el centro de la ciudad donde concentraba su equipo para alentarlo. Los jugadores salieron a saludarlos por los balcones. Luego de la salida del bus una verdadera marea azul y grana acompañó al vehículo por algunos metros hasta que tomó velocidad hacia el «Monumental» rodeado de autos y motos de la policía.
Mientras tanto, los fieles de River que no tenían entrada para presenciar el gran encuentro, fueron a Cardales, el sitio de la provincia de Buenos Aires donde concentraba su equipo. Despidieron al elenco con banderas y cánticos. El autobus recorrió el trayecto custodiado por policías en coches y motos. El público se acercaba a la vera de la autopista para saludar a los jugadores.
Pero la temperatura comenzó a escalar a medida que se acercaba la hora del partido. La pesadilla devino cuando el autobus de Boca, a escasos metros del estadio de River, circuló por una calle repleta de hinchas rivales que los insultaron y arrojaron todos los objetos contundentes que tenían a mano. Hubo cuatro detenidos.
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