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Miguel Olmeda
Domingo, 25 de junio 2017, 20:54
La Eurocopa de 2008 fue, sobre todo, la de la genial España de Luis Aragonés, obvio, pero también la de Rusia. De la mano de Andrei Arshavin desde la mediapunta y el holandés Guus Hiddink en el banquillo alcanzó las semifinales, su mejor clasificación en ... un campeonato desde la caída de la Unión Soviética. El propio '10' y los Pavlyuchenko, Zhirkov, Akinfeev auguraban un futuro esperanzador para el fútbol de los zares. Nadie esperaba que su caída fuera tan estrepitosa; y es que desde aquel torneo de Austria y Suiza la selección rusa no ha vuelto a disputar unas eliminatorias por el título, cuando ha logrado clasificarse para la fase final, claro.
A las primeras de cambio y con el Mundial de Sudáfrica en el horizonte, Eslovaquia dejó sin el pase al combinado aún dirigido por Hiddink. Otro holandés, Dick Advocaat, recogió el testigo en la banda y consiguió meter a Rusia para la Eurocopa de Polonia y Ucrania, donde Grecia le apeó en la última jornada de la fase de grupos. La generación de Arshavin agotaba sus pinceladas de fútbol, aunque Fabio Capello -fichado a golpe de talonario- no se atrevió a dar el relevo con una camada que tampoco empujaba como se requería. Certificó el pase de la exrepública soviética para el Mundial de 2014, pero en tierras brasileñas no fue capaz de vencer un partido.
El objetivo a largo plazo era entonces preparar un combinado competitivo para 2018, año en que Rusia albergará la Copa del Mundo. La RFS (Russian Football Union) cambió su estrategia apostando por un seleccionador, Leonid Slutsky, consagradísimo en el campeonato local. Tres ligas, dos copas y dos supercopas con el CSKA le avalaban, aunque su desenlace fue idéntico al de sus predecesores: incapaz de llevar a cabo el tan necesario relevo generacional, Rusia fue la segunda peor selección de la última Eurocopa. A dos años del Mundial todo eran dudas.
Stanislas Cherchesov fue el elegido y no las ha despejado en esta Confederaciones. Sí que se ha visto un equipo con identidad definida, basada en la fortaleza defensiva que le dan los tres centrales y dos carrileros -a veces incluso dobles laterales- que alinea Cherchesov, que fuera portero internacional, pero sus argumentos no parecen suficientes para competir en la élite. Ni siquiera en un segundo escalón, pues Rusia sólo ha sido capaz de ganar a Nueva Zelanda, mostrándose muy inferior tanto a México como a Portugal.
«Pese a que en términos deportivos no logramos el objetivo que perseguíamos, en cuanto a la moral hemos dado un paso adelante. Nos esperan mejores tiempos», asegura el seleccionador de los zares. «Tres cuartas partes de este grupo no había jugado nunca a este nivel y nuevos jugadores llaman a la puerta, por lo que soy optimista para el futuro. He trabajado a gusto y continuaré mi labor con el equipo. Probablemente, incluso mejor de lo que lo he hecho hasta ahora», desvela. Optimismo no le faltará a Rusia en su Mundial dentro de doce meses. Fútbol... Eso ya es otra cosa.
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