El futbolista francés Raymond Kopa, con una Copa de Europa.
Fútbol

El Real Madrid se despide de su 'Napoleón'

El fallecimiento de Kopa deja a Gento como único superviviente de la mítica delantera de los años cincuenta

Óscar Bellot

Viernes, 3 de marzo 2017, 10:01

 Iba para minero pero el destino le tenía reservado un lugar en la historia del fútbol. Menudo y mutilado, hubo de sufrir el rechazo de varios clubes debido a su baja estatura. Pero el talento no se mide en centímetros y el de Raymond ... Kopa era inagotable. Así, a base de fintas y regates, logró captar la atención de Santiago Bernabéu, quien quedó deslumbrado por su exhibición vistiendo la camiseta de la selección francesa en un amistoso frente a España en el que el galo se ganó el apodo de 'Napoleón del fútbol'. Cerró el fichaje días antes de arrebatarle al Stade de Reims la primera Copa de Europa de la historia, con Kopa aún en las filas del equipo galo, y su incorporación a una delantera de la que ya formaban parte por aquel entonces Di Stéfano, Gento y Rial y a la que más tarde se sumaría Puskas, contribuiría a forjar la etapa más gloriosa de la historia del cuadro de Chamartín. Tres veces campeón de Europa con la camiseta blanca, primer francés en apuntar su nombre en el listado de ganadores del Balón de Oro y designado como mejor jugador del Mundial de 1958, la vida de este hijo de inmigrantes polacos se apagó este viernes a los 85 años, mas su leyenda será eterna.

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Fue en las calles de Noeux-les-Mines, una pequeña localidad cercana a la frontera con Bélgica, donde Raymond Kopaszewski aprendió a eludir contrarios. Su familia había encontrado en las minas de la zona una forma de ganarse la vida. Al pequeño Raymond lo tocaba seguir sus pasos. Fue así, a consecuencia de un derrumbe en la mina en la que trabajaba, como perdió dos falanges del pulgar y el índice de su mano izquierda. Se agarró a su dominio del balón para mejorar un futuro que pintaba oscuro. Le desdeñaron varios equipos hasta que el Angers apostó por ese muchacho enjuto. Su entrenador, Camille Cottin, le acortó el apellido y le puso el que años después registraría la historia, Kopa.

Con él aterrizó en 1951 en el Stade de Reims, club puntero en la Francia de la posguerra. Conquistó con él dos ligas y alcanzó la final de la Copa de Europa en 1956, que perdió ante el conjunto al que arribaría inmediatamente después para ayudar a escribir algunas de sus páginas más brillantes.

La alargada sombra de Di Stéfano

Lograría 30 goles en los 103 partidos oficiales disputados defendiendo la camiseta del Real Madrid. Pero más que su capacidad para percutir la malla rival, lo que hacía diferente a Kopa era su habilidad para burlar contrarios y asistir a sus compañeros en el ataque. Tres Copas de Europa y dos Ligas darían buena cuenta del demoledor poderío ofensivo de aquel Real Madrid que dominó con puño de hierro el continente.

Permaneció en Chamartín entre 1956 y 1959 y hubo quienes quisieron alimentar una insana rivalidad entre el francés y Di Stéfano. La frialdad había marcado su primer cara a cara, cuando Raimundo Saporta, mano derecha de Santiago Bernabéu, les presentó en los vestuarios del Parque de los Príncipes poco antes de la disputa de aquella final que cerraba la primera edición de la principal competición continental y el argentino eludió saludarle, afanado en la labor de atarse las botas. Una forma de marcar territorio antes de tamaño envite. Más tarde la cosa cambiaría. Relató el propio Di Stéfano que la idea de Santiago Bernabéu al fichar a Kopa era que el francés ejerciese de delantero centro y él pasase a desempeñarse de interior o de extremo derecho. Pero Alfredo era Alfredo y terminaron jugando como él quería. Kopa siempre negó que la 'saeta rubia' tuviese algo contra él. «Alfredo tenía la costumbre de cargar más sobre Gento, y yo tuve la suerte de que el público me quería por mi manera de jugar y siempre gritaban: '¡A Kopita, dale la pelota a Kopita!'. Nunca pretendí ocupar el carril de Alfredo. Está entre los tres mejores de todos los tiempos: Pelé, Di Stéfano y Puskas», comentaba en 2015. «Don Alfredo se nacionalizó español para hacerme hueco en el Madrid», valoró el galo.

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Precisamente con Pelé se cruzó Kopa en el Mundial de 1958, celebrado en Suecia. El brasileño no había cumplido aún los 18 años cuando la 'canarinha' se midió a los 'bleus' en las semifinales. El triplete que firmó aquel día acabó con el sueño de los galos de alcanzar el partido decisivo frente a la anfitriona. Los brasileños acabaron alzándose con el título, pero a Kopa le quedó el consuelo de ser designado como mejor jugador del torneo por un jurado internacional. Ese mismo año el menudo atacante se convertía en el primer ganador francés del Balón de Oro.

Puso fin a su periplo madridista en 1959 para regresar al Stade de Reims. Pudo allí disfrutar de la condición de máximo referente que en Chamartín le negaba el deslumbrante brillo de Di Stéfano y aún tuvo tiempo de ganar dos títulos ligueros antes de retirarse en 1967.

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A Kopa le habían bastado unos pocos años para dejar una impronta indeleble en el conjunto merengue. Así lo reconoció este viernes Zinedine Zidane, técnico del Real Madrid, al resaltar que su compatriota «marcó la historia» del club y abrió el camino a otros futbolistas franceses como él mismo que vestirían posteriormente la zamarra blanca. «Cada vez que venía, sentía el cariño de la gente», subrayó 'Zizou'. La última, el pasado 7 de enero, cuando 'Kopita' formó junto a otras leyendas blancas como Ronaldo Nazario, Luis Figo, Michael Owen y Zinedine Zidane para rendir homenaje a Cristiano Ronaldo por la consecución del cuarto Balón de Oro por parte del luso. Gento fue aquel día, en su calidad de presidente de honor del Real Madrid, el encargado de dar el trofeo al de Madeira para que se lo ofreciese al público del Bernabéu. Tras la muerte este viernes de Kopa, el cántabro queda como único superviviente de aquella delantera que sembró el terror en Europa.

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