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Javier Bragado
Miércoles, 30 de diciembre 2015, 01:51
Un paraíso, una pesadilla y un lento despertar. Todas las definiciones encajan con el hito del fútbol femenino español en el verano de 2015. Porque las futbolistas debutaron en un Mundial, pero su experiencia en Canadá sólo se puede entender como indiscutiblemente exitosa si se ... enfrenta su resultado con su legado. Al fin y al cabo, su eliminación en primera ronda es menor si se contempla desde una panorámica general de obstáculos superados, de sacrificios constantes en un deporte en que juegan apartadas de los gigantes masculinos y de repentina salida al escenario sin transición ni una correcta preparación fuera y dentro del campo.
«Para nosotras fue un sueño que se hizo largo, con muchas clasificaciones perdidas y eliminadas por un gol. Ha sido muy, muy especial. Vamos a ser siempre las primeras y eso va a quedar en el currículum de todas. Nos hubiera gustado disfrutarlo más deportivamente pero no se nos dio del todo bien», reconoce medio año después del torneo la guardameta Ainhoa Tirapu. Las españolas empataron con Costa Rica (1-1), perdieron contra Brasil (1-0) y también cayeron derrotadas ante Corea del Sur (2-1).
«El equipo estuvo bien, pero no lo suficiente. Intentamos hacer nuestro juego, ser fieles a nuestro estilo, jugar y pelear juntas... Pero por unas u otras razones no pudimos hacerlo todo lo bien que sabemos», analiza ahora Verónica Boquete, la estrella española. «Contra Costa Rica estaba nerviosa, la verdad. No estaba muy preparada para ese partido. Creo que nos pasó factura no haber competido, pero intentamos disfrutarlo. Fue difícil, complicado para nosotras, era nuestro primer Mundial y pecamos un poco de novatillas. El partido contra Corea fue muy duro porque creo sinceramente que podría haber hecho más en los goles y eso hizo que al final que nos quedásemos fuera. Eso es la lacra del portero, que siempre se siente responsable. Nosotras confiábamos en ganar ese partido y nos veíamos en la siguiente fase... Fue durillo, pero creo que realmente perdimos la clasificación el día de Costa Rica. Si hubiésemos ganado hubiésemos estado dentro», reconoce con franqueza Tirapu, una de las veteranas que sufrió como todas con el disparo al larguero del último minuto del torneo de Sonia Bermúdez. Llegaron las últimas a Canadá, no disputaron partidos previos de preparación y la eliminación fue la guinda. Es la pesadilla del Mundial.
Sin embargo, las españolas observan el prisma del Mundial desde una perspectiva mucho más optimista ya que se consideran pioneras y piensan que este semilla crecerá más rápidamente. «Para mí es una base muy importante, hay un antes y un después. Los equipos han empezado a apostar por el fútbol femenino, la gente de a pie está con nosotros. Hace poco en Lezama estábamos rondando los 2.000 espectadores y ahí estamos notando que hemos llegado a la élite, lo hemos mantenido y lo está notando el fútbol femenino», explica Tirapu desde San Mamés. «Sin duda ha sido un año histórico jugando por primera vez un Mundial absoluto, además de los éxitos de las selecciones inferiores, del aumento en el número de fichas, del interés de más aficionados...», destaca desde Múnich Boquete. Es el paraíso del Mundial.
Una planificación «precaria»
No obstante, los equipos femeninos siguen disputando sus partidos en alguno de los campos de las ciudades deportivas de sus clubs matriz -aunque compitan en la Liga de Campeones como el Barcelona o el Atlético de Madrid-, aunque la Liga de Fútbol Profesional ha anunciado un proyecto para dotar de la estructura necesaria para una profesionalización. «Algunos clubes han apostado más, se retrasmiten más partidos, algún periódico deportivo tiene una página destinada para el 'futfem', hemos creado referentes femeninos y más gente sabe que hay una selección española femenina», enumera Boquete. «He notado un cambio sobre todo en la gente. Meses después del Mundial te seguían recordando que te había visto, hemos entrado en el (videojuego) FIFA y la gente cercana están como muy emocionados de poder jugar conmigo. He notado diferencia y en los campos también se está notando más gente», secunda Tirapu. Es el lento despertar del Mundial.
Después de la eliminación salieron a la luz los métodos de Ignacio Quereda, un seleccionador anclado en el pasado gracias a la falta de exigencia de su puesto y a su estrecha relación con el presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar. Debido al revuelo causado con las quejas se optó por Jorge Vilda como sustituto, un técnico que había destacado como entrenador en las selecciones de categorías más jóvenes. «Después de 27 años en el cargo era el momento de un cambio. El fútbol evoluciona y no puedes competir con profesionales si tú no lo eres. Para ello necesitas de los mejores, de los más capacitados, de los que transmitan más, de los que tenga el mismo compromiso e ilusión que la que tenemos nosotras», expone Boquete.
«En líneas generales la planificación no fue buena y la preparación tampoco. El problema es que llevaba siendo precaria desde hacía mucho. El talento e ilusión de las jugadoras superaban por mucho la de Quereda y durante demasiado tiempo se aguantó, y se hubiese aguantado esta situación, porque no había un interés real por el fútbol femenino», insiste Boquete para justificar el comunicado del grupo para relevar al hombre que estaba al frente. Sin Tirapu ni Boquete (lesionada), España suma tres victorias en tres partidos de clasificación para la Eurocopa y un mejor ambiente. «Por lo que he hablado con mis compañeras de selección están contentas y se está reflejando», apunta Tirapu. Puede que el verano de 2017 suministre recuerdos más dulces y no sólo un comienzo esperanzador.
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