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Patricia Campos Domenech, con niños ugandeses.
Fútbol bajo amenaza
África

Fútbol bajo amenaza

Una española enseña a jugar al balompié y crea equipos femeninos en Uganda, donde las costumbres, la sombra yihadista y las enfermedades se alinean en contra

Javier Bragado

Miércoles, 20 de mayo 2015, 01:39

«Lo conseguí. Tengo un grupo de niñas a las que me costó un poco convencer y un grupo de adultas VIH positivas con mucha energía y vitalidad». Son las palabras emocionadas de Patricia Campos Doménech (Onda, 1977) desde un lugar 50 kilómetros al este de la capital de Uganda. El logro no es baladí, puesto que la castellonense ha logrado agrupar dos equipos de fútbol femenino en un camino pavimentado como una lucha contra los prejuicios, las enfermedades y las amenazas de muerte.

Durante tres meses ha convivido en una población que le recibió con ilusión aunque con numerosas desventajas. «Más o menos me había hecho una idea de lo que me iba a encontrar, pero verlo en primera persona impacta muchísimo», reconoce quien conserva todavía la primera impresión. Patricia acudió al país de África Oriental con el proyecto 'Fútbol sin fronteras'. «Cuando me presentaron este proyecto humanitario vi una gran necesidad por parte de estos niños y quería asegurarme de que recibieran toda la ayuda posible. No podía mirar hacia otro lado», recuerda desde el continente negro. «Todos los días doy clases de español y entreno al fútbol con los niños. Ahora, además, estoy entrenando a un grupo de mujeres pertenecientes a la organización 'Hope House' [Casa Esperanza]. Son mujeres y niños VIH positivos que trabajan para comprar medicamentos a enfermos de sida», explica.

En el bando contrario se alinean las tradiciones y supersticiones de las 54 tribus y 56 lengutas que se extienden por el país, pero la española insiste en enseñar algo más que dar patadas a una pelota. «Lo más difícil ha sido hacerles entender que todos los seres humanos somos iguales, hombres y mujeres. No hay que discriminar a nadie por razón de sexo, raza o religión. Todos podemos luchar por nuestros sueños y por supuesto, conseguirlos», concreta. Gracias a «muchísimos apoyos tanto de los futbolistas como de los clubs» jóvenes y adultos disfrutan ahora de conos, camisetas y balones de tela en sustitución de piedras y pelotas fabricadas con bolsas de plástico, papeles, ropa y mucha imaginación.

Pero evidentemente, la tarea de quien ha sido entrenadora en Estados Unidos no se detuvo en lo deportivo. «Tanto en las sociedades africanas tradicionales como en las sociedades urbanas predomina una situación social en la que la mujer es inferior al hombre en muchos aspectos de su vida familiar, cultural, política,... La escolarización femenina es mucho menor que la masculina. La discriminación legal es habitual. Son pocas las áreas en las que la mujer tiene un reconocimiento igual al del hombre», detalla quien tuvo que convencer primero a las féminas y después a sus padres y maridos para que autorizaran su participación en los partidos de fútbol en un país en el que se negocian matrimonios por 60 euros.

En semejantes condiciones, es imposible concentrarse en el balón con la situación actual de la zona. «En Uganda te sientes un poco incómoda. La falta de seguridad y la corrupción no facilitan las cosas», escribe por correo electrónico. Se ha visto obligada a modificar constantemente sus rutinas y evita los lugares con aglomeraciones por la amenaza específica de las bandas yihadistas y de las guerrillas, mientras que en las cunetas continúa viendo niños que trabajan la tierra sin agua desde los tres años. Tampoco Patricia Campos se ha dejado engañar por la publicidad turística. «Uganda es conocida como la 'Perla de Africa'. Sus paisajes son fantásticos pero sólo eso es fantástico. Los niños no tienen qué comer, las personas mueren por enfermedades que no deberían existir si tuvieran las necesidades básicas cubiertas», denuncia quien, más allá del polvo de sus rudimentarios campos de fútbol, convive con una población con una esperanza de vida media de 52 años aniquilada de manera cotidiana para la malaria, las fiebres tifoideas y el sida.

Sin embargo, Patricia Campos no desea explotar la versión negativa de su experiencia en África. Son frecuentes los cortes de electricidad, escasea el agua potable y las conexiones a internet son inestables, aunque escribe una vez a la semana en un blog y comparte en las redes sociales sus peripecias porque percibe una oportunidad para sacar ese rincón africano del desconocimiento. «A pesar de eso, tanto mis niños como yo intentamos pasarlo lo mejor posible gracias al fútbol», comenta. «Quiero que la gente pueda ver lo que ocurre a través de mis ojos», insiste con su inquebrantable voluntad. En principio, sólo es una exótica mujer blanca con la camiseta albinegra del Castellón aunque ya ha alcanzado sus primeras metas. «El fútbol les da ilusión y esperanza. Pueden estar enfermos y no tener ni zapatos pero para entrenar siempre están dispuestos», argumenta quien después de organizar equipos mixtos ya cuenta con formaciones totalmente femeninas para colocarse ella misma en la mediapunta.

Con semejante experiencia, la ondense intentará prolongar su estancia mientras sea posible legalmente. Cuando termine en África puede que regrese a su faceta como entrenadora en Estados Unidos o a su carrera militar en España como piloto de reactor, pero lo que es seguro es que entonces la profesora se mudará con una lección de Uganda: «A pesar de eso, los niños sonríen y son felices. Eso deberíamos aprender».

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