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Era el minuto 41 con 24 segundos. En ese momento, el lanzamiento de Alexia Putellas desde el punto de penalti superó la línea de gol de la meta defendida por Tajonar. En ese momento se puso fin a la resistencia del EDF Logroño contra el ... Barcelona en la final de la Copa de la Reina. En ese momento comenzaron a desvanecerse las esperanzas logroñesas de levantar el título, de que el club diese un paso más en su trayectoria.
Durante esos 41 minutos y 24 segundos, las jugadoras del EDF Logroño defendieron con todo lo que tenían dentro. Tenían claro que cuanto más tiempo alargaran el empate a cero inicial en el marcador más opciones tendrían de dar la campanada. Como si de un partido de balonmano se tratara, las logroñesas defendían con dos líneas por delante de la frontal del área, dejando a Jade descolgada en busca de un imposible: pegarse sola con toda la defensa rival.
La idea era clara, evitar que el Barcelona encontrara espacios por dentro. Allí se acumularon las riojanas y, junto a ellas el espíritu de todos los que han hecho posible que el EDF Logroño llegara a toda una final de Copa. Desde Héctor (Blanco) hasta Javier (Moncayo) pasando por Chechu (Martínez) y Gerardo García León. Desde las Ibra, Ana, Lucía, Andrea, Fatou o Irene que lograron el ascenso ante el Tacón hasta Vanesa, Barbra, Cami, Claire, Dorine, Silvia y todas las jugadoras que, con mayor o menor fortuna, han pasado por el club desde que ascendió a la Primera Iberdrola.
Las riojanas sabían que si querían ganar al Barcelona tenían que multiplicarse en defensa. Tenían que parecer más de 11 jugadoras. Tenían que llegar a todas las ayudas y no cometer ni un solo error. Y entre las elegidas para ese cometido estaban las tres futbolistas que permanecen en el equipo de aquel ascenso: Ana Velázquez, Judith Luzuriaga y Lorena Valderas. Con ellas empezó el sueño y era de justicia que lo vivieran en primera persona.
Durante 41 minutos y 24 segundos todo ese esfuerzo colectivo dio sus frutos. El Barcelona no encontraba huecos y cuando lo hacía ahí estaba Pamela Tajonar para mandar las oportunidades al traste. Sin embargo, un discutible penalti supuso el 1-0 y a partir de ahí las expectativas de levantar la Copa de la Reina se esfumaron. El planteamiento inicial ya no valía, había que dar un paso hacia adelante y hacerlo además con unas fuerzas que iban menguando conforme el tiempo pasaba.
Otro gol dos minutos después del primero y la sentencia en la segunda parte certificaron que el EDF Logroño no iba a proclamarse campeón de la Copa de la Reina. Pero el puesto de subcampeonas no se lo quita nadie. ¿Quién lo hubiera pensado hace una década?
Ahora, eso sí, toca olvidarse de esto y volver a la realidad de la liga, que no es precisamente de color de rosa. Las opciones de cumplir sueños solo llegarán con la permanencia en la mano.
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