El coronel Fernando 'Pichi' Martínez de Albornoz (Huesca, 1932), una de las figuras más relevantes y queridas del mundo de la equitación, falleció este viernes en San Sebastián a los 91 años de edad. A lo largo de toda su trayectoria, fue un deportista nato. ... Esquí, vela, salto de trampolín... no había disciplina alguna que se le resistiese a Martínez de Albornoz, pero fue a través de los caballos cuando descubrió que la hípica era un deporte mucho más especial que los demás. «En la mayoría de los deportes te ponen pie a tierra enseguida y, en cambio, el caballo es muy generoso, es especial», dijo en varias ocasiones.
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A sus espaldas acumula más de 30 Grandes Premios (GP), incluidos los que ganó en Logroño (en los concursos de salto que se celebraban en la Hípica Militar), Burgos o Santander. A lo largo de su trayectoria también recibió numerosos reconocimientos, como la medalla de bronce en el Campeonato de España de Veteranos que se celebró en 2018 o el Premio MHW 2019.
Unos galardones que, no obstante, fueron muy sufridos en varias ocasiones, ya que llegó a acumular más de 400 caídas que, por cierto, las anotaba en un cuaderno. De hecho, en una entrevista concedida a El Diario Vasco hace casi cinco años, llegó a bromear con que «creo que soy el único tonto que cuenta las veces que se ha caído». Al principio solo anotaba el número y una pequeña descripción de lo que había sucedido, pero, ya en 2018, reconocía que «solo apunto el número».
De todas ellas hubo una que le marcó en concreto: la 489. Y todo, porque en medio de un recorrido de saltos el caballo se paró en seco nada más llegar al obstáculo. «Teníamos esperanza de que siguiera adelante, pero no fue así», reconoció en la citada entrevista. El potro rehusó el salto y el coronel salió disparado hacia delante por las orejas del animal, hasta que cayó a sus pies y tuvo la mala suerte de que se rompió ocho costillas por culpa de un pisotón. Por suerte, no tardó mucho en recuperarse.
Su pretensión era no dejar nunca de lado su vocación. Por eso, siempre que podía, seguía montando a diario y marchándose de competición. Para el coronel la edad nunca fue un problema. Tenía claro que nadie conseguiría hacerle bajarse del caballo porque, como ha manifestado en varias ocasiones, «la vida desde ahí arriba es mucho mejor». Tenía razón, pero la muerte, desafortunadamente, le ha obligado a alejarse de los lomos de los caballos.
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