Jon Rivas
Sábado, 17 de agosto 2024, 00:33
Es la Vuelta de las tarjetas amarillas, la del despiste de Roglic que se presenta al podio de Belem un rato más tarde que sus compañeros; la del regreso a una salida en Portugal, la primera desde 1998, que ganó Abraham Olano. Y también es ... una de las más abiertas de los últimos años. Sin el monstruo que todo lo gana, Tadej Pogacar; sin el aspirante a ganarlo todo, Jonas Vingegaard. Sin otro fenómeno como Remco Evenepoel. Al que le brilla el pecho con sus oros olímpicos. Es la Vuelta de la esperanza para los corredores españoles, que no ganan una carrera de tres semanas desde que lo hiciera, en este mismo estadio que se mueve cada día, Alberto Contador en 2014. Diez años ya.
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Porque ya están avisados todos, y esta vez Sepp Kuss no podrá sorprender con una victoria labrada en una escapada más o menos consentida y después, en la protección de sus domésticos de oro y brillantes, Vingegaard y Roglic. Estará solo, o al menos no tan bien acompañado. Como el propio Roglic, otro de los aspirantes, que ya ha ganado tres veces, pero al que le empiezan a pesar los años y, sobre todo, las caídas, que se le acumulan desde la Itzulia.
Así que hay algunos ciclistas que empiezan a soñar con recibir el jersey rojo en Madrid. Espoleado por un buen equipo, y el recibimiento grandioso de sus paisanos que le gritaban el jueves, «¡acelera que Roglic llega tarde!», por el despiste del esloveno, Joao Almeida, cuarto en el Tour, es uno de los que suspiran por la victoria, y por convertirse en el primer ciclista luso que lo consigue. Pero tendrá enfrente a tres ciclistas españoles. Ausente Ayuso, Carlos Rodríguez es, posiblemente, la baza más sólida. El líder del Ineos Grenadiers, séptimo en el Tour, está convencido de que, al menos, peleará hasta el final por ganar. «Vengo para eso, para luchar por la victoria», dice. «Hay rivales muy fuertes, pero no estén los tres del podio del Tour. ¿Por qué no creer que se puede hacer?», apuntaba en la conferencia de prensa previa a la carrera.
Más cauto se muestra Mikel Landa, que encabezará el elenco del Soudal. Fue el mejor español en el Tour, -quinto-, haciendo labores de gregario de Evenepoel. «Ganar serían palabras mayores», asegura. «Este año ya tengo una grande en las piernas y no sé cómo va a responder el cuerpo. Tengo un poco de miedo, pero bueno, si estoy como en el Tour podría ser, podría ser luchar por el maillot rojo». Así que el ciclista de Murgia no lo descarta. Liberado de la carga de tener que tutelar a Evenepoel, una misión que cumplió con creces en el Tour, Mikel Landa regresa a su papel de líder. «Sí que noto esa presión de ser el líder, y de sentir esas ganas que tiene la gente de que haga algo importante, de que me vaya bien, de que tenga ese mismo estado de forma del Tour», apunta.
Otro de los ciclistas españoles que aspira a estar arriba es Enric Mas, que después de varias temporadas luchando por los mejores puestos, descubrió en el Tour, en el que acabó en el puesto decimonoveno, que se pueden hacer otras cosas: «Me divertí mucho en el Tour», confiesa. «Sufrí mucho al principio, pero en la última semana disfruté de un ciclismo que no conocía, el de meterme en fugas y disputar desde la escapada, pero lo que me gusta es hacer la general y aquí en la Vuelta iré a por ello».
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La incógnita radica en saber cómo responderá el cuerpo después de la paliza de julio en Francia. Entre los aspirantes, solo Kuss, a causa de la covid, se libró de los esfuerzos que exige la ronda francesa, aunque la enfermedad le debilitó. Los demás tendrán que someterse a esas incógnitas. «No sé cómo llego a la Vuelta», asegura Carlos Rodríguez. «Después del Tour me lo tomé con calma y poco a poco volví a los entrenamientos. Me encuentro bien, pero hasta que no empiece no sabré cómo estoy». Además, el granadino es la primera vez que encadena dos grandes vueltas. Mikel Landa, más veterano, tiene experiencia, pero las mismas dudas. «Llego con ganas, no sé muy bien cómo estoy físicamente. Después del Tour desconectas bastante, y luego cuesta bastante coger de nuevo la tensión de la competición», dice. «Creo que con el paso de los días iré encontrándome mejor y espero hacer una gran vuelta».
Carlos Rodríguez es ambicioso y quiere quitarse la espina del Tour, que no acabó en las mejores condiciones. «Estaba enfermo, no me podía exprimir y me dejó con ganas. Esa espina me la puedo desclavar aquí», afirma, al tiempo que analiza: «Las cronos serán muy importantes. Se hacen más diferencias en ellas que en montaña porque si entras a rueda te dan el mismo tiempo y no se marcan tantas diferencias». Para Landa, el abanico de posibilidades es muy grande. «La carrera se abre un poquito más. No creo que haya un favorito claro, quizás sea Roglic, que ha ganado tres veces, quien tenga ese punto más de favoritismo. Luego los demás estamos muy parejos y se abren las opciones al podio». Enric Mas, coincide. «Sin Pogacar, el abanico de favoritos se abre más. El año pasado ganó Kuss gracias a una fuga que le dio un tiempo que luego supo mantener, y ahora esperemos que sea una carrera más abierta donde podamos disfrutar y hacer disfrutar a la afición».
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Todo empieza la tarde del sábado en Lisboa, con la contrarreloj de 12 kilómetros que comienza a calibrar las fuerzas. «Veremos», dice Landa. «La ultima crono del Tour me salió bastante bien».
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