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Jon Rivas
Viernes, 30 de agosto 2024, 19:37
En los tiempos primitivos del ciclismo, en los que la televisión era una quimera, la radio estaba en pañales, aunque cualquier cosa que se decía por las ondas pasaba a ser palabra de ley, como esa serpiente multicolor a la que cantaba el periodista de ... Radio Nacional Juan Martín Navas. Quedó como suya, aunque fuera una apropiación, posiblemente no indebida, pero, desde luego, nada original. Pero incluso la radio, con su valor de ley, quedaba muy por debajo de los periódicos, que eran los reyes a la hora de informar del ciclismo en su edición del día siguiente.
Como no había televisión, los reporteros tenían que atenerse a lo poco que habían podido ver mientras adelantaban ciclistas con sus coches y sus motos, y a lo que observaban en la meta si conseguían llegar antes que el pelotón a través de carreteras secundarias. En todo eso se apoyaban, y en las hojas ciclostiladas de la clasificación -adenda para milenials, fotocopias de antes de que se inventaran las fotocopiadoras-. Así que, no podría ser de otra forma, las crónicas eran brillantes, conmovedoras, rotundas, épicas e imaginativas, sobre todo, imaginativas. Eso lo primero.
Algunos periodistas ni siquiera seguían la carrera. Hubo quien cada año cobraba el dinero del viaje que su periódico le asignaba para ir al Tour, cogía un hotelito en Cannes y desde allí escuchaba la radio francesa para escribir crónicas extraordinarias. Se llevaba a su pareja, claro.
Ahora está la televisión, que lo cuenta todo en imágenes, salvo que al realizador le dé la pájara y deje de contarlo, y haya que mirar otra vez las clasificaciones para saber por dónde anda Mikel Landa, que la última vez que salió en la tele parecía que iba bien, pero después desapareció como si se hubiera despeñado por un barranco de Ancares, donde de forma metafórica lo hizo el líder, Ben O'Connor. Pero resulta que no, vaya susto. Que Landa no se despeñó, ni se retiró de la carrera, qué va. Resulta que llegó a la meta 35 segundos después de Primoz Roglic, el triunfador de la etapa, aunque no la ganara ni se vistiera de líder, y 20 por delante de Richard Carapaz y Enric Mas, que se llevaron todas las imágenes que el realizador quiso enseñar, mientras Landa se tomaba una Fanta. «A Roglic le veo por encima, pero queda mucha Vuelta», decía. Por lo menos, se le escucha.
Y hay que mirar la clasificación para saber que a O'Connor solo le queda un minuto y 21 segundos de margen en la general, que puede quedar hecho picadillo en el Cuitu Negru el domingo, allá por el puerto de Pajares y más arriba. Afilaron los cuchillos el Movistar y el Bora, y cuando empezaba lo más duro de la última subida, entre Roglic y Mas se las apañaron para distanciar al jersey rojo. Como siempre, Landa seguía a su ritmo y pudo establecer contacto, aunque entonces, el líder 'in péctore' de la carrera dio un último latigazo y dejó a los dos españoles con un palmo de narices. A Mas se le vino el mundo encima, así que Landa siguió a su ritmo y se marchó también del balear. Luego desapareció hasta que volvió a aparecer en las clasificaciones, como si fuera un truco de escapismo de Houdini.
Y mira que lo habían puesto fácil los corredores, todos, para que el realizador no tuviera que romperse la cabeza. Dividieron el pelotón en dos, los que aspiraban a ganar la etapa y los que quieren ganar la Vuelta. Se dieron un margen de un cuarto de hora, para que mientras unos subían, los otros bajaran; para que los cinco últimos kilómetros de los de delante, no tuvieran interferencias informativas de los de detrás. Todo muy ordenado, pero ni por esas, porque en la fuga se quedó enseguida Wout van Aert, en cuanto las rampas le exprimieron, y se adelantó rápido Michael Woods, el campeón de Canadá. Marc Soler, después de muchos fuegos de artificio y gastar energías como si le sobraran, seguía a duras penas al suizo Schmid, que como en la víspera, hizo el papelón de nadar entre dos aguas, es decir, nada. Al final ganó Woods, se llevó la gloria de nuevo a los 37 años, y como buen telonero, dio paso al actor principal, Primoz Roglic, que en esos mismos momentos comenzaba otra actuación estelar que acabó dando un duro golpe al líder y también a quienes le siguen en la tabla y que tendrán que seguir, como en los viejos tiempos, por las clasificaciones, porque la televisión no tuvo su día.
Al líder le queda una renta exigua en relación a Roglic. Algo más con Mas, que aspira a que lo de Ancares no se repita: «Espero que solo haya sido un mal día. Abajo ya me he sentido vacío, por eso no he relevado a Roglic. Las sensaciones malas han llegado al principio».
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