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Jon Rivas
Sábado, 24 de agosto 2024, 19:12
La Cofradía de la Virgen de la Cabeza, patrona de Cazorla, aprovechó la llegada de la Vuelta junto a su ermita, para adornar la imagen de María y el niño Jesús con sus mejores galas, de azul cielo y las refulgentes coronas plateadas, y también ... para abrir «el bar de arriba», anexo a la iglesia de paredes encaladas, y vender paellas, bocadillos, variedad de tapas y bebidas. El fervor no está reñido con el negocio.
Allá, donde los cofrades hacían caja llegaba por la tarde la procesión de la santa remontada encabezada por Primoz Roglic, hermano mayor de otra cofradía muy distinta, que hace penitencia en cada jornada, como hace años verbalizaba Fernando Quevedo después de una etapa del Tour de 1992, en la que llegó peleando por no entrar fuera de control. «¿Héroe Induráin? El héroe soy yo, que siendo infinitamente peor, tengo que hacer las mismas etapas. Esto es insufrible, muy duro», y se refería a esa penitencia, el calvario de los ciclistas: «Si le cambio a Jesucristo la bicicleta por la cruz me devolverá la bicicleta y se llevará tres cruces para compensar».
Es duro el ciclismo, sí, pero se hace más llevadero para los corredores que pelean por ganar, como Induráin en sus tiempos, o como Roglic, que no ha esperado demasiado para iniciar la remontada. Los segunditos que arañó en la víspera en el paso bonificable en las alturas de Córdoba fueron un indicio de lo que pretendía y que se sustanció en la ermita de la Virgen de la Cabeza, en plena sierra de Cazorla. De golpe, con su pedalada poderosa, recortó 46 segundos más, además de los 10 que le corresponden como vencedor de la etapa, que le disputó en los últimos metros un espléndido Enric Mas, que ya está tercero en la general y a quien no le costó demasiado seguir la rueda del tres veces ganador de la Vuelta y que quiere igualar a Roberto Heras, que se llevó cuatro. «Tiene una pedalada final muy fuerte y rápida. Lo he intentado, pero me ha remachado. He jugado mis cartas», reconoce el ciclista del Movistar.
Solo el mallorquín siguió la estela del vencedor, aunque Mikel Landa estuvo cerca y ya es quinto. «Ha sido una etapa explosiva y agónica, más de lo que fue en 2015 en la que la ascensión final fue más corta», recuerda el alavés. A Ben O'Connor, que todavía conserva casi cuatro minutos de diferencia en la clasificación, le empiezan a asaltar las dudas después de mostrarse vulnerable en la ascensión final a un puerto de tercera, aunque disimula lo que puede. «No he tenido mi mejor día», reconoce. «No sé qué ha pasado, pero son cosas que suceden en una gran vuelta. Lo importante es que sigo de líder, aunque no quería perder tiempo». Ni siquiera le esperó Felix Gall, su compañero de equipo, que detectó rápido la debilidad del líder y prefirió preservar su posición.
La etapa se hizo muy dura para todos, por el calor y un terreno sinuoso, sin descansos, por carreteras estrechas y continuas subidas y bajadas. Lo llevaron como pudieron los hombres del pelotón y también los de la escapada, que se quedaron a muy poco de culminarla. El grupo de fugados se fue deshaciendo con el paso de los kilómetros y también la diferencia, gracias al trabajo del Israel, que buscaba hacerle el trabajo a Michael Woods, pero se quedaron cortos. A falta de los tres kilómetros finales se quedaron en cabeza Harold Tejada y Oier Lazkano, con un minuto de ventaja, y Vergalito a unos metros, pero el espíritu de la remontada de Roglic, con Mas acoplado a su rueda, destrozó sus últimas esperanzas mientras O'Connor perdía pie.
Lo peor para el líder es que la tortura no acabó en la Sierra de Cazorla, entre las interminables plantaciones de olivos y ese olor entre picante y dulzón a aceite que se cuela por las fosas nasales, porque la siguiente etapa es, posiblemente, una de las más complicadas de la Vuelta, que no finaliza en alto, sino en Granada, pero después de ascender tres puertos de primera categoría, el de Hazallanas a 23 kilómetros de la llegada. «La etapa que viene es muy dura, quizás la más importante de la Vuelta. No será un final en alto, pero los puertos son muy duros, habrá que ser agresivo», apunta el líder. Pero si Roglic insiste, tal vez no tenga que esperar a los montes asturianos para desbancar a O'Connor. Dice que ya no le duele la espalda, y que las piernas le responden. «Voy a competir todos los días a tope, solo para ver cómo respondo a todo este esfuerzo en mi cuerpo después de un período difícil con mi lesión», señala el esloveno.
Entre Motril y la ciudad de la Alhambra, a través de la Alpujarra, tal vez se decida gran parte de la Vuelta, que para otro de los favoritos, Joao Almeida, es ya casi una quimera. Perdió casi cinco minutos después de empezar a descolgarse en el inicio de la última subida.
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