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j. gómez peña
Martes, 30 de agosto 2022, 18:41
A los corredores del Quick Step les gusta que les llaman 'la manada'. A veces, el lobo es Julian Alaphilippe, el campeón del mundo. Pero en esta Vuelta nadie aúlla como Remco Evenepoel. Uno de los lobos que le escoltan, Remy Cavagna, fijó el mejor ... tiempo durante mucho tiempo en la contrarreloj llana de 30 kilómetros entre Elche y Alicante. Pero siempre supo que la victoria era del 'macho alfa'. De Remco. «Me superará. Es un recorrido perfecto para él. De fuerza y aerodinámica», anunció el francés. Acertó. Con 1,71 de altura y 61 kilos, Evenepoel tiene formato de bala. Así se perfila sobre la bicicleta, inmóvil y compacto en pleno sufrimiento. Letal. Bala roja.
Se conocen bien dentro de la manada. Evenepoel, pedaleando sobre un plato de 60 dientes, ganó la etapa y recaudó más tiempo para la montaña y el calor que aún le esperan. El gran lobo alejó a sus supuestos cazadores. Roglic, que nunca había perdido una contrarreloj en la Vuelta, la perdió por 48 segundos. Carlos Rodríguez, el tímido andaluz estudiante de ingeniería que todo lo hace bien y cada vez mejor, cedió 1 minuto y 22 segundos, veinte menos que Simon Yates. Rodríguez, de 21 años, se pellizcaba. «Estar tan cerca de Roglic es un orgullo. Me da aún más ganas para todo lo que viene». Atrevido. «Estoy aquí para disfrutar». Lo hace.
Enric Mas perdió casi dos minutos (1.51) y la segunda plaza en la general en favor de Roglic. Y Juan Ayuso, en su casa, llegó a 2.17. Enfadado. «Me he levantado con dolor de cabeza. Pensaba que tenía covid, pero -resopló- no. Me he hecho tres test. Menos mal. No ha sido mi día», lamentó. Así es el carácter ganador de Ayuso. Tiene 19 años y no soporta perder una ocasión, aunque sea su primera vuelta. Evenepoel es más líder, con 2.41 sobre Roglic. Enric Mas está a 3.03 y Carlos Rodríguez, a 3.55. Yates se va casi a los cinco minutos, como Ayuso (4.53). «Me va a costar entrar en el podio», se quejaba Ayuso, tan joven y tan ambicioso.
También la de Evenepoel es la historia de una ambición. Hijo de un modesto ciclista profesional que acabó de obrero entre ladrillos y cemento, vive obsesionado con el éxito. Dejó el fútbol tras ser el capitán de la selección juvenil de Bélgica porque notaba que no iba a ser el mejor. Cogió la bicicleta de su padre y ganó, abrumó, casi de inmediato en el Mundial junior. El ciclismo era su campo de sueños. Aún adolescente venció en la Clásica de San Sebastián. El ciclismo asistía a la llegada de un mesías. Pero se cayó en agosto de 2020 en el descenso del muro de Sormano, durante el Giro de Lombardía. Se rompió la pelvis y se dañó un pulmón. «Los médicos me dijeron que me libré por un milímetro de quedar paralítico», desveló el corredor belga. Vive su segunda vida.
Ahí, en ese barranco, nació el Remco actual. Más ambicioso aún. «Antes decía: 'Tengo que ir entrenar'. Ahora digo: 'Quiero ir a entrenar'». Más ganas. Tras pasar por las manos de un psicólogo para alejar los miedos a los descensos, aceleró su recuperación. Eso le provocó una fisura en la pelvis. Otro parón. Nueve meses después del accidente y sin carreras previas, se apuntó al Giro 2021. Empezó bien y se vino abajo. Remco se apoyó entonces en su padre, que en 2008 se había caído en la obra desde un altura de trece metros. Estuvo siete meses en la cama de un hospital. «Mi padre volvió a trabajar. Yo también». Cuando se retiró del Giro, su padre explotó frente a las críticas: «Estoy orgulloso de mi hijo. Hace ocho meses teníamos que ayudarle a ir al baño».
De aquel barranco de Sormano donde Evenepoel sintió que apenas podía respirar salió el nuevo Remco, más voraz aún. «Aquello me motivó aún más». Esta temporada, superada la lesión, ha ganado a lo bestia la Lieja-Bastogne-Lieja y la Clásica de San Sebastián, y ha venido a la Vuelta a desmentir a todos los que dicen que no vale para las carreras de gran fondo. Nada le enciende más que una crítica, especialmente si la lanza su vecino 'caníbal', Eddy Merckx, que no deja de azotarle.
A Evenepoel le esperan el calor y muchas montañas aún en esta Vuelta. Ha preparado la ronda con mimo: en España, en Alicante, en el hotel del exciclista ruso Alexandre Kolobnev con habitaciones que emulan la estancia en altitud. Ha perdido un par de kilos para subir mejor. Remco es un perfeccionista que flota sobre su propia e incontenible ambición. Recorrió los 30 kilómetros entre Elche y Alicante a 55,7 kilómetros por hora. Por encima de la velocidad permitida en la ciudad. Los radares saltaron a su paso. Ahora afronta con mucha ventaja el resto de la Vuelta, la del calor y la montaña andaluza. Es belga pero pasa muchas temporadas en Alicante. El lobo conoce el terrero. La partida de caza le ha perdido el rastro, por ahora, pero le buscarán en Peñas Blancas, la Pandera y Sierra Nevada.
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