Secciones
Servicios
Destacamos
j. gómez peña
Jueves, 25 de agosto 2022, 19:34
A oscuras por la niebla todo se vio más claro. La nube y los focos de los coches de la Vuelta hacían irreconocibles a los ciclistas, casi invisibles. Siluetas de espectros. Y fue allí donde dos corredores agobiados por su miedo a los descensos disiparon ... sus fantasmas. Remco Evenepoel, nuevo líder, y Enric Mas se quedaron solos en ese paisaje submarino en plena montaña cántabra. Sólo llegó por delante el ganador de la etapa, el australiano Jay Vine. Por detrás de Evenepoel y Mas apareció Juan Ayuso, a 40 segundos. La esperanza de 19 años. El futuro que ya alumbra en el túnel donde deambula aún el ciclismo español. Y a casi minuto y medio llegó, empapado, Roglic, que ahora tendrá que atacar. Con el esloveno venían Yates, Sivakov, Hart, Hindley y otro dorsal nuevo, Carlos Rodríguez. Otro nombre para el inmediato porvenir. Todo eso se vio casi a oscuras en una etapa que aclaró más de lo que se esperaba.
En el Pico Jano saben cómo sacarle electricidad al agua. Hay dos embalses que alimentan la central hidráulica de Aguayo. Milagro tecnológico. A esta montaña le pusieron el nombre del dios romano Jano, el de las dos caras que miran en sentidos opuestos. El que abre y cierra las puertas. Eso hizo en el primer final en cuesta de esta Vuelta. Le abrió la puerta a Vine, un ciclista que se ganó un contrato profesional en plena pandemia al brillar en las carreras virtuales de plataformas digitales. Se la abrió también a Evenepoel y a Mas. Y se la cerró a Carapaz, que ya pierde casi tres minutos y a Mikel Landa, que está a seis.
A la sexta etapa se le cayó el termómetro. En la salida desde San Mamés, la catedral del Athletic, sofocaba el calor. Landa, que algo barruntaba, anunció que era el día para «sacar conclusiones». Malas para él. El Pico Jano iba a poner a cada uno en su fila. Aún con sol se juntó la fuga de Rubén Fernández, Mark Padun, Jan Bakelants, Nelson Oliveira, Fausto Masnada, Kaden Groves, Marco Brenner, Dario Cataldo, Xandro Meurisse y Xabier Mikel Azparren. Del Pico Jano llegaban noticias de la lluvia y la niebla. Del frío repentino. Cambio climático en un plisplás. Cantabria presume de ser infinita, en paisajes y en temperaturas. De la ola de calor al otoño. Las primeras gotas refrescaron a los escapados en el puerto de Alisas. Primer escalofrío. Había que bajar con el piso mojado.
Ese peligro ponía a prueba el temple de Enric Mas, paralizado por el pánico a las bajadas en el pasado Tour, y de Evenepoel, que casi se mata en un barranco del Muro de Sormano en el Giro de Lombardía. Las curvas cuesta abajo de la Collada de Brenes iban a ser como una sesión con el psicoanalista. Tierra de vacas, de boñiga en las carretera, de asfalto viejo. Antes de abrir el puerto una caída sonó como un terremoto. Hagen se quedó en la cuneta. Uno menos. Se desató la locura. Más que correr, huían. Alaphilippe aprovechó ese momento confuso para acelerar en favor de su líder, Evenepoel. Al belga le va la lluvia. Tiene una central eléctrica en sus piernas. Un velo de niebla tapaba la carrera que, sin embargo, se iba aclarando. Molard, el líder, recibió allí el tiro de gracia. Delante, en la fuga, Padun dejó al resto. Es ucraniano, del Dombás, el territorio que reclama Rusia. Ha crecido entre uniformes y se ha entrenado entre controles militares.
Y pese a vivir en ese ambiente bélico, su miedo son los descensos. Bajó tieso, aferrado al chirriante freno, la Collada de Brenes. Perdió uno de los dos minutos que llevaba. Perdió la etapa. Cerca ya de Padun, relucía dentro de un manto de lluvia fina el arcoíris de Alaphilippe. El campeón del mundo seguía entregándose a Evenepoel, el prodigio belga. Tiró de él y de todos hasta la penúltima puerta de la etapa, la que abría el ascenso al Pico Jano. Cuando Alaphilippe reventó, su compañero Masnada, que se había decolgado de la fuga, no pudo poner el mismo ritmo. Lo aprovechó Jay Vine para largarse a por Padun y a por la etapa. Ingresó en la niebla. La puerta abierta.
Unos metros más abajo, Evenepoel transformó el agua en energía. Le pasó una mano al potenciómetro como si fuera un parabrisas. Leyó los dígitos de su fuerza. Mucha. Activó con sus piernas de antiguo futbolista un martillo mecánico. Sólo Enric Mas, al límite, pudo con tanto trabajo. «Bastante tuve con seguirle», dijo el balear, tercero en la general a 28 segundos de Evenepoel y a 7 de Molard. «¿Tercero ya? Qué bien», se alegró, liberado de las cadenas de sus miedos. Ya mira por encima a Roglic, que está a un minuto de Evenepoel. Ayuso es quinto en su bautizo, a 1.12. La juventud jugó a favor del alicantino. «He corrido por estas carreteras hace nada, en la Vuelta a Besaya juvenil», dijo. Le saca más de medio minuto a Almeida, el teórico líder de su equipo, el UAE. «He venido a aprender... Y a por todas», se atrevió Ayuso. Pura ambición. Su gen.
A 1.34 está Carlos Rodríguez, el granadino del Ineos. Otro rayo de luz en el ceniciento Pico Jano. Su equipo, el Ineos, vio cómo se diluía Carapaz y cómo el andaluz, Sivakov y Hart reclamaban los galones. La juventud es la nueva energía de esta Vuelta en la que manda un antiguo centrocampista del Anderlecht que sólo tiene 22 años. «Es mi primer maillot de líder... Estoy orgulloso», dijo Evenepoel. En su país, Eddy Merckx suele cuestionarle. No le ve con fondo para una gran ronda. El nuevo maillot rojo tiene dos semanas y pico en la Vuelta para desmentirle. Para quitarle la niebla de los ojos al viejo 'caníbal'.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.