Aru, el único que desafía a Chaves

Con temperaturas en torno a los 40 grados, con un guión que permanece inalterable y que se mueve entre una escapada y los acelerones finales, lo que sigue viendo la carrera es que Esteban Chaves continúa dando muestras de una salud y de una recuperación llamativas.

En esta ocasión, la escapada que mandó durante toda el día, desde el kilómetro doce de los 191 que tuvo la etapa, acabó por llegar a meta y darle el triunfo a un holandés fortachón, Bert Jan Lindeman, que fue el más vivo, y que se benefició del problema mecánico que tuvo el francés Jérome Cousin (Europcar) en la parte final para atacar y quitarse el rival más peligroso que le quedaba. Amets Txurruka estuvo en esa fuga. Le mandaron atacar muy pronto pensando que el pelotón les cogería y lo acabó pagando cuando se estaba jugando el triunfo.

Entre los favoritos, mientras Chaves no falle va a seguir ocupando la privilegiada posición en la que se encuentra. No se ve a nadie que vaya sobrado de fuerzas o quizás también es que veteranos como Valverde y Purito Rodríguez prefieren dejar hacer a otros equipos y corredores antes de meterse de lleno en la batalla de las etapas, de la general.

Lo mismo sirve para Nairo Quintana, que aunque no es un veterano en edad, sí lo parece por sus prestaciones y sus movimientos en carrera. De hecho, ayer, en esa subida final, Valverde le dijo a su compañero Andrey Amador que dejase tirar.

¿Por qué? Se supone que buscando la colaboración de otros equipos como Astana, que finalmente entró a trabajar con Cataldo y Luis León Sánchez.

O quizá también porque veía que allí no iba nadie para hacer exhibiciones y estaban preparando el terreno no se sabe muy bien a quien.

El Sky ni se movió. La explicación a esa actitud llegó cuando Fabio Aru aceleró y se le vieron los rotos a Chris Froome, que se quedó. Por si quedaba alguna, las Alpujarras demostraron con nitidez que no es el mismo ciclista que en el Tour.

Froome no revienta

Pero también es cierto que Froome cedió sólo veintisiete segundos con respecto al grupo de los mejores, pero no explotó. El único que tiene una diferencia importante con él, 1:22, es Chaves. Froome se agarra muy bien a la carrera a pesar de que se quedó solo, sin ningún compañero a su lado.

El inglés padece, sufre, pero ahí está y si no le eliminan rápido, si es que pueden, van a tener su sombra hasta la contrarreloj de Burgos. Lo que se vio en el alto de Capileira es que nadie anda sobrado de fuerzas, salvo el líder. De hecho, el único de los que corredores que salían con opciones de poder ganar la Vuelta que se movió fue Fabio Aru, que a los siete segundos en la llegada de ventaja que logró se unieron cuatro más de bonificaciones, lo que deja su renta total en once segundos. Los jóvenes se muestran fogosos y los veteranos prudentes, pensando, sobre todo, en esa etapa de Andorra el próximo miércoles y la paliza física que pasará factura entonces a muchos ciclistas.

Una combinación que puede dejar la carrera muy tocada puesto que corredores importantes tendrán problemas serios. Nombres como los de Valverde, Quintana, Majka, Chaves, Daniel Martin, Purito, Pozzovivo, Nicolás Roche o Dumoulin entraron juntos. Froome siguió a su ritmo, al igual que Dani Moreno, que entró junto a él.

Hay mucha igualdad en una prueba en la que Sky apenas si ha aparecido a pesar de tener a Nicolás Roche, Mikel Nieve y Chris Froome situados, en mayor o menor medida, en la general. Lo que se está viendo es que equipos como Astana, Movistar y Katusha, dependiendo de como se encuentre Purito, van a tener que seguir cogiendo responsabilidades, al menos hasta que Orica vea hasta donde puede llegar Esteban Chaves.

También hizo su aparición Tinkoff, con el polaco Majka, otro corredor peligroso del que no se sabe muy bien su buscará ganar etapas o posicionarse en la general. Es otro de los que merodea cerca de los mejores a la espera de lo que pueda pasar. Chaves dejó una frase para la posteridad cuando le preguntaron si la etapa había sido complicada: «Montar en bicicleta no es fácil, estar sobre ella cuatro, cinco o seis horas se hace duro, aunque sea una etapa plana».

Unas palabras muy sencillas pero que esconden una gran verdad. Orica le cuida como oro en paño y el chaval sigue respondiendo, incluso en ese puerto que era ya algo serio: «Una subida que tiene más de cincuenta minutos siempre es complicada y produce fatiga». Sigue sin querer mirar hacia delante, salvo el día a día, y eso le permite seguir muy bien posicionado.