Froome pesca en aguas turbulentas

Total, que Froome sólo consiguió dos segundos. En la Vuelta a España de 2011, la que acabó ganando Juanjo Cobo, con Bradley Wiggins en segunda posición en la general final y Chris Froome, tercero, le pasó lo mismo camino de Vitoria. Por eso decimos que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces seguidas, en varios años, en la misma piedra.

Ganó ese esprínt bonificación Gorka Izagirre. Resultó premonitorio ese detalle de lo que pasaría minutos después en una etapa en la que el italiano Fabio Aru (Astana), más que una promesa, una realidad, un talento, ganaba su segunda etapa en la Vuelta a España después de la conseguida en Aralar.

La cabeza del grupo principal se convirtió en un verdadero zafarrancho de combate del que salían ciclistas como propulsados por una catapulta. Desde que el francés Le Mevel (Cofidis) atacó hasta que Fabio Aru ganó pasaron tantas cosas que no es fácil ordenar las ideas de lo que sucedió. Contador siempre estaba delante. Katusha tenía a Gian Paolo Caruso y Dani Moreno de avanzadilla, con Purito en la retaguardia.

Contador, expuesto

Un amago de ataque de Purito nos llevó, a falta de seis kilómetros, a un ataque de Valverde. Froome había fundido su equipo, que consiguió, finalmente, el objetivo para el que trabajaba. El irlandés Philip Deignan tiraba de él. Todo se movía en pocos metros, en escasos segundos, con muchos corredores buscando una victoria etapa.

Contador saltó a por Caruso. Se metió en una película que no era la suya. Ese carrusel de saltos comenzaría a complicarse para algunos ciclistas cuando Fabio Aru se movió a 3,8 kilómetros de la meta. Purito esperó un kilómetro para probar. Valverde y Contador se unieron rápidamente a él.

Froome parecía no estar. Iba a su ritmo. Daba la impresión que no podía salir a esos golpes más explosivos de Purito. Aru caminaba solo y cuando faltaban 2.400 metros, Chris aceleró su molinillo. En ese momento, el desconcierto resultó total entre los tres tenores, Contador, Purito y Valverde. El más interesado en trabajar, que no el único, era Valverde. Al menos eso pensó Contador.

Con una ventaja que oscilaba sobre los diez segundos, Contador tardó en entender que Froome caminaba más deprisa de lo que él pensaba. Se puso a tirar. Valverde les pidió ayuda a sus dos compañeros de viaje, con los que lleva toda la Vuelta a ambos lados de la carretera cuando las dificultades arrecian.

Cuando quedaba un kilómetro, Purito volvió a probar, con la etapa perdida. Y en ese particular recital que están dando Valverde sumó cuatro segundos de bonificación.

Froome quedó a 1:19 de Contador y Valverde, a 1:32. Purito, a 2:29, hace días que está fuera de la carrera. No va a perder Froome su segundo puesto en la general ni en Los Ancares, ni tampoco en la contrarreloj.

El día en el que Valverde parecía que tenía todo a su favor para aumentar su diferencia en la general sobre el inglés, todo se torció de manera definitiva. La siguiente pregunta es en qué situación queda Alberto Contador. Bastaba con ver su cara para comprender que no le gustaba lo que había pasado.

Está más expuesto que antes de llegar a Castrove, pero es él quien tiene toda la ventaja, salvo que a Froome su potenciómetro le diga cuando queden cinco kilómetros de etapa el sábado que puede seguir dando cuerda, perdón, pedales, a su molinillo y Contador tenga algún problema. Ya no sirve de nada decirlo, pero cuando tuvieron la oportunidad de meterle un tiempo importante en Los Lagos no lo hicieron y ahora Valverde ha perdido el segundo puesto y Contador está menos tranquilo de lo que estaba. ¡Así estamos!