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Iñaki Izquierdo
Miércoles, 5 de julio 2023, 19:25
El Tour ha hecho honor a su leyenda y ha designado al patrón de la carrera. Jonas Vingegaard (Jumbo) ha repetido la maniobra que utilizaron todos los grandes del ciclismo, de Indurain a Froome, pasando por Tadej Pogacar (UAE), al que el danés ha dado ... un golpe del que muy pocos se levantan. El encontronazo con la alta montaña siempre es el momento más delicado del Tour y los campeones lo saben. El Marie Blanque se tragó a Pogacar y abrió de par en par las puertas de París a su máximo rival. El Tour entra en otra dimesión y toca elegir. Entre la historia y la leyenda, entre la fantasía y la realidad, entre lo que ven los ojos y lo que siente el corazón. Pogacar es un genio y alimentará el sueño, pero Vingegaard le ha aventajado hoy en un minuto, una diferencia notable en una etapa en la que el australiano Hindley, ganador del Giro de 2022, se ha hecho con la victoria y con el maillot amarillo.
El ciclismo se forjó en el territorio de la imaginación, porque de las carreras no se veía nada. Ahora, las etapas se retransmiten desde la salida y los ciclistas tienen las cámaras encima todo el día, para recoger hasta el último detalle. Por eso Pogacar y los demás campeones actuales tienen tanto mérito. Porque pese a ese escrutinio rivalizan con los héroes de las viejas hazañas imaginadas en el pasado y perfeccionadas generación tras generación hasta convertirse en historias redondas. Cada día que pasa, Coppi pedalea mejor.
El Tour pasó por la carretera de Aramits, el pueblo de Henri d'Aramitz, cura, militar, agente secreto y mosquetero negro del siglo XVII. Personaje de carne y hueso desconocido por completo, al revés que René d'Herblay Aramis de Vannes, inventado por Alejandro Dumas para 'Los tres mosqueteros'. La historia y la leyenda, la fantasía y la realidad llevan dialogando muchos siglos y así es también el ciclismo. Hay tensión entre lo que se ve y lo que se siente. Y, puesto ante la tesitura de elegir, el aficionado no duda en favor de la leyenda y la fantasía.
Mañana se sube el Tourmalet y al pasar por Sainte-Marie-de-Campan los ciclistas oirán el martillo de Eugène Christope golpeando el yunque de la fragua intentando arreglar su bici en el Tour de 1913. El ciclismo es ir rápido en bicicleta, pero también sus viejas historias.
El Tour visita al gran coloso, 17,1 kilómetros de subida al 7,3%, y un tramo terrible de siete consecutivos por encima del 9% antes y después de La Mongie. La meta estará en Cauterets, montaña propicia para el ciclismo vasco. Será la quinta vez que la Grande Boucle llega a esa estación de esquí. El primer vencedor en su cima, en la edición de 1953, fue Jesús Loroño. En 1989 ganó Miguel Indurain, que llegó de amarillo a su cima en 1995 cuando ganó Virenque. La anterior visita data de 2015, con triunfo de Rafal Majka, que está en carrera con el UAE.
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