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Viernes, 8 de julio 2022, 19:21
Faltan 14 etapas y más de 2.200 kilómetros hasta el final del Tour. Si hay que ir, se va, pensará el pelotón, pero ir por ir... Tadej Pogacar (UAE) ganó en la cima de la Planche des Belles Filles con una facilidad que quita ... la moral a cualquiera. ¿No sería mejor ir en línea recta a París, que son solo 430 kilómetros y terminar? Un aperitivo en el Boulevard Saint-Germain, un café en el Marais, una copa en el canal Saint-Martin... Alternativas, todas, mejores que perseguir al esloveno en bici hasta los Campos Elíseos para nada.
El esloveno ganó en la montaña que hace dos años le dio su primer Tour y frustró a uno de sus mejores rivales, Jonas Vingegaard (Jumbo). El danés lanzó un ataque bestial a poco más de cien metros de la meta que engulló a Lennard Kämna (Bora), que ya acariciaba el triunfo. Al borde de la agonía, Vingegaard vio cómo, a diez metros del final, Pogacar le pasaba silbando para ganar la etapa. Un mazazo moral.
Ahora mismo, no hay carrera. Los escribanos de París ya empiezan a mojar sus plumas en tinta para ir escribiendo el nombre de Pogacar en el libro de oro del Tour, en la casilla de 2022. Debajo de Pogacar, 2020 y de Pogacar, 2021. Este viernes, además, jugó a patrón del Tour haciéndose conducir por su equipo todo el día. Nada de aventuras.
Si por él hubiera sido, habría ganado Kämna. No hizo nada para ganar fuera de los últimos diez metros, pero una vez allí tampoco iba a regalar la etapa a su primer rival. Es la octava que se anota en sus tres Tours. Subió el tramo final del 'sterrato' por encima del 15% y rampas del 24%, a 23,1 kilómetros por hora, según dio a conocer la organización.
La Planche des Belles Filles demostró que las etapas de montaña están pasadas de moda. Hubo más ciclismo en tres días desde Calais a Longwy, sin un puerto digno de tal nombre, que en la primera subida fuera de categoría del Tour. En estos puertos es tan evidente la relación de fuerzas que lo más que se puede hacer es lo que hizo Vingegaard, atacar a doscientros metros de la meta... y para acabar como acabó. Al final, a Pogacar le da igual, porque ya se las había arreglado para ser el líder del Tour antes de la llegada de la montaña. Ganaría en París con 21 etapas llanas. En realidad, los grandes puertos le facilitan la vida.
Se podría decir que la etapa fue decepcionante, pero eso sería no apreciar la importancia de lo que está haciendo Pogacar. Es un corredor histórico, que hay que disfrutar. Hay que escuchar a los que saben. Habla Bernard Hinault: «Tadej Pogacar es el campeón que nos hace soñar. Está metido de lleno en las clásicas y lo está en el Tour. Es bueno en las contrarrelojes y en la montaña, corre en la parte delantera, ha demostrado que se encuentra a gusto en los adoquines. Es el mejor de su generación. Tiene 23 años y ya cuenta con dos Tours de Francia. Comparado con Eddy Merckx y conmigo, lleva dos años de ventaja».
Los recorridos rompepiernas, los repechos, las clásicas, ganar hoy sin calcular qué puede pasar mañana... Esa forma de correr ha levantado al ciclismo, pero el Tour no admite frivolidades. Suele contar Txomin Perurena que al entrar en París, el pelotón del Tour cantaba 'Oh Champs Elysées, Champs Elysées', aliviado por fin tras tanta penuria. En vista de la situación, a lo mejor alguno empieza a afinar la voz hoy mismo camino de Suiza.
La carrera fue relativamente tranquila hasta que el pelotón aceleró para neutralizar a los fugados de una jornada en la que, por fin, un español se metió en la escapada buena. Imanol Erviti, veterano gregario del Movistar, compartió fuga con Cyril Barthe (B&B Hotels), Lennard Kämna (Bora), Max Schachmann (Bora), Luke Durbridge (BikeExchange), Simon Geschke (Cofidis), Dylan Teuns (Bahrain). Un grupito que nunca dispuso de una renta superior a los cuatro minutos.
Erviti se desentendió a falta de 8 kilómetros para la llegada, para proteger a Enric Mas en el ascenso a la Super Planche. El balear salvó otro día peleando con los mejores. En la primera gran cita con la montaña apareció una criba en la clasificación general, con la desaparición de las primeras plazas de Powless. O'Connor, Pinot, Cattaneo y Vlassov quedaron desnudos en las primeras rampas.
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