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Jon Rivas
Viernes, 12 de julio 2024, 18:16
Vuelan los ciclistas camino de Pau y los Pirineos a 48,8 kilómetros por hora, la octava etapa en línea más rápida de la historia, atrapados por la irresistible atracción de los abanicos en las largas rectas de Aquitania, y comentan en el pelotón, cuando ... hay un respiro, el abandono de Primoz Roglic del Tour, una carrera que parece darle la espalda desde que Pogacar le arrebató la victoria en la penúltima etapa de 2020. Aquel día en la Planche des Belles Filles, esa roca desde la que, cuenta la truculenta leyenda, se arrojaron varias doncellas para escapar de los mercenarios suizos en la guerra de los Treinta Años, a Roglic se le torció el Tour a perpetuidad, o al menos hasta el día de hoy, que a todos los efectos, es prácticamente lo mismo porque el futuro no ha ido mucho más allá.
Otro abandono, el tercero en sus tres últimas participaciones. De nuevo por una caída y su recaída, tras una mala noche después del último golpetazo. «Fue examinado minuciosamente por nuestro equipo médico después de la etapa del jueves», dice el parco comunicado del Bora, «y nuevamente el viernes por la mañana. Se tomó la decisión de no empezar la etapa, para poder concentrarse en los objetivos venideros», que se supone, pasarán por la Vuelta a España.
En 2021 se cayó en la tercera etapa, y se retiró en la octava, sin recuperarse de las heridas que sufrió; en 2022, el tropiezo fatal fue en el pavés, en la quinta etapa, cuando partía como colíder con Jonas Vingegaard. Pareció recuperado y ayudó lo que pudo al danés a ganar su primer Tour, pero se retiró en la decimoquinta jornada poque los adoquines dejaron secuelas.
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Roglic parecía dispuesto esta vez, con su nuevo equipo, el Bora, a asaltar el podio, pero se queda otra vez antes de tiempo. Faltará parte de la animación en los Pirineos, aunque ya la hubo en sus estribaciones, porque la etapa que finalizó en Pau fue bastante movida. Primero porque mientras Juan Ayuso se retiraba, afectado por la Covid, su compañero Adam Yates decidió unirse a la fiesta de las escapadas en una de las escaramuzas que se produjeron, con una veintena de ciclistas. Y como el corredor del UAE es pieza de caza mayor, su movimiento puso a trabajar al Visma, el Ineos y el Soudal, que avivaron el ritmo. «Tuvimos la suerte de tener a Adam al frente, lo que nos permitió descansar un poco como equipo», se felicitaba Pogacar.
Luego fue el viento de costado el que se presentó sin avisar a 60 kilómetros de la meta, y suele ser fuente de diversos dolores de cabeza en el pelotón cuando se forman los abanicos, amados por algunos, temidos por muchos. Allí los principales de la carrera tuvieron que emplearse a fondo para encontrar el sitio en la cabeza, y no quedarse cortados. Unos cuantos despistados, entre ellos Cavendish, sí lo hicieron. El pelotón se troceó en varios grupos, y los más rezagados perdieron enseguida cualquier esperanza de llegar en tiempo y forma a Pau. «En los últimos kilómetros mis compañeros me pusieron en una buena posición y me mantuvieron a salvo hasta la meta», analizaba el líder.
En la ciudad más visitada por el Tour tras París y Burdeos, desde su primer advenimiento en 1930, una caída en la recta de meta, estuvo a punto de estropear la fiesta. «No tenía intención de correr el sprint, y cuando vi lo peligroso que se estaba volviendo, simplemente me lo tomé con calma hasta la meta», confiesa Pogacar. Sin embargo, la montonera no causó daños graves, aunque en el caos, el favorito -por sus antecedentes-, Girmay, pese a tener tres compañeros haciéndole el trabajo, se quedó encerrado para ver cómo era Jasper Philipsen, que iba por libre, el que sumaba su segunda victoria parcial. Ya ha conseguido doble premio.
Ahora, en los Pirineos, deja el trabajo para otros. «Me gustan las etapas pirenaicas que vienen», asegura Tadej Pogacar. Es más cauteloso Evenepoel: «No estoy preocupado, pero sé que será un camino largo, con un final bastante duro. Así que intentaré recuperarme bien para estar lo más fresco posible». Luego, «ya veremos, la carrera está en manos de los equipos Visma y UAE». «Antes del Tour no sabía qué subidas íbamos a afrontar, pero ahora las he revisado y son las que ya conozco y amo», apostilla el líder, que asegura que la velocidad en las dos últimas jornadas, pasará factura. «La forma en que corrimos durante los últimos días tendrá un impacto en cómo transcurran estas dos etapas. De cualquier manera, lo más importante es que estemos en buena forma». Para el segundo de la general, Remco Evenepoel, las cosas no están tan claras. Frente al optimismo del líder, el realismo del aspirante. «Si tengo piernas, veremos si puedo recuperar tiempo. Pero el plan es seguir. Por lo demás hay que mantenerse concentrado y paciente».
El inconveniente para Pogacar es la pérdida de uno de sus lugartenientes, Juan Ayuso. «Es triste que haya tenido que retirarse. No se encontraba bien. Es un gran golpe para nosotros, porque esperábamos que fuera uno de nuestros activos en la montaña. Pero creo que podemos ser fuertes incluso con un hombre menos», porque, «siento que cada día somos más y más fuertes». Para el ciclismo español la baja de Ayuso es un duro golpe. Retirado Pello Bilbao y con Enric Mas perdido en la clasificación, la esperanza de hacer una buena carrera queda en manos de Carlos Rodríguez y Mikel Landa, que sigue ahí, escoltando a Evenepoel, que en Pau la agradecía con un gesto su ayuda.
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