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JOSEBA LEZETA
Lunes, 11 de julio 2022, 19:05
La Vuelta a Dinamarca partía en 2007 «de la ciudad donde vivía yo. Mi padre me llevó a ver la carrera. Me gustó y pensé que yo también quería ser como aquellos ciclistas. A partir de ese día empecé a andar más en bici y, ... poco después, a competir». Jonas Vingegaard, segundo clasificado en la general del Tour de Francia a 39 segundos del líder Tadej Pogacar, cuenta así su primera toma de contacto con el ciclismo. «Hasta entonces jugaba a fútbol, pero era tan pequeño de estatura que nadie me pasaba el balón», relata. Lo vio claro. Sobre la bicicleta no dependía de los compañeros.
«Mi padre salía una o dos veces a la semana a rodar en bicicleta». Claus Vingegaard apoyó la elección de su hijo y le llevó a una curiosa competición para niños, a una contrarreloj al revés. No ganaba el más rápido, sino el que recorría la mayor distancia. El progenitor del corredor lo detalla en un reportaje del diario L'Equipe. «Los participantes disponían de un minuto para llegar lo más lejos posible. Ganaba quien más distancia hacía. Jonas fue el mejor de todos. Unas semanas más tarde subió al podio en una prueba para debutantes. De vuelta a casa, llevaba el trofeo bien sujeto. No había manera de quitárselo». Aquello no era el fútbol.
Claus, fabricante de piscifactorias de salmones, y Karina, madre del corredor, compraron una bicicleta a Jonas. «Le costó destacar en las carreras», subraya el progenitor. «No ganaba nunca. Pesaba tan poco que los responsables del club donde competía nos decían que cuando el viento soplaba con fuerza tenían miedo de que lo derribara. Fue duro para él, pero nunca se rindió. Le gustaba tanto la bicicleta que siguió adelante».
Le costaba seguir el ritmo de los demás y tenía que luchar contra el viento un día sí y otro también. Los choques contra el aire le fortalecieron.
Empezó a descubrir el Tour de Francia a través de la televisión y pronto se dio cuenta de que lo suyo era la montaña. Hasta el punto que tomó como ídolo a Riccardo Riccò, el italiano expulsado de la ronda gala de 2008 por dopaje y sancionado posteriormente a perpetuidad. Aunque el punto más alto de Dinamarca se encuentra a solo 173 metros de altitud, Vingegaard soñaba con las cumbres de los Pirineos y de los Alpes, para las que se forjó en su continua pelea contra el aire en las carreras y en los entrenamientos sobre largas llanuras.
Tuvo la suerte de conocer in situ los puertos alpinos gracias a las vacaciones de su familia. Al principio subía con su padre al Glandon y al Galibier. Recuerda Claus que «durante el tiempo que yo necesitaba para llegar a la cima, Jonas ya había coronado y regresado cinco o seis veces a donde me encontraba yo».
También su hermana Michelle, mayor que él, se aficionó al ciclismo y les acompañaba a las carreras en la autocaravana de la familia. A partir de 2015 empezaron a ir de vacaciones a un camping de Bourg-Saint-Maurice, en plenos Alpes. «Vi pasar el Tour dos veces en Alpe d'Huez», señala Jonas. Iban en julio.
Progresaba y a los 19 años recibe la llamada del equipo ColoQuick después de que sorprendiera a los directores con una victoria en una carrera de pequeñas subidas donde recorrió en solitario los últimos tres kilómetros. Brian Petersen, uno de los directores de aquel conjunto continental, tuvo que corregirle algún hábito no recomendable: «Nos dimos cuenta de que se levantaba tarde de la cama y de que carecía de unas rutinas saludables para un deportista de élite. Eso sí, llevaba la voluntad de ser ciclista reflejada en su rostro. No quería otra cosa».
Le recomendaron encontrar un trabajo y le contrataron en una lonja de pescado en el mayor puerto de Europa, el de Hansthlom. Acudía a diario de seis de la mañana hasta el mediodía. Así durante dos años. Mejoró también sobre la bici y en 2018, en una concentración en Calpe, batió el mejor registro de la subida a Rates. El Jumbo quería fichar a Julius Johansen, pero Petersen invitó a Grischa Niermann, uno de sus directores, a probar a Vingegaard. Todavía hoy agradecen aquel consejo.
Jonas Vingegaard no se rinde ante Tadej Pogacar y confía en ofrecer su mejor rendimiento en los grandes puertos que esperan a los corredores. Los próximos días ascenderán el Galibier dos veces, la Croix de Fer y el Granon, terreno abonado para los escaladores. «Espero rendir mejor en las subidas largas», apuntó tras verse remontado por el esloveno en los metros finales de la ascensión a La Planche des Belles Filles, donde rozó la victoria de etapa.
Permanecer a la sombra de Primoz Roglic no le ha hecho ser menos ambicioso. Todo lo contrario. «Jumbo es el mejor lugar donde puedo estar. En 2021, a la conclusión del Tour, amplié mi contrato hasta 2024 y repito que estoy encantado de seguir aquí».
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