Secciones
Servicios
Destacamos
Jon Rivas
Lunes, 1 de julio 2024, 19:06
Biniam Girmay es un pionero. Ya ganó una etapa en el Giro hace dos años y ahora suma su apellido a la exigua nómina de ciclistas africanos que han conseguido la hazaña de inscribir su nombre en la historia del Tour. Chris Froome, que nació ... en Kenia, ganó siete, pero siempre compitió para Gran Bretaña; el surafricano Hunter venció en una etapa en 2007 y su compatriota Impey, en 2019. Antes, en 1950, un argelino, Marcel Molines, y un marroquí, Custodio Dos Reis, vencieron en dos etapas consecutivas. No hubo más.
Posiblemente, la victoria de Girmay, que es eritreo y el primer negro nacido en África en ganar una etapa del Tour, será recordada como se merece. Sin embargo, nadie se acuerda ya de Marcel Molinés, el primer corredor de aquel continente que venció en la carrera más conocida del mundo. Se perdió hace mucho ya en la memoria la hazaña del ciclista argelino. Lo peor fue que nadie habló de él tampoco cuando la ganó, ya que otro ciclista de su país, Abdel-Kader Zaaf, que se fugó a su lado, acaparó todos los titulares de los periódicos.
Molinés corría en el equipo regional de África del Norte. Aquella jornada el calor era insoportable y casi nadie puso atención en la etapa. Se hablaba de la retirada intempestiva en los Pirineos del equipo italiano comandado por Bartali y Magni, el líder del Tour. Zaaf, que había consumido varias pastillas de anfetaminas, sufrió un desfallecimiento a causa de la mezcla entre el calor y la droga. Se mareó, se bajó de la bicicleta y se desmayó. Varios viticultores acudieron en su auxilio, lo apoyaron sobre un árbol y le echaron por la cara lo que tenían a mano, una botella de vino. Zaaf intentó levantarse de nuevo, pero tomó la dirección contraria de la carrera. Al final, tuvo que subirse a una ambulancia y alcanzar así la meta, a la que Molinés ya había llegado para ganar en solitario. Olía a vino, pensaron que estaba borracho. Esa fue la noticia del día.
Zaaf, además, se presentó al día siguiente en la salida. Quería volver a la carrera. Le dijeron que era imposible, porque había recorrido 20 kilómetros en ambulancia. Contestó que no había problema; que hacía esos veinte kilómetros extra y que salía. Al final le convencieron de que no iba a poder ser. Pese a que su religión le prohibía beber, Abdel Kader Zaaf no tuvo reparo en anunciar bebidas alcohólicas en la prensa. Su fama se extendió por Francia. A Molinés, en cambio, pese a ser el primer africano en ganar una etapa del Tour, nadie le hizo caso. Menos todavía, cuando al día siguiente de su victoria, otro africano, el marroquí Custodio Dos Reis, fue el segundo en hacerlo.
Girmay, el ganador en Turín, nació en Asmara, la capital de Eritrea, que fue colonia italiana y que tras la Guerra Mundial se desvinculó definitivamente, pero heredó algunas costumbres de su potencia de ocupación, y una de ellas fue la pasión por el ciclismo. El fue uno de tantos compatriotas que también se empapó de ese ADN ciclista. «Cuando corría en mi país nunca me pude imaginar que podría competir en el Tour, y menos ganar una etapa», reconoció. Lo hizo al sprint, su especialidad, arriesgando junto a la valla por el único hueco que encontró para deslizarse con vigor y superar al colombiano Gaviria, que le hacía la competencia por el centro de la calzada.
No fue una llegada masiva, sino la de los supervivientes de una caída a dos kilómetros y medio de la meta en Turín, que descabalgó a algunos de los que podían pelear por el triunfo de la etapa y que aprovecharon los favoritos para dejarse ir y no tener que soportar el ritmo frenético de quienes aspiran a un triunfo parcial. Girmay le dio la primera victoria al Intermarche, en una jornada que los ciclistas se tomaron con tranquilidad, aunque guardando las formas, sin retrasos excesivos, a la espera del Galibier, en la cuarta etapa.
Fue tan plácida la excursión entre Piacenza y Turín, que hubo tiempo para comentar las nuevas gafas aerodinámicas de Dylan Groenewegen. Con un apéndice sobre la nariz, hecho de material duro, que se parece bastante a los protectores contra el sol de las pieles sensibles que a veces se ven en la playa. «Espero que funcionen, si no, haré el idiota todo el día», decía en la salida. Acabó quinto. No funcionaron demasiado.
Solo hubo un intento de fuga, el del francés Fabien Grellier, resuelto enseguida por el pelotón, que casi se lo tomó a broma, y una vez que incorporó al redil al rebelde, siguió agrupado hasta que la caída en los kilómetros finales propició la victoria de Girmay y el liderato del ecuatoriano Richard Carapaz, que supera por el puesto a Tadej Pogacar. El esloveno ni siquiera intentó conservar el amarillo y llegó con retraso a la meta, junto a Evenepoel. Vingegaard llegó un rato después, y ninguno pierde tiempo por aquello de la caída y la zona de protección, que por primera vez fue de cinco kilómetros.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.