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Joseba Lezeta
Lunes, 10 de julio 2023, 18:44
La clasificación general del Tour de Francia refleja de forma inequívoca la igualdad entre los dos grandes favoritos, el maillot amarillo Jonas Vingegaard y su principal amenaza, Tadej Pogacar. Los 17 segundos entre ambos confirman que ahora mismo la prueba no tiene un dueño claro. ... Es complicado adivinar hacia dónde oscilará el péndulo de la prueba. Tras una primera jornada pirenaica claramente favorable al danés, el esloveno ha cambiado esa tendencia con un ataque sorprendente en Cauterets y un acelerón sostenido y menos productivo en el Puy de Dôme. Las fuerzas están igualadas de momento y voces autorizadas apuntan a la importancia del factor psicológico.
Sorprende ver una diferencia tan corta entre el primer clasificado y el segundo cubierta más de una tercera parte del recorrido. Ahora bien, en once de las quince últimas ediciones de la Grande Boucle la ventaja del líder no superaba el minuto a estas alturas de la carrera.
Solo en una ocasión, hace dos años, se fue más allá de los dos minutos, en concreto 2:01 de Pogacar sobre O'Connor. El descomunal ataque del jefe de filas del UAE camino de Le Grand Bornand, en los Alpes, abrió un hueco inusual cuando no se habían completado todavía los primeros diez días de carrera.
Sin embargo, la renta de 17 segundos con la que se entra en las dos últimas semanas de carrera no es la más pequeña de las quince últimas ediciones. Le corresponde esa marca a la de los seis que llevaba Rinaldo Nocentini a Alberto Contador en 2009. Como esta vez, ya se habían cruzado los Pirineos. Ni la cadena montañosa, ni una crono individual de 15 kilómetros, ni una contrarreloj por equipos de 39 bastaron para abrir una brecha mayor.
Además, solo ocho segundos separaban a los tres primeros. Contador tenía pegado a la chepa a Lance Armstrong, entonces compañero suyo en las filas de Astana. La relación entre ambos no era cordial. El de Pinto, sin embargo, fue muy superior en la segunda parte de la carrera y llegó a los Campos Elíseos de París en cuatro minutos y once segundos menos que Andy Schleck.
La general también estaba más apretada en 2015 después de nueve jornadas, si bien todavía restaban por delante todos los Pirineos y todos los Alpes. Mandaba Chris Froome camino de su segundo triunfo en el Tour con solo 12 segundos a Tejay van Garderen, quien ni siquiera acabó aquella edición. Abandonó.
También era exigua la ventaja del propio Froome sobre Adam Yates un año después, en 2016: 16 segundos, uno menos de la diferencia actual entre Vingegaard y Pogacar. En ese caso sí se habían completado las dos grandes etapas pirenaicas, insuficientes para sentenciar la prueba a pesar de que el fenomenal corredor del Sky dejaba ya muestras de dominio de la situación, incluso en la bajada del Peyresourde hacia Luchon, donde exhibía aptitudes de buen bajador desconocidas hasta entonces.
La clasificación también estuvo ajustada en 2017, si bien los 18 segundos de Froome a Aru eran consecuencia de la crono de apertura y la ascensión a La Planche des Belles Filles, escenario de un bonito ataque del escalador sardo. Faltaban por subir los Pirineos y los Alpes, cadenas montañosas en las que el cuádruple ganador del Tour cerró el ciclo de triunfos iniciado en 2013 y que solo conoció el paréntesis de 2014 a manos de Vincenzo Nibali.
Al margen del control ejercido por un ciclista sobre el resto, las características del recorrido completado condicionan la fisonomía de la clasificación. Los diez primeros días de esta edición presentaban dureza suficiente para marcar por completo la segunda parte de la prueba. Las dos etapas vascas, las dos pirenaicas y el regreso al legendario Puy de Dôme ofrecían terreno de sobra para demostrar la fortaleza en montaña.
De hecho, el tercer clasificado, Jai Hindley mira ya más al podio que a llegar de amarillo a París. Está a 2:40 del hombre de cabeza. El cuarto, Carlos Rodríguez, cede ya más de cuatro minutos. Por delante, Pogacar pisa los talones del danés tras reducir una desventaja que ha llegado a ser de 53 segundos entre ambos una vez cruzada la línea de meta en Laruns.
El año pasado, por ejemplo, Pogacar defendía 22 segundos ante Vingegaard una vez contabilizadas la etapa del pavés con final en el bosque de Arenberg y la ascensión a lo más alto de la Planche des Belles Filles, tramo de tierra incluido. No fueron nada para contrarrestar el zafarrancho del Jumbo entre el Télégraphe, el Galibier y el Granon, con la maniobra grupal de los Laporte, Benoot, Kuus, Van Aert y Roglic orquestada desde la dirección del equipo.
Queda terreno suficiente para asistir a un duelo sin cuartel entre Vingegaard y Pogacar. Algunos presumen un rendimiento al alza del esloveno, justo de preparación tras la caída en la Lieja-Bastoña-Lieja y la fractura del escafoides. Presumen mayor frescura en sus piernas. Ahora bien, Vingegaard lleva pocos kilómetros de competición, ya que este año solo ha corrido O Gran Camiño, París-Niza, Itzulia y Dauphiné, cuatro rondas de una semana que suman 26 días.
La alta montaña será fundamental. Pero atención a la contrarreloj individual de 22 kilómetros del martes de la semana próxima.
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