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El ciclismo femenino sigue abriéndose paso, derribando barreras y ganándose su merecida cuota de protagonismo y oportunidades, como supone correr en 'El infierno del norte'. La Paris-Roubaix es la gran clásica del calendario, la que no se parece a ninguna otra de las pruebas ... que atraen la atención del gran público. Territorio vetado a las mujeres, hasta el pasado sábado. La edición femenina de la carrera francesa se estrenó con una lucha contra los elementos, y es que por si no fuese suficiente con la dureza del kilometraje y los adoquines, la lluvia y el barro pintaron de épica a un diseminado pelotón de pioneras, entre las que se encontraba solo una española, la riojana de Movistar Sheyla Gutiérrez.
«En cada pavé tenía los pelos de punta por saber donde estaba. Estaba sufriendo pero casi se me salen las lágrimas de vivir este momento», reconocía la ciclista de Varea a la finalización de la prueba en declaraciones a RNE. Y es que al igual que el sabor mítico que tiene ascender grandes puertos como Tourmalet, Mortirolo, Gavia o L'Angiliru, tramos de pavés 'cinco estrellas' como Mons-en-Pévéle y Carrefour de l'Arbre forman parte de la historia del ciclismo que al fin pudieron saborear. «Me siento privilegiada de poder estar ahí en la primera edición, es una carrera que ya había soñado y ahora nos toca a nosotras», declaraba Sheyla Gutiérrez en Antena3.
La carrera femenina contó con todos los ingredientes para convertirla en una lucha épica por la supervivencia. De las 126 corredoras que tomaron la salida solamente llegaron al mítico velódromo de Roubaix 61 ciclistas. Más de la mitad tuvieron que abandonar por un recorrido que no daba lugar la tregua, con caídas constantes en los 17 tramos adoquinados. «Parecía que había francotiradores, cada dos por tres veías una chica en el suelo», señalaba Gutiérrez, que definía la carrera como «salvaje y brutal». No solamente era una cuestión de fuerzas sino también de fortuna y habilidad. Para todas, además, fue su primera experiencia en la clásica, algo que ofrece un valor añadido, por si hacía falta algo más, a su gesta.
La británica Lizzie Deignan pasará a la historia como la primera ganadora de la Paris-Roubaix. Sheyla Gutiérrez llegó a once minutos (46ª), culminando su lucha contra los elementos -«tenía la adrenalina a tope, ha sido muy bonito»- con el éxito que suponía llegar con vida al velódromo que ha encumbrado a tantos grandes ciclistas. La riojana promete volver, y es que experiencias así enganchas, pese a los kilos de barro que cubrían a las participantes y a las evidentes secuelas de una de las carreras más duras del calendario que ahora también es para ellas.
Después de su participación el sábado en la Paris-Roubaix, la riojana Sheyla Gutiérrez tomó este lunes la salida en el Tour de Gran Bretaña (The Women's Tour), una de las carreras por etapas más prestigiosas del calendario femenino y que cuenta en su palmarés con grandes como Marianne Vos o Lizzie Deignan, ganadora en Roubaix.
La primera etapa de la ronda británica, de 147 kilómetros, se decidió a esprint, en el que Sheyla Gutiérrez logró una meritoria cuarta posición remontando en una volata que se llevó Marta Bastianelli, convertida en la primera líder de la carrera. Quedan por delante otras cinco etapas, comenzando por la de este martes, segunda del Tour británico, que cuenta con un circuito de 102 kilómetros rompepiernas, con varias subidas a un repecho de un kilómtro que puede romper la carrera y en el que Sheyla Gutiérrez deberá estar atenta para tener opciones.
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