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El verano es jaune (I)

Juan Hernández

Sábado, 1 de julio 2023, 02:00

La leyenda del Tour nació con un bramido. En 1910 el ciclista Octave Lapize atacó desde la salida en la etapa Luchon-Bayona, la primera que recorría los Pirineos. En su escapada de 326 kilómetros, el francés pedaleó durante catorce horas y por el camino ... escaló cinco colosos que entonces nadie conocía: Peyresourde, Aspin, Tourmalet, Soulor y Aubisque. Lapize avanzó penosamente por la ruta de los mitos a golpe de dolor. Llegó a la cumbre del Aubisque, arrojó la bicicleta al suelo, se dirigió hacia uno de los organizadores de la prueba y, cuando sus pulmones se lo permitieron, plasmó la primera sentencia en los anales del ciclismo: «¡Asesinos!». Lapize resumió en una palabra lo que muchos corredores han descubierto durante más de un siglo: el instinto criminal del Tour.

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