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Iñaki Izquierdo
Domingo, 5 de mayo 2024, 21:09
Beppe Martinelli, decano de los directores italianos, exigió a Pogacar (UAE) antes del Giro la victoria en Oropa y la maglia rosa porque para ser un campeón verdadero no basta con ganar, hay que hacerlo en los lugares míticos donde se ha levantado la leyenda ... de este deporte. Y el esloveno, que corre contra la historia, ganó en Oropa y es el nuevo líder de la carrera relevando a Jhonatan Narváez (Ineos), que no pudo hacer nada para conservar la túnica rosa en las rampas de la montaña turinesa.
Martinelli dirigió la carrera de Pantani desde la 'amiraglia' en los mejores años del Pirata y el 30 de mayo de 1999 iba al volante del coche del equipo cuando su líder, ya con la maglia rosa, sufrió una salida de cadena al pie de la ascensión a Oropa, con la carrera lanzada por delante, con Jalabert, Savoldelli, Gotti y todos los demás a mil por hora. En un ambiente irreal, místico, entre un pasillo de tifosi enfervorizados inició una remontada febril. Uno, dos, tres... Hasta cuarenta y nueve ciclistas adelantó en ocho kilómetros de subida. El último, Jalabert, le vio venir y no pudo hacer más que apartarse para dejar pasar a un hombre fuera de la realidad. Pantani llegó a la meta del santuario superior -la misma que ayer- y no celebró la victoria. Presa del ensimismamiento, no sabía si quedaban rivales por delante. La gesta quedó para la historia.
Pogacar, que se convirtió en el 108º corredor en ganar etapas en las tres grandes (once en el Tour, tres en la Vuelta y la de ayer en el Giro), hasta sufrió un incidente antes de la subida para que los nostálgicos echaran a volar su imaginación. Pinchó y se cayó cuando iba a cambiar la rueda. Pero no hubo conexión emocional con la hazaña de hace 25 años. Su actuación fue mundana. Excelente, pero con un punto rutinario para alguien como él.
Al revés que la víspera, donde reventó a su equipo para intentar ganar en Turín, ayer el UAE se estructuró muy bien y dejó a su líder en la posición perfecta. A cinco kilómetros de meta arrancó y se quedó solo. Enseguida consiguió medio minuto y de ahí hasta la cima dio la sensación de que gestionó la ventaja.
La comparación con Pantani solo favorece a Pogacar en Italia, donde el de Cesenatico conserva un aura mágica. Mientras que sus devaneos con el dopaje le convierten en una figura controvertida fuera de Italia -donde tampoco nadie cuestiona su genialidad-, en su país prevalece la belleza de su recuerdo y su condición de víctima del sistema y de juguete roto.
Pero el hecho es que el esloveno tendrá que medirse con su figura no solo hasta Roma sino hasta la última meta del Tour de Francia, el 21 de julio de 2024 en Niza. Pantani es el último ciclista que ha ganado Giro y Tour la misma temporada, en 1998. Seis días después de la victoria de Oropa en 1999 llegó la redada de los Carabinieri en Madonna diCampiglio que le dejó sin aquel Giro, acabó con su carrera y, a la postre, con su vida en aquel hotelucho de Rímini en 2004.
Pogacar, máximo representante del nuevo ciclismo, ya es líder y su mayor rival es la fatalidad. Lo previsible es que ahora deje la carrera a los equipos de los sprinters y vuelva a pensar en la general en unos días. Cumplió con las exigencias, nada que oponer a su victoria en Oropa, pero Pantani adelantó a cuarenta y nueve.
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