Pello Bilbao, durante la primera etapa del Giro 2022. reuters
Primera etapa

Pello Bilbao pelea este sábado por la maglia rosa del Giro

Van der Poel gana la primera etapa por delante de Girmay y del vizcaíno, que aspira al liderato en la contrarreloj de Budapest

j. gómez peña

Viernes, 6 de mayo 2022, 19:20

La mayoría de los ciclistas ni sueñan con vestir un día la maglia rosa. Algunos sí se atreven con ese sueño. Y solo unos pocos lo viven despiertos. Mathieu van der Poel es otra cosa. Rompe las costuras. En su primera etapa en el Giro ... ya se ha enfundado el maillot de líder. «Ahora me toca defenderlo», dice y se ríe. Qué fácil es el ciclismo para los elegidos.

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La fortaleza de Visegrad, una cuesta de 5 kilómetros que ahogó a casi todos los velocistas, le hizo a Van der Poel parte del trabajo. Fue una subida violenta. De sabor a sangre en la boca. Entre los más rápidos resistían Ewan y Grimay, el eritreo. Y con ellos iba el que vale para todo, Pello Bilbao. Ewan, al límite y ciego, se eliminó al tocar la rueda trasera de Girmay. Cuando se cayó ya no tenía opciones de remontar a Van der Poel, el coloso, el nieto de 'Poupou'. Hace un año, en el nombre de Poulidor, se vistió el maillot amarillo el Tour que nunca tuvo su abuelo. «El amarillo me hacía más ilusión que el rosa», confiesa el neerlandés. Pello, en cambio, sueña desde niño con esa maglia italiana. Acabó tercero en la primera meta del Giro. Sumó 4 segundos de bonificación, está a 6 del líder y, por qué no, aspira al color rosa en la contrarreloj que viene.

Solo ocho dorsales entraron en el primer corte. Junto a Bilbao estuvieron Carapaz, el gran favorito, y Kelderman, el que lanzó el ataque más profundo en la subida final. A 4 segundos aparecieron Almeida, Nibali, Bardet, Landa, Yates, Valverde y 'Superman' López. La lucha por el 'rosa' que ya tiene Van der Poel está abierta. Esa puja continuará en la segunda etapa húngara de este Giro, una contrarreloj de 9,2 kilómetros. Almeida y Dumoulin, si ha recuperado su mejor versión, pueden recuperar los 14 segundos que les lleva Van der Poel. En esa guerra quiere meterse Pello Bilbao, en plenitud en este inicio de la ronda. «Siempre he soñado con vestir de rosa», repite. «Aunque sea un día».

Budapest, escenario de la salida de este Giro, lucía de rosa, el color de esta carrera. Una hilera multitudinaria de ciudadanos húngaros ocupó la calle para festejar la partida de la primera etapa. Los turistas tiran más hacia Buda, la ciudad medieval desde donde tan bien se ven Pest y el Danubio. Aquí, la fría arquitectura comunista no logró imponer sus fachadas grises. Y el Giro le ha traído el rosa. Más color repartido en 195 kilómetros hasta la meta en el castillo de Visergrad, en la rodilla del Danubio. Allí esperaba la primera maglia rosa. Tan especial. Gianni Savio, mánager de uno los equipos con menos peso, el Bardiani, ordenó a dos de los suyos, Bais y Tagliani, compartir a medias la fuga inicial. Obedecieron, aunque sabían que viajaban a ninguna parte.

Van der Poel subsana su error

En el vestuario del ciclismo destacan el amarillo del maillot de líder del Tour y el arcoíris del campeón del mundo. A su altura, la maglia rosa del Giro es la prenda más especial. Pocos la han tenido. Entre ellos, apenas 16 ciclistas españoles, con Induráin y Contador a la cabeza. Fuente, Galdos, Julio Jiménez, Poblet, Pérez Francés, Olano... y Beñat Inxausti. A esa breve lista puede unirse Pello Bilbao, tercero en la general del Giro, a 6 segundos de Van der Poel y a 2 de Girmay. El ciclista de Gernika se ganó ese derecho a soñar en la subida a Visegrad, una cuesta de 5 kilómetros con alguna rampa del 8%. Un lugar que ponía contra las cuerdas a los velocistas.

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Los dos escapados del Bardiani, una escuadra copatrocinada por una empresa madrileña de drones, pasaron por la trituradora del pelotón a 20 kilómetros de la meta. El Alpecin de Van der Poel, el Lotto de Ewan y el Intermarché de Girmay barajaron codazos para enfilar primero la curva de acceso a la cuesta de Visegard, donde tantos reyes y presidentes han sellado acuerdos de paz. El Giro trajo la guerra. Atacó Naesen. Luego, Kamna. Reventaron velocistas como Demare y Gaviria. Cavendish ni lo intentó. Todos esperaban a Van der Poel, que iba descolocado. El neerlandés tuvo fuelle de sobra para enmendar ese error. «El ácido láctico me quemaba las piernas», reconoció. Dio igual. No se precipitó tras la arrancada de Kelderman. Y no se dejó rebasar por Girmay, el africano emergente. Victoria de felino. Pantera rosa. A su rueda entró Pello Bilbao, tercero. Dormirá a 6 segundos de su sueño rosa.

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