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El destrozo que Jai Hindley (Perth, Australia, 26 años) hizo el sábado en los tres kilómetros finales de la Marmolada le quitó la emoción a la contrarreloj final de Verona, de 17 kilómetros por el circuito mundialista que vio vencer a Óscar Freire y con ... final en La Arena, el anfiteatro romano. Los ciclistas son los gladiadores del Giro. El público pide sangre. Circo. Espectáculo. Y esta edición no ha sido para tanto. El triunfo no ha llegado por la valentía sino por la paciencia. Hindley, el que más entero ha llegado al final, no tuvo problemas en la 'crono' para certificar la primera victoria de un australiano en la ronda italiana. «Sentía que volaba», dijo al cruzar la última meta. La maglia rosa despegó hacia las antípodas.
Richard Carapaz, decapitado en la Marmolada, hizo mejor 'crono' que Hindley. Le sacó 7 segundos. Sin la Marmolada, él sería el vencedor. Le dolerá siempre. Mikel Landa, de nuevo tercero en el Giro como en 2015, les acompañó en el podio final tras una última etapa en la que no tuvo opción de arrebarle la medalla de plata a Carapaz. El ecuatoriano, que cumplía 29 años, salió con rabia, sin acusar el golpe psicológico recibido el sábado. Vincenzo Nibali, en su despedida, conservó la cuarta plaza ante Pello Bilbao, quinto. Al podio subieron también el vencedor de la 'crono final', el italiano Matteo Sobrero, y el mejor joven de esta edición, 'Juampe' López, décimo en la general y diez días vestido de rosa. El lebrijano es un brote verde en un ciclismo español que encadena cuatro grandes vueltas sin ganar una etapa.
En el diccionario, la Real Academia de la Lengua podría poner la fotografía de carnet de Hindley junto a la palabra 'paciente': 'Persona que está bajo atención médica'. Tras perder el último día el Giro de 2020 ante Tao Geoghegan Hart, el joven australiano fue de una camilla a otra. En 2021 enfermó en la París-Niza, se retiró sin fuerzas de la Volta, se cayó en el Tour de los Alpes y se le infectaron los puntos de sutura. Volvió al Giro y tuvo que abandonar debilitado por los antibióticos... Las redes sociales se llenaron de críticas, su combustible habitual. Calificaron su segundo puesto en el Giro 2020 de «casualidad». Ahora, después de dos años de travesía por el desierto, Hindley ha barrido y tirado a la basura todos esos comentarios con su triunfo en la 'corsa rosa'. Y lo ha hecho aplicando el otro significado de 'paciente': 'el que tiene paciencia'.
Sin lograr ningún resultado apreciable en primavera, Hindley inició este Giro en Budapest sin siquiera ser el líder claro del Bora, una escuadra que nació en torno a Peter Sagan y que ahora, sin el eslovaco, crece con ciclistas como el ganador del Giro, el ruso Vlasov y el colombiano Higuita para ser incluso una alternativa al Ineos, el Jumbo y el UAE. Hindley era un candidato de segunda fila. No destacó en el Etna. Ganó en el Blockhaus, pero después de haber perdido la estela de Landa, Carapaz y Bardet en las rampas más duras. Su candidatura sacó la cabeza en el circuito de Turín, a ritmo de clásica. Esa tarde de calor y muros, el Bora destrozó la carrera, alejó medio minuto a Landa y se puso a la altura de Carapaz. Primer aviso.
A partir de ahí, Hindley se tapó. Era su plan para afrontar los Dolomitas. Esperar al último momento. Estuvo con Landa y Carapaz en Monterovere, donde el alavés pareció mejor que sus dos rivales. Nada parecía poder separarles. El diseño del recorrido tampoco ayudó. El Mortirolo, por ejemplo, se afrontó por su ladera menos vertical. El Bora, eso sí, endureció la etapa del viernes camino del Santuario de Caltelmonte. Quería cargar de fatiga a sus adversarios antes del asalto final el sábado en la Marmolada. El gran juicio en la gran montaña.
Los tres aspirantes seguían pegados. Landa inició el día conjurado para soltar un órdago. Para eso encendió la mecha del Bahrain. Quería pero no pudo. Llegó con piernas de madera a los tres kilómetros de la Marmolada donde iba a resolverse todo. El Giro en diez minutos. Landa perdió 50 segundos y Carapaz, minuto y medio. Más: perdió esta edición que no deja una gran gesta y en la que han primado más la paciencia y el cálculo que el riesgo y el espectáculo.
A Carapaz le quedará para siempre la sensación de que malgastó las ocasiones que tuvo, sobre todo al principio, de alejar a Hindley. Landa iguala su mejor resultado en una gran vuelta. El camino ha sido distinto. Hace siete años era un joven que se resistía a correr con bozal y que puso contra las cuerdas a Alberto Contador en la Finestre. Fue el más fuerte de aquella edición en la que su propio equipo, el Astana, le frenó en favor de Fabio Aru. Ahora, la medalla de bronce le llega después de un año difícil.
Como Hindley, ha sido un paciente. Viene de la tremenda caída que sufrió en mayo de 2021 en esta misma carrera. Se ha reconstruido. Hay pocos ciclistas tan regulares en las carreras de fondo y ha aprendido a gestionar los días malos, como en la Marmolada. No se cebó cuando Hindley atacó. Fijó su ritmo y al final remontó a Carapaz, aunque no lo suficiente para quitarle la segunda plaza.
El tercer cajón confirma su recuperación tras aquel accidente. El alavés, dos veces tercero en el Giro y en dos ocasiones cuarto en el Tour, es uno de esos ciclistas que siempre está ahí. Su personaje divide a la afición, sobre todo en las redes sociales. Devotos y críticos coinciden en una cosa: le piden exhibiciones. Para eso, quizá, tiene que correr como en el Giro 2017: después de perderlo todo, se liberó de la pelea por la general y se dedicó a lo que más le gusta, dar espectáculo.
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