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A Jai Hindley su padre le subió a una bicicleta casi antes de andar. Eran una familia rara en Australia. Nada de rugby, deporte nacional. Solo ciclismo. Trampeando una conexión televisiva veían el Tour, el Giro... El Galibier, la Marmolada... Infiernos donde sus héroes, los ... corredores, se retorcían. Los cielos a los que aquel niño quería subir. Y ahí estaba, ya con 26 años, en la recta vertical de Malga Ciapella, el tramo más cruel de la Marmolada. El 'cementerio de los campeones', lo llaman. La carretera que sube al infierno. «Era la etapa crucial», se conjuró.
Hindley, con su temperamento impasible, frenó sin problema una arrancada de Carapaz, el líder que le sacaba sólo 3 segundos en la clasificación. Notó que el ecuatoriano y Mikel Landa empezaban a arrastrar cada uno su ancla. El alavés quedó allí clavado. «No he ido bien todo el día» confesó. Carapaz resistió un palmo más mientras Hindley le pedía a su fiel Kamna más ritmo. El líder reventó. «Cuando me han dicho por la emisora que se quedaba, lo he dado todo», contó Hindley.
El australiano, liberado de sus dos sombras, enterró en la Marmolada, en 'el cementerio dolomítico', a Carapaz. El líder iba vestido de rosa y, en realidad, cabeceaba de luto por el Giro que acababa de perder. Será la primera 'corsa rosa' que, si no hay un accidente en la 'crono' final, va a ganar un autraliano. Carapaz, destronado y segundo, cede casi minuto y medio, demasiado para sólo 19 kilómetros cronometrados en Verona. Landa, el tercero, tiene la segunda plaza a 26 segundos. «Es muy difícil, pero, bueno, si Carapaz ha acabado vacío...», se agarraba el alavés.
Este Giro tan igualado entre Hindley, Carapaz y Landa se resolvió en los tres kilómetros finales de la Marmolada, donde la victoria fue para el más atrevido de la fuga, el italiano Alessandro Covi. Hindley, que vestido de rosa había perdido el Giro de 2020 ante Tao Geoghehan Hart en la última contrarreloj, ha corrido esta edición con sangre fría, con aquel mal recuerdo tatuado. Si todo se pueder perder al final, también se puede ganar. «He tenido paciencia», subrayó. No le ha temblado el pulso y va a poder cerrar la cicatriz de su derrota hace dos años. Se hizo hueco en la historia de esta carrera en una jornada sosa que valió la pena por su final.
Todas las etapas conducían a esta. La Marmolada tiene algo hipnótico. Tres semanas de Giro y tres candidatos aún a flote, metidos en un minuto. Carapaz, el gran favorito, viene de un pasado difícil. Su primera pedalada fue sobre una pequeña bicicleta que su padre encontró entre la chatarra de la que vivía. Jai Hindley viene de más lejos, de Australia, donde ser ciclista significa emigrar de adolescente a Europa. A buscar la fortuna que su padre, también ciclista, no pudo encontrar en Gran Bretaña. Landa tuvo más suerte. Nació en una tierra ciclista. Su talento natural le hizo hueco en le pelotón profesional casi sin darse cuenta. Todo parecía fácil para él. Hasta que llegaron las caídas, las enfermedades, el infortunio y una sucesión de rivales que siempre le han dejado al borde del éxito. Por esos tres caminos tan distintos, el trío de este Giro se encaminó hacia la Marmolada por San Pellegrino y el Pordoi.
Luz de ceniza en la salida de Belluno. Anunciaban tormenta. Landa hizo de meteorólogo. Le dio cuerda a sus gregarios. El Bahrain ocupó el Giro. Metió a Novak en una fuga numerosa cargada de 'cazaetapas' como Covi y Kamna -soldado de Hindley- y se puso a tirar por detrás del pelotón con dos culturistas, Sutterlin y Bauhaus. Estaba claro. Landa estaba buscando un día para recuperar todas las oportunidades perdidas en grandes vueltas anteriores. El alavés se atrevió a cargar con la etapa gigante de este Giro. Le sobra voluntad. Faltaba por ver si le iban a acompañar las piernas. La difícil transición entre 'querer' y 'poder'. «Estoy motivado. No tengo nada que perder y mucho que ganar», anunció en la salida. Su mirada, fiera, estaba clavada en la pared del fondo, la Marmolada.
Pero pronto notó que sus músculos no respondían. «Casi no podía seguir a mis compañeros», confesó. Por eso no hubo movimientos de Bahrain ni en San Pellegrino ni en el Pordoi. Por ahí, por la 'Cima Coppi', ya pasó solo Covi, piamontes de 23 años y ciclista de tremendo porvenir. Iniciada la Marmolada, el Bahrain dio libertad a Novak en la fuga para cazar a Covi. Era tarde y era la prueba de que Landa no iba. En la recta mortal del 'cementerio de los campeones', lo que tenía previsto hacer Novak en favor de Landa lo hizo otro de la escapada, Kamna, en beneficio de Hindley.
El alemán dio el relevo que desnucó a Carapaz. En un pestañeo el Giro más igualado separaba a los tres mejores. Hindley, el paciente, había esperado tres semanas para ese momento. «Es una subida brutal», definió. Suya. En esos tres kilómetros infernales le sacó 49 segundos a Landa. El alavés, el primero de los tres en rendirse, supo juntar sus fragmentos y remontar a Carapaz, que llegó a gatas, a casi minuto y medio, y con una maglia rosa que ya tiene casi asegurada Hindley. Carapaz será segundo si supera el golpe físico y psicológico de esta derrota cuando ya acariciaba su segundo Giro. Landa también subirá al podio, como en 2015.
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