Secciones
Servicios
Destacamos
En este Giro que casi ha gastado todas sus fuerzas, cuatro fugados le doblaron el brazo al pelotón de los velocistas en la última ocasión para el sprint. David pudo con Goliat. Y de los cuatro, que no se reservaron nada, el más rápido fue ... el belga Dries De Bondt, habitual lanzador de sus líderes que en Treviso se lanzó a sí mismo y superó a Affini, Cort Nielsen y Gabburo. A unos segundos, sin aire, apareció un escaso pelotón. Allí estaban los 'sprinters' Demare y Gaviria, cabizbajos, y también la maglia rosa, Richard Carapaz, y Mikel Landa, tercero en la clasificación general. Faltaba el segundo, Jai Hindley. Llegó cortado, pero por un pinchazo en los últimos tres kilómetros. Por eso, por la ley ciclista, le dieron el mismo tiempo. Sigue a un paso de Carapaz, pero con la obligación de sacarle tiempo si no quiere, como en 2020, perder el Giro en la contrarreloj final.
En la meta de Treviso, donde 'Juampe' López entró cortado a casi tres minutos, se pasó página enseguida. Todos miran ya hacia las dos etapas que vienen con finales en las rampas del Santuario de Castelmonte y la Marmolada. Al Giro le quedan tres candidatos. El más sólido parece Carapaz. «Estoy bien de piernas. Concentrado», decía. A sólo 3 segundos le acecha Hindley y a 1 minuto y 5 segundos el que puede ser el juez de la carrera, Landa.
Sin Almeida, que no tomó la salida tras dar positivo en covid, los tres aspiran a todo. El alavés, tercero en la edición de 2015 y cuarto en 2019, no es de los que se conforman. Por su debilidad contra el cronómetro siempre se ha visto obligado a remontar. Nunca, ni cuando terminó cuarto -a un segundo de Bardet- en el Tour 2017, había estado tan cerca del triunfo a tres días del final. Tiene que recuperar ese minuto y distanciar en al menos medio minutos más a sus dos rivales antes de la contrarreloj final en Verona. Mucho, aunque no imposible. Mantiene a flote su sueño rosa.
Ha sido el más atrevido de los tres. Siempre lo es cuando le acompañan las fuerzas. Es su naturaleza. Se hizo ciclista para ser así. La marea de seguidores que disfruta y sufre con él espera desde hace años un día para la leyenda. Landa tiene, por primera vez en su carrera, un equipo a su entera disposición. Y es una escuadra vaciada en el molde del alavés. Valiente. En el pasado Giro, el Bahrain acosó hasta el final a Egan Bernal. Ahora, el líder del Ineos y del Giro es Carapaz, un rival que no ha mostrado ninguna grieta. Tampoco su sombra, Hindley. Landa y su tropa, con Pello Bilbao como comodín situado en la quinta plaza de la general, tienen dos etapas para hacer eso que al alavés tanto le gusta: «Poner la carrera patas arriba».
La primera oportunidad es la jornada que viene, de 178 kilómetros entre Marano Lagunare y el Santuario de Castelmonte. Por montañas desconocidas para el Giro, fronterizas con Eslovenia, la tierra de Pogacar y Roglic. En el tramo final está la subida al duro Kolovrat, de 10 kilómetros al 9,3% y picos del 15%. Un largo descenso llevará la ronda hasta Castelmonte, una cuesta de 7 kilómetros al 7,8% y rampas del 14%. Aunque el foco alumbra más a la etapa del sábado, la de este viernes ofrece un recorrido hecho para la estrategia.
Landa tiene a varios escaladores a punto, como Pello Bilbao, Poels y Buitrago, su compañero de habitación, ganador el miércoles en Lavarone. En esa meta se abrazaron el colombiano y el alavés. Amigos. «Enhorabuena, chiquitín. Esta victoria es tuya. Nadie te la ha regalado», le dijo Landa ante las cámaras. «Estamos felices. Mikel disfruta si a mí me va bien y ahora vamos a pelear para ganar este Giro con él», agradeció Buitrago. Hay comunión en el Bahrain, una escuadra de vocación ofensiva. A juego con su líder alavés.
Y si hay una etapa que le motiva es la del sábado. Es más corta de lo que prefiere: 167 kilómetros entre Belluno y la Marmolada. Pero encadena tres puertos enormes. Los suyos. San Pellegrino (10 kilómetros al 6,6%), el Pordoi (11,8 kilómetros al 6,8%) y el tremendo final en la Marmolada (14 kilómetros al 7,6%). Esta última montaña es territorio bélico, labrado con trincheras de la I Guerra Mundial y regado con la sangre de mil peleas entre austríacos e italianos. La Marmolada, además, contiene los 3 kilómetros más brutos del Giro, los que van desde Malga Ciapela a Capanna Bill: la recta maldita, infinita, donde las paredes de la montaña parecen una prisión y donde el ciclista no avanza. Ese tramo tiene una pendiente media del 11,8%. La Marmolada asfixia. No termina nunca. En un lugar así todo es posible.
Corre por Internet un vídeo del Giro con las imágenes de Landa en pleno ataque en Monterovere y con Carapaz y Hindley a rueda. Se escucha de fondo esa canción de Battiato que dice: 'Voglio vederti danzare como le zingare del deserto...». El escenario perfecto para ver danzar, manos abajo, a Landa en su pelea por subir uno o dos peldaños más en el podio del Giro. Que suene la música.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.