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Iñaki Izquierdo
Martes, 21 de mayo 2024, 19:52
«Pogacar une el pasado con el presente, hace las cosas que se piden a los mitos antiguos pero añade la investigación, la programación y el trabajo de nuestros días». No conocíamos al profesor Aldo Grasso, pero leemos con gusto sus columnas en la 'Gazzetta ... dello Sport'. «Está honrando el Giro con las grandes diferencias en sus ataques, con sus victorias legendarias a lo Coppi, en las que tienes que enfrentarte a la soledad y a tus demonios».
Pogacar, que más que contra sus rivales corre contra la historia, ganó este martes su quinta etapa pero se vio privado de escribir una página épica. Tenía que ganar en Oropa por Pantani y ganó; tenía que domesticar el Stelvio por Coppi y el coloso se eliminó del recorrido por las tremendas condiciones meteorológicas. Nadie escribió su nombre en las paredes de nieve del gigante como hicieron los 'tifosi' en 1953. Las letras negras sobre blanco 'W Fausto' (evviva Fausto, viva Fausto) forman parte de la leyenda del ciclismo. Tendrá que volver al Giro si quiere esa foto.
Amaneció nevando en Livigno y era imposible subir al Stelvio. Los aficionados de salón se quejarían, pero no había forma de correr así. La etapa -tras una polémica entre ciclistas y organización, que quiso hacerles recorrer 50 kilómetros neutralizados bajo la nieve-, quedó reducida a 118, tras reunirse la comisión del protocolo de meteorología extrema. Los ciclistas no aceptaron esa neutralizada, aunque la organización aseguró que se había cerrado un acuerdo al respecto con un «apretón de manos». Criticó que «los corredores no se presentaron en la salida». La caravana se subió a los coches y puso rumbo a Lasa para comenzar la etapa.
Arriba quedó el Stelvio, sepultado bajo la nieve. Son muy famosas las fotos de Aldo Moser coronando con la bici en la mano por un pasillo abierto a golpe de pala por los 'alpini' en medio de paredes inmensas de hielo en el Giro de 1965, las de la etapa del Gavia de 1988 o el recuerdo de Charly Gaul en el Bondone en 1956. Pero si no se puede, no se puede. Cuando hay opciones, se pasa, como Nibali en las Tres Cimas de Lavaredo en 2013 o en la victoria de Nairo Quintana en el Gavia un año después. Esta vez nevaba muy fuerte en la cima, con la temperatura rondando los dos grados y una previsión de empeoramiento. La prudencia y el cuidado de la salud de los ciclistas obligaban a no subir hasta allí. La Cima Coppi será este miércoles el Passo Sella, a 2.244 metros.
El Stelvio tendrá que esperar. No se pasó por primera vez hasta 1953 (el Tourmalet se estrenó en el Tour en 1910) y entró directo en la leyenda después de que el Campionissimo diera un vuelco a aquel Giro y despojara de la maglia rosa al suizo Hugo Koblet un día antes de llegar a Milán. Fue su quinto y último Giro. Por supuesto, la historia de aquel día entra dentro del terreno del realismo mágico, ni verdad ni mentira, sino todo lo contrario.
No es exacto Grasso, en cambio, cuando escribe que el estilo de Pogacar tiene «una belleza paradisiaca que recuerda a Anquetil». No es la elegancia el punto fuerte del esloveno. Le sobra clase, pero en cuestión de estética no es 'maitre Jacques'. Ganó con una ligereza magnífica, delicadísima, pero corrió en manga corta y culote largo, una imagen cuando menos heterodoxa.
La etapa quedó reducida al Passo Pinei y al Monte Panna, con los dos últimos kilómetros al 12%. Por el trabajo luego sin fruto del Movistar, allí llegó con una ventaja famélica la escapada de Alaphilippe (Soudal), Scaroni (Astana), Costiou (Arkea) y Pellizzari (Bardiani). El grupo, impulsado al final por el UAE, se acercó tanto a los de cabeza que la captura de los fugados era inevitable.
Pogacar se fue solo casi sin querer a poco más de un kilómetro y dio caza enseguida a Giulio Pellizzari, de 20 años y proyecto de ciclista grande. Segundo en el Tour del Porvenir del año pasado tras Isaac del Toro, el italiano tuvo que resignarse a ver pasar al líder, pero logró acabar segundo. En meta, le pidió las gafas y Pogacar se las dio. Además le regaló la maglia rosa. El chaval de San Severino Marche ya está atado por el Bora para el año que viene.
El esloveno le superó sin necesidad de acelerar y se presentó solo en la meta. Antes de la etapa, Pogacar ya disponía de la mayor diferencia a estas alturas del Giro respecto al segundo desde 1954, mayor que la de Merckx a Battaglin en 1973. Ahora tiene a Daniel Martínez (Bora) a unos desoladores 7:18. Celebró la victoria contando con los dedos las etapas ganadas. Una, dos, tres, cuatro y cinco. Pero nadie escribió su nombre en la nieve del Stelvio.
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