No hay lugar para cobijarse en el Monte Grappa

Dani Martínez (Bora) y Geraint Thomas (Ineos), segundo y tercero de la general, están abocados a encontrar su destino en uno de los dos libros que hay en la mesilla de la habitación del hotel: 'Adiós a las armas' o 'Al otro lado del río y entre los árboles'. Aceptar el estado de las cosas o una batalla heroica pero inútil que solo puede acabar en el cementerio. En la I Guerra Mundial, Hemingway fue conductor de ambulancias de la Cruz Roja estadounidense en Bassano del Grappa, donde este sábado concluye la etapa.

Con 19 años, la guerra le marcó y firmó la primera de esas dos novelas en 1929. Pero con aquella experiencia aún dando vueltas en su estómago y en su cabeza, treinta años después volvió a las tierras del Véneto para escribir la segunda, con su famoso pasaje: 'Me gustaría que me enterraran allí arriba, a lo largo del Brenta, donde se alzaban las grandes villas con césped, jardines, plátanos, cipreses'. ¿Será esta la única salida que deje Pogacar a Martínez y Thomas? ¿Les permitirá llegar el domingo a Roma derrotados pero enteros?

El Monte Grappa se pasa dos veces y es un puerto de consideración (18 kilómetros al 8,1% de media). Sus laderas son un libro de historia y de monumentos funerarios: soldados austro-húngaros, italianos, partisanos...

Visentini tenía seis minutos de ventaja y los perdió todos de un golpe en Sappada. Aquello acabó con su carrera. Ni siquiera pudo acabar ese Giro y su porte aristocrático nunca más volvió al primer nivel. Fue una tragedia italiana en la que no faltó de nada, incluido un cisma en el equipo Carrera y un Roche abocado a recibir asistencia en las últimas etapas desde el coche del equipo Panasonic de sus dos rivales más cercanos, Robert Millar y Erik Breukink, que le acompañarían en el podio final en el Valle de Aosta, con Marino Lejarreta cuarto. Roche ganó ese mismo año el Tour y el Mundial y en 1988 fichó por el Fagor.

Pogacar tiene ocho minutos sobre Martínez y Thomas y la duda no es si este sábado puede sufrir una debacle a lo Visentini, sino si llegará el domingo a Roma con más de diez o no. En Livigno les metió tres en 15 kilómetros. «El objetivo principal es llegar de rosa a Roma y no hacer nada estúpido. Pero Monte Grappa es una etapa muy bonita, cerca de Eslovenia. Veremos lo que pasa allí». Unas palabras para intimidar a cualquiera...

Tuvieron tiempo Martínez y Thomas para pensar. En eso iría distraído el galés a seis kilómetros de meta, cuando se despistó y se fue al suelo. Sin consecuencias. Para entonces, ya hacía rato que la etapa tenía ganador. Salió de una fuga de 125 kilómetros con los habituales Alaphilippe, Pelayo Sánchez, Narváez, Steihnauser... y ganó Andrea Vendrame (Decathlon), que anticipó su ataque. Es la 22ª victoria del equipo francés este año, la segunda en el Giro tras la de Valentin Paret-Peintre. Es la quinta de su carrera para Vendrame, a los 29 años.

Para cuando llegó el pelotón, ya le había dado tiempo hasta de tomarse un expreso. Los favoritos, con Thomas reincorporado al grupo, llegaron a 16 minutos. Todo el mundo pasó el día resguardado. Este sábado no habrá lugar para cobijarse entre los arboles a orillas del río Brenta.