Benjamin Thomas arruina la fiesta de los sprinters

Acaba de suceder una vulgaridad impropia en la etapa del Giro y no se puede telegrafiar a las redacciones que el pelotón fue incapaz de atrapar a cuatro aventureros y se dejó arrebatar la victoria, que no hubo sprint junto a la muralla de Lucca. ¿Qué van a decir en Milán? A ver qué hace usted de enviado especial a una carrera de segunda. El Giro es el Giro, hay que volver a los orígenes del oficio. El traqueteo de las Olivetti empieza a sonar en la plaza tratando de atrasar lo más posible -mejor en la línea veinte de la crónica que en la diez- que el ganador de la etapa fue Benjamin Thomas (Cofidis), francés para empeorar aún más las cosas a este lado de los Alpes.

En el Giro el sprint es una institución y lo de este miércoles en la ciudad toscana fue una extravagancia. Al espectador neutral le suele gustar que los escapados lleguen, por algún tipo de creencia en la justicia poética o por ponerse del lado del débil frente al fuerte, pero al tifosi no se le engatusa con esas tretas. Que el pelotón se deje sorprender por una escapada en una etapa llana es una grosería.

Todo el mundo esperaba una nueva victoria de Jonathan Milan (Lidl-Trek), pero esta vez su 'treno' falló. Durante todo el día los equipos de los sprinters anduvieron a la gresca porque el Alpecin de Kaden Groves montó el zafarrancho en el Passo del Bracco para descolgar al resto de velocistas. Lo consiguen pero parecen darse cuenta en el mismo momento de coronar que aún quedan cien kilómetros para la meta y paran.

En la meta volante de Ceparana, a 80 de meta, se dan a la fuga Thomas, Valgren (EF), Pietrobon (Polti) y Paleni (Groupama). Al pasopor las canteras del blanquísimo mármol de Carrara tienen algo más de un minuto y toda la pinta de fuga inofensiva. Se puede alegar que ahora en las escuelas ya no se usan las calculadoras y los equipos hicieron mal las sumas y restas. Pero el problema fue otro.

A la entrada de Lucca la diferencia era de medio minuto, muy asequible para un pelotón en verdadera formación de ataque. El problema fue que no tuvieron la potencia necesaria para dominar este tipo de situaciones. Faltó arte y faltó motor. A dos kilómetros de la meta, los lanzadores del Alpecin desistieron. El 'treno' del Lidl-Trek no apareció. Esta vez, Simone Consonni no fue la flecha de la víspera para dejar a su jefe Milan en boca de gol.

El demérito del pelotón no resta valor al triunfo de Thomas, que mostró una sangre fría, un tempo y una pericia en los últimos metros que dan lustre a su victoria. Un buen triunfo. Seis veces campeón del mundo y medallista olímpico en pista, el francés demostró mucha clase. No es un ciclista cualquiera. Es la primera victoria del año pata el Cofidis.

Tras una buena comida en la Buca di Sant'Antonio y el café y sin reponerse aún del disgusto, los cronistas se inclinan por fin sobre sus máquinas de escribir en la plaza del Anfiteatro, que es un desfile de gente elegante. No han venido hasta aquí por nada, los periódicos en Milán esperan. Nadie se acuerda de Mario Cipollini, el hombre con más etapas del Giro en la historia (42) y natural de Lucca. No está invitado a los actos que rodean la etapa. Sus problemas judiciales le convierten en una compañía poco atractiva. Tampoco era el día. En la ciudad del mayor sprinter, escapada. En casa de herrero, cuchillo de palo.