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Gaizka Lasa
Sábado, 2 de marzo 2024, 19:58
Tadej Pogacar (UAE) mostró una insultante superioridad respecto al resto del pelotón World Tour para anotarse la Strade Bianche con una exhibición que superó cualquier expectativa. Su calidad estratosférica hacía presagiar su triunfo, contra la lógica deportiva tratándose del debut de temporada (no corría desde ... octubre). Pero el modo de hacerlo confirma que estamos ante un ciclista sobrenatural.
Se marchó en solitario a 80 kilómetros de meta, en uno de los repechos sobre tierra del ondulado terreno toscano. Aceleró en cabeza de grupo y dejó atrás a todos los que le perseguían. Imposible. Inalcanzable para el común de los mortales. En un abrir y cerrar de ojos, metió tres minutos a algunos de los mejores clasicómanos del mundo. Profesionales, no juveniles.
Puso el piloto automático y rodó con pasmosa facilidad mientras por detrás se corría otra prueba, espectacular y disputada. «Sin duda nadie se esperaba que atacara tan pronto, quería endurecer la carrera rápidamente», comentó en meta. Quería endurecer y despegó de tal manera que ya no aterrizó hasta la meta. «El inicio de una temporada siempre es duro desde un punto de vista mental y estoy contento con el desarrollo de la jornada», añadió. Tantos meses sin competir, se le había olvidado la sensación de superioridad sobre el resto. Ya puede entrenarse más tranquilo.
Pogacar pareció competir para ganar en ese duelo de ídolos que se han marcado Vingegaard y él. Quieren arrasar allá donde van. Construir su leyenda y meterse al público en el bolsillo para su gran duelo en el Tour. El camino elegido por el esloveno tendrá un primer tramo italiano. No es mal sitio para suscitar pasiones. Entró en Siena dando la mano al público antes incluso del repecho que le conducía a la monumental Piazza del Campo. Ya en meta puso pie a tierra y levantó su Colnago -mito italiano- para ofrecérselo a la masa. Italia será su casa este año. Buscará la victoria en el Giro de Italia (4 a 26 de mayo) antes de encarar el Tour de Francia, que comenzará el 29 de junio en Florencia, un doblete que nadie ha logrado desde el italiano Marco Pantani en 1998.
Apunta ahora Pogacar a la Milán-Sanremo y toda Italia lo celebra. No podrá allí protagonizar semejante cabalgada. El reto pasa a ser el contrario: soltar a sus rivales en la corta ascensión al Poggio. O incluso ganar al sprint. ¿Quién se atreve a decir que no es capaz? Un ciclista que gana en alta montaña y en contrarreloj, que tiene en su palmarés el Tour de Flandes...
La jornada abre una reflexión en el pelotón. La abrumadora superioridad de un ciclista que debuta respecto a otros que llevan meses preparando específicamente estas clásicas llama la atención.
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