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Hoy vamos con otra de las múltiples rutas en bicicleta de montaña que se pueden disfrutar en el Alto Iregua, en plena montaña camerana. Se trata en este caso de un recorrido que combina en una equilibrada mezcla senderos, caminos y pista ... que surcan también entornos muy diversos: hay tramos en los que se pedalea por buenos bosques, vistas panorámicas sobrecogedoras y patrimonio arquitectónico y cultural abundante. Todo en un itinerario circular que exige buena condición física y algo de técnica, pero que no es excesivamente largo (30 kilómetros) y se puede disfrutar con tranquilidad en una mañana.
Epicentro del turismo camerano, con el embalse González Lacasa y una amplia oferta de alojamientos rurales, El Rasillo de Cameros es el punto de arranque de esta ruta que va a discurrir por bosques y montañas de amplia tradición ganadera y trashumante ligada a la oveja merina, aunque hoy la presencia lanar en estos montes es meramente testimonial y las ovejas comparten praderas con vacas y caballos. Los bosques han recuperado la mayoría del territorio ganado antaño para los pastos y la comarca atesora hoy algunas de las masas de robles más amplias y vistosas de La Rioja, además de zonas de pinares y hayedos en las vaguadas y barrancos más umbríos.
La presencia del bosque es habitual desde la misma salida de El Rasillo por el sendero GR-93 que conduce hasta Ortigosa entre una abigarrada mezcla de árboles y arbustos, con un tramo final de encinas en el entorno de las cuevas de esta última localidad. El desfiladero del Albercos se cruza por un imponente puente metálico con buenas vistas sobre parte del caserío ortigosano colgado sobre las paredes rocosas del barranco. Aunque la ruta no se adentra en el centro de la localidad, sí que se contempla el casco urbano en toda su plenitud desde la cuesta del cementerio, que asciende inclemente durante unos 200 metros antes de adentrarse en el robledal.
Apenas hemos recorrido tres kilómetros desde El Rasillo y la inmersión en el bosque es ya completa, en este caso una buena mancha de rebollos de buen porte que nos acompaña mientras vamos ascendiendo en suave pendiente por la ladera oriental de la montaña del Mojón Alto. Enseguida atravesamos también un hayedo y trazamos una curva sobre un arroyo antes de proseguir por el robledal, que se abre poco después a nuestra izquierda para obsequiarnos con una magnífica vista del embalse González Lacasa y El Rasillo de la que ya hemos hablado en rutas anteriores por esta comarca. Tras la parada fotográfica de rigor, volvemos a pedalear en suave ascensión por una pista en buen estado envuelta por una frondosa vegetación hasta llegar a la cota de 1.254 metros de altitud, en donde un cortafuegos marca el inicio de un breve descenso de dos kilómetros, esta vez por camino asfaltado, hasta llegar al desvío que nos conducirá a la Dehesa del Rebollar y la Estela romana de Villoslada.
Completados los primeros mil metros desde el desvío se inicia una prolongada ascensión de 5 kilómetros en la que se salvan unos 350 metros de desnivel hasta la Estela. El camino sigue siendo bueno, pero la subida puede hacerse monótona, de modo que es aconsejable tomárselo con calma y tratar de evadirse disfrutando del entorno. Son admirables, por ejemplo, los centenarios rebollos que jalonan un par de curvas en la dehesa y también las vistas de todo el cordal de Cebollera que pueden observarse desde algún claro que se abre a nuestra izquierda. La subida da un pequeño descanso poco antes de encarar los dos kilómetros finales que trepan hasta las praderas del Cerro de San Cristóbal, en donde se ubica la Estela romana, una lápida funeraria con inscripciones celtibéricas y romanas de los siglos II-III después de Cristo.
Este antiquísimo hito marca el ecuador y punto culminante de la ruta. Estamos a 1.553 metros de altitud rodeados de un panorama inmenso de montañas que va desde las cumbres de Piqueras hasta el macizo de Urbión, con cumbres prominentes como el Castillo de Vinuesa o Peña Negra destacando en el horizonte. Por abajo desfilan los valles del Iregua y el Río Mayor, entre laderas de pinos y hayas, y en el cruce de ambos ríos se distingue bien el caserío de Villoslada de Cameros, puerta de entrada al Parque Natural de Cebollera. Hay un tramo del GR 190(Altos Valles Ibéricos) que desciende hasta la localidad camerana, más apto para las bicis endureras, pero en nuestro caso optamos por seguir hacia el oeste buscando otro segmento del sendero GR 190 que conduce hasta Peña Hincada.
La senda aparece poco después de una bajada con praderíos a ambos lados en los que suele pastar el ganado y no es rara la presencia de mastines, cuya misión es proteger al ganado de los lobos, protagonistas de ataques a rebaños, aunque de forma muy esporádica. Los perros pueden darnos un buen susto, aunque en los años que llevo merodeando por estas tierras no hay casos conocidos de daños a personas. Bien marcado con postes de madera, el sendero juguetea entre pinos, raíces y piedras que ponen a prueba nuestra pericia técnica sobre la bici. Son algo más de dos kilómetros de diversión, con un abrevadero donde se puede coger agua y una rampa intermedia en la que habrá que tirar de riñón para enlazar con la segunda parte del sendero.
Esta parte del GR 190 culmina en un camino, con amplias vistas ahora hacia la Sierra de Castejón, el imponente Cabezo del Santo y los agrestes valles que caen hacia Brieva de Cameros formando desfiladeros como el de Peña Escalera. Y más al fondo, hacia el noroeste se avista también la Sierra de la Demanda y el San Lorenzo, techo de La Rioja con sus casi 2.300 metros de altitud. El camino por el que discurre ahora la ruta es un mirador sobre los Cameros más occidentales, entre la cuenca del Iregua y el Najerilla, un territorio menos boscoso y más descarnado en el que todavía resuenan los ecos de un formidable pasado trashumante. Cabalgamos por lomas y collados surcados antaño por cañadas y veredas por las que desfilaban miles de ovejas. De hecho, Brieva, que se distingue al fondo entre barrancos, fue el último pueblo de La Rioja en el que se mantuvo la tradición del trashumo, a la que hoy dedica el coqueto Museo del Esquileo en el que podemos conocer un poco más de la vida pastoril de la comarca.
Tras llanear durante un tramo, el camino nos lleva en un rapidísimo descenso hasta el puerto de Peña Hincada (1.412 metros de altitud), en la carretera que une los valles del Iregua y el Najerilla. Sobre este punto, a la izquierda, parte nuevamente otro interesante trecho del sendero GR 190 que es puro deleite durante sus dos kilómetros de longitud, desde el primer hasta el último centímetro antes de concluir en un camino vecinal que une Ortigosa y El Rasillo de Cameros. La senda transita por pinares y hayedos con trozos limpios y veloces al principio, más pedregosos en su segunda mitad y obstáculos como desniveles y raíces que obligan a un manejo ágil de la bicicleta durante casi todo el recorrido.
La emoción del descenso deja al ciclista muy satisfecho antes de encarar con algo más de relax la última parte del recorrido, que discurre por caminos entre fincas, pastos y bosquetes, con pequeñas subidas y bajadas hasta asomarnos nuevamente sobre El Rasillo. Justo antes de llegar, junto a las instalaciones de la jamonera Monte Nevado, se toma un senderito que pone la guinda final a la ruta. Corto, pero tremendamente divertido, desciende rápido y zigzagueante para enlazar con el GR 93 y depositarnos en el pueblo justo por el mismo lugar que por donde habíamos salido. Cerramos así el círculo de una ruta que nos dejará al final una sensación de plenitud tras atravesar un magnífico escenario de montañas y haber exprimido hasta la última gota de diversión surcando los senderos.
Puesdes descargar la ruta aquí
Distancia: 30 kilómetros
Desnivel acumulado: 820 metros
Duración estimada: Entre 2 horas y media y 3 horas y media
Avituallamiento: Entre Ortigosa y Villoslada hay un par de arroyos donde se puede rellenar el bidón. También se puede rellenar el bidón en la fuente del abrevadero que hay en el GR 190, en el tramo entre La Estela y Peña Hincada, en el kilómetro 18 de la ruta, más o menos. En El Rasillo y Ortigosa hay también buenas fuentes y bares.
Principales atractivos: Las magníficas vistas que se contemplan desde La Estela romana de Villoslada; la misma Estela romana; los tramos de senderos y caminos entre bosques muy bien conservados y las localidades de la comarca.
Nivel de dificultad: Moderado alto. La ruta no es muy larga pero requiere buena condición física para afrontar subidas largas y un buen nivel de destreza para maniobrar por los senderos.
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