Subida a Peña Aldera desde Logroño

Las grandes vistas son la guinda que corona esta ruta, ante todo rodadora y de escalada en su primera mitad. El contrapunto a la ascensión lo pone el descenso, a ratos fugaz y divertido y a ratos sereno y relajado, por el camino que recorre el extenso pinar que viste las laderas de estas primeras estribaciones de las sierras cameranas. En las últimas curvas antes de salir del bosque conviene fijarse en las afiladas peñas que asoman sobre nuestras cabezas otorgándole al paisaje un perfil de montañas más agrestes y afiladas de lo que cabría imaginar por estos lares. Pasado Nalda, un buen punto para repostar o tomar un almuerzo, el retorno se realiza rodando sin ninguna dificultad por las choperas de la Vía Romana del Iregua, asomándonos de vez en cuando al cauce del río y algunas de sus represas.

En el aspecto técnico, la ruta no entraña grandes complicaciones. Un primer tramo, de Logroño hasta las cercanías de La Unión discurre entre excelentes caminos agrícolas y buenos viñedos y campos de cereal. A partir de esta última localidad, que veremos en un promontorio a nuestra izquierda, se sigue un camino que nos lleva hasta la base de las peñas de Clavijo, en donde empiezan a endurecerse, y mucho, las pendientes. De Clavijo a Peña Aldera median casi 6 kilómetros en los que se salva un desnivel de 350 metros de altitud.

Lo peor llega al final, en la última rampa que sube al punto cimero de la ruta, bastante empinada y sucia de piedra, lo que obliga a buscar la mejor trazada sin descartar apearse de la bici si las fuerzas no responden o perdemos tracción por culpa de algún canto suelto. En el descenso de este tramo conviene también extremar la precaución para evitar las piedras y algún regato que suelen abrir las tormentas. La segunda mitad del recorrido discurre ya enteramente por caminos en buenas condiciones, al principio en bajada hasta Nalda y luego en llano por la Vía Romana del Iregua.

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