Una ruta homenaje a la seta y el champiñón en... Pradejón

Pradejón no está entre montañas y tampoco anda sobrado de vegetación, pero los del Club Ciclista de la localidad se las apañan para sacar jugo a un territorio sin grandes relieves pero sí abundantes cerros y colinas. De hecho, este año, como viene siendo habitual, han planteado una ruta larga de más de 50 kilómetros y unos 1.100 metros de desnivel acumulado, que dan bien para cansarse y disfrutar sobre la bicicleta. En el recorrido hay mucho camino, pero también senderos en abundancia, algunos con un alto componente técnico, que hacen que baje la velocidad media que cabría esperar en este tipo de terrenos. Se puede decir que se alternan por igual caminos y senderos en una acertada mezcla que no llega a saturar. Tras un trecho de pista llega otro de senda y así sucesivamente desde el principio hasta el final, lo mismo en bajada que en subida, con el denominador común de que ni las ascensiones ni los descensos son excesivamente largos. La orografía marca el perfil de este itinerario en el que además hay tramos más o menos llanos muy aptos para ganar velocidad con desarrollos amplios y baja cadencia de pedaleo.

Entrando más en el detalle, el maratón ciclista de mis paisanos pradejoneros incluye este año como novedad algunos tramos nuevos, entre los que cabe destacar la aparición de nuevos senderos. Increíble el laberinto que se han inventado en el pinar debajo del depósito de agua municipal, con sus subiditas y bajadas, curvas, peraltes y hasta algún pequeño salto. Lo de otros años, pero elevado a la enésima potencia. También se han trabajado otro buen segmento próximo a una vieja cantera de arcilla que se adentra luego entre carrascas por Monte Alto, ya en territorio navarro, y algún otro más antes de acometer el final de la ruta por Las Costeras.

Unas zonas ignotas en este circuito que se suman a las ya existentes, como el divertido descenso desde Monte Alto por el sendero que nos deposita en el barranco de Los Regaos o el que se precipita desde Las Raposeras hacia la vega del Cidacos, por citar solo algunos de los muchos parajes que se surcan en una etapa en la que predominan paisajes a ratos áridos o muy áridos y otras veces salpicados de cultivos como viñas, almendros y cereal. Las mejores vistas, siempre en lo alto de los cerros que se ascienden a lo largo del recorrido. Nos quedamos con las que se observan desde Monte Alto hacia Navarra y desde Las Raposeras hacia Pradejón y hacia el Isasa o Sierra La Hez. Sin olvidar claro, el 'momento Quijote' que se vive sobre la bicicleta al atravesar el parque de molinos de viento que se despliega entre Pradejón y Calahorra, unos auténticos gigantes que rugen con fuerza cuando sopla el cierzo del valle del Ebro.

Lo dicho, aunque no lo parezca por el perfil suave de estas tierras de La Rioja Baja, la ruta acaba desgastando al ciclista, más si aprieta el calor, como suele ser habitual por estas fechas, así que conviene ir provisto de buena dosis de agua. De la comida, se encargan los de Pradejón, que reciben a los participantes con una buena degustación de huevos fritos y champiñón, como no podía ser de otra forma en un pueblo que se precia de ser el principal productor nacional del hongo blanco. Y si hay tiempo y ganas para más, también se puede visitar alguna champiñonera de la localidad. Por supuesto, que la ruta se puede hacer cualquier otro día si no se puede el 23 de junio. Senderos y caminos suelen mantenerse bien todo el año. Y los menos intrépidos siempre pueden optar por el recorrido corto, que también lo hay, con unos llevaderos 32 kilómetros y 450 metros de desnivel acumulado.

Descarga el mapa de esta ruta aquí