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Ruta también muy socorrida entre los aficionados a la bicicleta de montaña de Logroño y localidades cercanas, la subida a la Dehesa de Navarrete que traemos hoy a este espacio constituye una muy buena opción para darse una vuelta en modo paseo, sin excesiva ... duración ni excesivas complicaciones técnicas y con alicientes tan llamativos como las vistas panorámicas de toda La Rioja Alta y las cumbres de la Demanda que se obtienen desde lo alto de la Dehesa, a casi 800 metros de altitud.
Si se sube hasta arriba hay que detenerse un ratito y gozar del paisaje porque verdaderamente merece la pena. En el camino podemos parar en Navarrete o Fuenmayor y adentrarnos en sus cascos urbanos, con palacetes y buenos edificios de piedra. Si apetece o es necesidad también hay buenos bares donde degustar un pincho o un almuerzo con un buen vino de los muchos que se elaboran con mimo en la zona.
La Dehesa de Navarrete a la que nos vamos a aproximar hoy desde Logroño destaca como un cerro prominente entre un mar de viñedos según nos acercamos a Navarrete desde la capital riojana. Su elevada pendiente ha librado a estos terrenos de ser roturados para servir como fincas agrícolas, de modo que en sus laderas ha crecido una vegetación mediterránea entre la que destacan los bosquetes de quejigo, carrasca y coscoja con algún pinar de repoblación. Toda esta masa arbórea conforma un espacio boscoso bastante amplio en medio del valle del Ebro que le aporta un ambiente singular que atrae a muchos aficionados al BTT.
En este caso, la aproximación a la Dehesa la vamos a hacer enlazando con el Camino de Santiago desde Logroño por el parque de La Grajera, donde disfrutamos de sus pinares y nos asomamos a su laguna antes de tomar las primeras rampas que enseguida nos trasladan a la vega de Navarrete. En el camino, casi siempre asfaltado hasta la localidad navarretana, es habitual la presencia de peregrinos, que nos encontraremos también en el casco urbano. Atravesamos este por la calle de la Cruz, que nos lleva hasta la imponente iglesia de La Asunción, y seguimos luego por la calle Mayor, jalonada de buenas casas de piedra. El pueblo se abandona por la antigua carretera N-120 en busca del cementerio, en donde podemos hacer otra pequeña parada para admirar la bella portada románica que preside su acceso, reconstruida en este lugar con los restos de la antigua iglesia y hospital de San Juan de Acre, al igual que una buena parte del camposanto.
Después del receso la ruta sigue por el camino situado justo frente al cementerio, junto a una instalación de alfarería, un oficio en el que siempre ha destacado este municipio riojano. Lo que resta ahora hasta alcanzar la Dehesa es un amplio territorio de viñedos en el que nos sumergimos rápidamente. El camino pasa ante unos pabellones agrícolas y remonta progresivamente por el límite de una vieja viña mientras van apareciendo a nuestra izquierda las primeras manchas boscosas de carrasca y encina. El paisaje cambia definitivamente un poco más arriba, cuando llegamos a la pista que surca las laderas de la Dehesa. En este punto la ruta se adentra ya de forma definitiva en el bosque, a ratos de quejigos y carrascas, y a ratos de pinares. El camino sube progresivamente durante tres kilómetros largos hasta alcanzar el punto cimero, a unos 750 metros de altitud, que es también la mayor altura a la que vamos a ascender en el recorrido. Es éste otro enclave en el que merece la pena detenerse para asomarse hacia el oeste y contemplar una hermosa panorámica de la cuenca baja del Najerilla, con la Demanda y el San Lorenzo como referentes montañosos al fondo y un extenso mar de viñedos cubriendo casi todo el valle. La panorámica conforma un cuadro que resume muy bien lo que es La Rioja.
Tras unos minutos de regocijo paisajístico, la excursión prosigue un rato por el camino que va cumbreando hasta que iniciamos el descenso por un camino de piedra bastante roto en el que hay que bajar con cuidado. Es un trecho muy corto, pero en el que conviene ir con cuidado antes de internarnos de nuevo en el bosque siguiendo otro camino. Tras un ratito descendiendo hay que aminorar la marcha para virar la izquierda por otra vereda que desciende rápida hasta el borde de la Dehesa, en donde se toma otra pista que nos saca ya definitivamente del reducto boscoso y nos devuelve a un territorio de viñedos en el término conocido como Ironda. El camino, amplio y con buen firme, desciende rápido en busca de la autopista y la N-232, ahora con excelentes vistas hacia la Sierra de Cantabria y la Rioja Alavesa.
Casi sin enterarnos estamos ya en Fuenmayor, otra localidad vinícola de referencia, con buenas bodegas en su jurisdicción y buen sitio para realizar un avituallamiento en cualquiera de los bares que reclaman nuestra presencia en la plaza de Félix Azpilicueta, con una fuente dedicada a la uva... !A qué si no¡. El recorrido deja la plaza para callejear por un apretado casco urbano de calles empedradas y casas de de buenos sillares y ladrillo, con alguna bonita muestra de edificios palaciegos, caso del llamado de los Maqueses de Terán o de la Real Junta (siglo XVIII). De la localidad se sale por la ermita del Cristo, enfilando un camino asfaltado que sube describiendo un par de curvas hasta lo alto de otro cerro.
Es el último cuarto del recorrido, que discurre primero por caminos entre más fincas de viñedo para descender luego hacia Logroño por algunas de las muchas sendas que se han abierto en la zona del Monte Paterna. Arriba, antes de tirarnos por los senderos, podemos volver a gozar de vistas excelentes de todo el término municipal de Logroño y también admirar bellas estampas del parque de La Grajera desde una perspectiva poco habitual. Un respiro antes de serpentear por la imbricada red de senderos que atraviesan esta zona para regocijo de los más avezados ciclistas de montaña de la capital riojana y escuela de 'mountain bike' para quien se está iniciando en esta práctica deportiva. Los senderos ponen la guinda final a una ruta que aterriza suavamente en Logroño por otro camino que nos acerca, pasando por el antiguo recinto del Observatorio Geofísico, hasta el barrio del Arco.
Longitud: 45 kilómetros
Desnivel acumulado: 682 metros
Duración estimada Entre 2 horas y 30 minutos y 3 horas
Avituallamiento: En Navarrete (km 11.5) y Fuenmayor (km. 28.5) hay buenos bares y fuentes para almorzar o repostar.
Principales atractivos: Imperdonable no detenerse para gozar de las vistas desde lo alto de la Dehesa de Navarrete hacia la Demanda, La Rioja Alta y Rioja Alavesa. Pedalear entre el singular bosque meditérraneo, un pequeño tesoro en esta zona de cultivo vinícola. También merecen un paseo los cascos urbanos de Fuenmayor y Navarrete, este último zona de paso del Camino de Santiago. Admirable es igualmente la portada de su cementerio, del románico tardío, que fue trasladada desde el antiguo hospital del peregrino de San Juan de Acre, hoy ya desaparecido.
Nivel de dificultad: Moderado. La mayor parte del recorrido discurre por caminos y pistas en buen estado, algunos asfaltados. La mayor dificultad la encontramos en las cuestas que suben a lo alto de la Dehesa, con porcentajes que van del 6 al 12%, y algún tramo empinado y con algo de piedra en la bajada desde su zona cimera. En la llegada a Logroño hay también un tramo de senderos con alguna complicación técnica en algún punto que se puede sortear bajándose de la bici si se carece de la pericia necesaria. De Fuenmayor a Logroño hay también caminos que pueden servir de alternativa si se opta por evitar los senderos.
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